El abogado constitucionalista Eduardo Barcesat presenta sus
perspectivas sobre la necesidad de democratización de la Justicia Argentina, tras
un año signado por sentencias con nula legitimación popular.
El abogado constitucionalista Eduardo Barcesat.
El abogado Eduardo Barcesat fue invitado por
el programa Café Universidad a analizar el papel “protagónico” –tal como lo
definió el periodista conductor Marcelo Rippari- que ocupó la Justicia en el
ámbito nacional durante 2012, un año marcado por fallos que pusieron en duda
el carácter imparcial y democrático de la Justicia nacional.
El mayor espacio de la charla lo ocupó la
necesidad de habilitar y consolidar un proceso de democratización judicial,
tras sentencias que ganaron el inmediato repudio popular. Entre ellas, las 13
absoluciones del caso Marita Verón y la prórroga de la cautelar -a cargo de la
Cámara Civil y Comercial Federal- solicitada por el Grupo Clarín para dilatar
su adecuación a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA).
En primer lugar, el letrado consideró que en
ningún poder del Estado deben existir “cargos a perpetuidad sin ninguna forma
de control y sin ninguna representación popular". Desde allí, remarcó la
importancia de propiciar el diseño de iniciativas institucionales basadas en un
profundo proceso de democratización judicial.
El
pueblo a la Justicia. En este sentido, lo
fundamental para el especialista es la exigencia de la revalidación de los
cargos judiciales cumplidos en determinado periodo –por ejemplo, cada siete u ocho
años-. Durante la entrevista, propuso que este mecanismo se realizara mediante
concursos de antecedentes ante el Consejo de la Magistratura correspondiente –en
referencia al de orden nacional y al provincial-.
Otro aspecto que subrayó como trascendental
para que la trasformación judicial se concrete como “verdaderamente
democrática”, es que se garantice la presencia de un sector inexistente hasta
ahora, en el ámbito judicial, dentro de la integración de fusión de los Consejos
de la Magistratura. En concreto, el letrado pidió que dentro de esos órganos haya representación popular. Es decir, que
sean representantes del pueblo quienes decidan “qué justicia queremos, cómo se debe
administrar esa justicia, y cuál es el rol y la eficiencia de los jueces en el
cumplimiento de esa demanda constitucional, de conocer y decidir en todas las causas
que versen sobre puntos regidos por la Constitución, las leyes y los tratados”,
afirmó.
Ante la consulta sobre cómo se canalizaría este
mecanismo de elección popular dentro del órgano, el letrado explicó que, si
desde el ámbito legislativo, académico y
judicial se interviene, también puede hacerse desde una esfera popular.
“Debería existir un tramo que sea de
representación popular, que puedan proponer organizaciones que refieren al
control de la función pública. Desde allí se podrían proponer candidatos que no
surjan del monopolio de los partidos políticos, sino, por ejemplo, de
asociaciones vecinales”, manifestó. Y argumentó: "En la medida en que haya
presencia popular, la administración de justicia ante ese control difuso mejorará
su calidad institucional. Quien tiene un poder que no es controlable tiende al desvío,
y esta es una tendencia a controlar”.
Juicio
por jurados. Barcesat también ponderó algunas ideas
viables en materia de proceso penal y en determinado tipo de delito, para que la
transformación judicial al servicio del pueblo se haga efectivamente
posible. La presencia de un jurado popular
para definir la culpabilidad o la inocencia de imputados dentro de procesos
judiciales es una de ellas.
Esta iniciativa, conocida constitucionalmente
como “juicios por jurado” ya ha tenido algunos simulacros de prueba en la
provincia y está a la espera de su completa aprobación por las autoridades
correspondientes. El abogado, consultado por Radio Universidad, expresó su
acuerdo con ella, siempre y cuando se aplique sobre determinados delitos y se
acompañe con una arquitectura edilicia acorde.
Con respecto al último requisito, explicó que la
cuestión de la infraestructura se hace necesaria porque el jurado conformado
por ciudadanos requiere de salas
preparadas especialmente para dicha función.
“Esto parece muy pueril pero es fundamental para que los procedimientos
sean verdaderamente ágiles y no se demoren. Si no hay salas suficientes y adecuadas para
los juicios orales, la idea fracasará, porque terminarán siendo más extensos aún que
los procedimientos escritos”, detalló.
La concreción de esta medida se traduciría en
un “destacable avance para la sociedad”, consideró, “ya que ubica a la Justicia
frente al pueblo y con el pueblo respecto a la toma de decisiones”.
Elección
popular. Si bien Barcesat dijo no tener una posición
absolutamente definida, manifestó en un principio su apoyo a la propuesta de que
los tribunales superiores provinciales y la Corte Suprema de Justicia de la Nación
presenten cargos renovables con mandatos de entre siete y ocho años, y sean designados
por elección popular, “dado que efectivamente se trata de cargos políticos”,
aseguró.
“Elección popular en los máximos tribunales y
carrera judicial que también debe comprender al personal que trabaja en la
administración de justicia, para evitar nombramientos de entrecruzamientos de familias
que se enquistan en el poder judicial”, sintetizó como iniciativas centrales
para democratizar la administración de Justicia en el país.
Consultado por los reparos que el ministro de
la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni, ha hecho públicos sobre esta propuesta, al
considerar que el mecanismo podría habilitar “la demagogia” dentro del sistema
judicial, el abogado Barcesat explicó: “Precisamente, para que eso no ocurra
es que se propone un examen de reválida para los cargos en cuestión, como lo
tenemos en la vida académica”.
“Creo que el concurso no es un mácula, al
contrario, es un criterio de legitimación para el magistrado, y oponerse a ello me
parece totalmente impropio. Los cargos dentro de empresas privadas o estatales están
sujetos a una revisión de su eficiencia y cumplimiento; no veo por qué la Justicia
tenga que estar exenta de ello”, sostuvo.
“Obvio
que también hay terminar con el carácter prebendario de privilegios que afectan
el principio de igualdad ante la ley”, señaló respecto a la resistencia desplegada
por la corporación judicial a que se modifiquen sus dietas y a que se elimine
la excepción del pago de impuestos de la que goza.
El año 2012 ha transparentado la politización interna
y corporativa dentro del Consejo de la Magistratura. La muestra por excelencia,
según señaló, fue su desempeño con respecto a las estrategias judiciales del Grupo
Clarín para incumplir con la LSCA. “Vimos al Consejo de la Magistratura del Poder
Judicial de la Nación hacer una especie de 'scrum' tutelar del privilegio de la Cámara Comercial y Civil federal y del fuero en
general, preservando una inscripción ideológica y de privilegio hacia los
monopolios. Esto, evidentemente, desnaturaliza el principio de igualdad ante la
ley y de juez imparcial”, denunció.
El
cambio. Asimismo, Barcesat consideró este hecho como
una de “las tremendas enseñanzas” que deja este 2012 en materia judicial. Dijo
sentirse expectante de las iniciativas de fondo que proponga el Congreso de la
Nación para mejorar la calidad de la administración de justicia en Argentina.
Por otro lado, se mostró escéptico de que las
ideas transformadoras emerjan directamente del Poder Judicial. “Hasta ahora, lo que
ha salido de ese ámbito es una resistencia al pago a los impuestos y, fuera de eso,
una defensa acrítica de su desempeño”, dijo en referencia a la solicitada
emitida a principios de diciembre por la Comisión Nacional de Protección de la
Independencia Judicial y asociaciones de magistrados, donde se denuncian
supuestas presiones al Poder Judicial en torno al conflicto planteado entre el
principal monopolio mediático del país y el Gobierno nacional por la plena aplicación
de la LSCA.
“Frente a esa actitud de encerrarse sin
un mínimo de autocrítica, me parece que la
que tiene la respuesta es la sociedad”, concluyó.