Kobijo: una aplicación al servicio de la prevención del abuso

La campaña busca materializar la última etapa de esta aplicación gratuita para celulares que promueve la autonomía de niños, niñas y adolescentes. Kobijo, un claro ejemplo de cómo la tecnología puede ayudar a la sociedad para prevenir el abuso infantil.

Kobijo: una aplicación al servicio de la prevención del abuso

Cultura

Unidiversidad

Natalia Bulacio

Publicado el 28 DE OCTUBRE DE 2014

Leandro Ferrón (39) es investigador del CONICET (CCT- INCIHUSA) y junto a un grupo de amigos y colegas, profesionales que se dedican a las cuestiones tecnológicas, empezaron a charlar sobre cómo podían aprovechar las tecnologías aplicadas a los móviles con alguna temática sensible.

Investigaron, pensaron, discutieron y llegaron a la conclusión de que un proyecto bien encarado podía colaborar para que los chicos y chicas pudieran mantenerse resguardados de situaciones de abuso sexual infantil y adolescente. Empezaron a trabajar en distintos aspectos, estructuras, aspectos, contenidos, textos, todo lo que hace al funcionamiento de una aplicación para celulares. Durante un año trabajaron en el desarrollo y lo dejaron resuelto como un paquete terminado, listo para pasar a la siguiente fase. En esta etapa se hizo necesaria la colaboración por parte de la sociedad toda para cubrir el trabajo de los programadores, perfiles que no integraban este equipo de trabajo y a los que necesitaban pagar por ello.

Para eso armaron una campaña de financiamiento colectivo, buscando recursos para poder llevarla a cabo.


En qué consiste y cómo funciona la aplicación

Kobijo es una aplicación para descargar de manera gratuita en los móviles. ¿Por qué pensaron en los teléfonos celulares? Porque la edad de inicio en la telefonía móvil hoy está en nueve años. Los padres son los encargados de facilitarles los teléfonos a los niños. Se espera que en los próximos tres años, esa estadística baje a los seis años como edad de inicio. “Te das cuenta de que un chico de seis años hoy te desarma un celular entero. A la edad que nosotros jugábamos con yoyós, ellos juegan con celulares, son nativos de la tecnología, es por eso que nos pareció que podía ser útil, efectiva”, sostiene Ferrón.

El investigador señala que buscaron muchos y variados antecedentes que podían ser útiles a la hora de llevar adelante el proyecto. Lo que encontraron a nivel mundial eran aplicaciones para el cuidado de niños más genéricas, con la lógica de uso de los botones de pánico. Cuando están en peligro, los niños y niñas aprietan el botón y el padre o tutor se pone en contacto inmediato. “Nosotros percibimos que esto era bastante limitado en esta problemática, porque la intención no es más que reforzar el cuidado o la vigilancia sobre los niños, pero no la prevención”, continúa Ferrón.

Esta novedosa aplicación busca mejorar las capacidades del niño/a y/o adolescente (de los seis a los 18 años). Está pensada en los aspectos de conectividad, geolocalización y educación.

El módulo de conectividad es el que permite estar conectado con una red de contactos conformados por gente de confianza.  “Está preconfigurada, porque muchas veces el abuso sexual infantil se da en el ámbito intrafamiliar. El 95 por ciento de los casos se da por personas que el niño conoce. Teniendo esto en cuenta, luego de llenar un pequeño perfil con las características del niño y de su entorno, ayuda a ampliar estos contactos (madre, tía, señorita Raquel, por ejemplo). Tenemos claro que el abusador no le va a descargar la aplicación al niño, entonces necesitamos que alguien más lo haga”, dice Ferrón.



El Segundo módulo es el de geolocalización. El padre pierde de vista al niño, aprieta un botoncito y sabe dónde rastrearlo. Estos dos módulos se asemejan a lo que existe a nivel internacional. 


El tercer módulo es el núcleo de la aplicación, lo diferencial y a la vez superador de las experiencias anteriores en el mundo. Este esquema va generando pensamientos en el niño o niña sobre su propia autonomía. “Si el chico tiene seis años cuando empieza a usar la aplicación, va a encontrarse con juegos educacionales que le van a ir enseñando, por ejemplo, sobre su cuerpo: que partes son públicas, qué parte son privadas. Todas son cosas que le van a dar una conciencia de que si viene alguien y le dice: "Qué bonito que sos" y le acaricia la cabeza, está todo bien; pero si viene y le toca la cola, no está todo bien”, agrega.


Aquí radican la diferencia y el potencial de la app. La información que entrega la plataforma permite que el niño o la niña vayan conociendo, adquiriendo capacidades y tomando conciencia para que puedan reconocer y detener las situaciones que los ponen en el riesgo.



La importancia de esta aplicación

El concepto de abuso sexual infantil/adolescente es una definición que se ampliado en los últimos tiempos para involucrar también a situaciones que tienen que ver con cuestiones simbólicas, además de las que son estrictamente físicas. Aquello que trasgrede la barrera que violenta la subjetividad del niño, que lo torna vulnerable.

“Para los padres es difícil, primero, pensar que su hijo o hija pueda pasar por una situación de abuso; después, discernir en qué momento es adecuado y en qué términos conocer de cuestiones sexuales. Esta aplicación obliga a los padres a involucrarse con el tema a través de un lenguaje nuevo. Es un desafío para el niño, pero también para el padre. Lo que queremos es que esta aplicación sirva, aunque sea de manera colateral, de disparador para que se hable de estos temas  en los hogares y que se convierta en una herramienta para la comunicación”, agrega Ferrón.

La aplicación evoluciona junto con la edad del niño y con su perfil, y va acompañando con contenidos las distintas etapas. Por ejemplo, a los 10 el niño podrá acceder a juegos responsables que le brinden información sobre la pubertad, mientras que a los 14 los temas serán la violencia en el noviazgo, el embarazo adolescente, los cuidados propios de la edad.

¿Quiénes pueden descargar la aplicación? Los padres, docentes y niños pueden hacerlo desde las plataformas que hay en la red. “Nuestra intención es poder llegar a concretar ciertos convenios institucionales (escuelas, iglesias, ministerios, planes y programas gubernamentales) para que sean las mismas escuelas las que bajen las mismas aplicaciones a los chicos que tengan celular. Es, por un lado, la forma más masiva de difundirlo y, por otro lado, la manera de garantizárselo al niño por si el violador está en la casa”.

Campaña de financiamiento colectivo

El equipo de especialistas necesita conseguir fondos para costear la tarea de los programadores. Es por eso que apelan a la sensibilidad y colaboración de la sociedad toda. Necesitan terminar la versión beta, una app de prueba que contendrá un grupo mínimo de usuarios, para que la testeen y se trabaje en los ajustes. Para ello necesitan 160 mil pesos, ya que Android, Apple y BlackBerry les han presupuestado 40 mil pesos aproximadamente para cada plataforma.

La campaña durará 60 días. En 120 días, es decir, en febrero del año que viene, estarían las plataformas listas para ser usadas.

¿Cómo hacer para donar? Hay que ingresar a la página www.kobijo.org; allí hay un  botón verde para cliquear. Se puede colaborar a través de la tarjeta de crédito, mediante una factura o ticket y abonar en casas de pagos fáciles y rápidos. En esa misma página se encuentra toda la información del Proyecto, además de la difusión de otras campañas.

App contra el abuso sexual

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