Universidad y patrones

Patrick Boulet es docente e investigador de la Universidad y de educación superior provincial. Una persona reflexiva y crítica que invita a pensar acerca de todo el proceso electoral por el cual atraviesa la Universidad Nacional de Cuyo. Aquí sus palabras, de esta manera queda abierta la reflexión. Para pensar y opinar.

Universidad y patrones

Foto: Axel Lloret

Sociedad

Unidiversidad

Publicado el 29 DE ABRIL DE 2011

La Universidad Nacional de Cuyo realizó en nuestros días  elecciones de representantes de los claustros  y autoridades de cada una de las facultades y de la universidad. Hecho al que se asocia, casi sin fundamentos, la devaluada palabra “democracia” a este momento de la universidad. Casi sin fundamentos en las mejores  y profundas acepciones del término, es decir en la tendencia hacia el “gobierno de todos”, el “gobierno popular” o su relación con la “igualdad en el acceso al poder”. Con mucho fundamento en relación con el corriente sentido del término, gobierno de elites que no representan a su base y responden a intereses particulares funcionando   con un sentido fuertemente conservador y al servicio de los mercaderes. 

El cogobierno universitario, una de las banderas progresistas de la reforma del 18, ha perdido su contenido transformador hace ya bastantes años. Como suele ocurrir lo revolucionario se vuelve ñoño con el tiempo si  queda inmutable, acentuándose aún más si como en este caso, su fuerza originaria no era tan revolucionaria.

El cogobierno  universitario es hoy un sistema de castas con pintura feudal y herencia pre-moderna. Los consejos directivos de las facultades de la UNCUYO son integrados por trece miembros: siete  consejeros docentes, tres estudiantes, dos graduados y uno del personal de apoyo académico. O sea los estudiantes tienen menos representación por ignorantes y pendejos, los graduados por no estar dentro de la rosca universitaria y el personal de apoyo por “menos preparados”. Trazos de una representación desigual y estamental, basada en criterios elitista según los cuales los docentes mandan por que “saben” y los otros claustros obedecen. Por supuesto el decano/a y vicedecano/a es un docente basado en los mismos criterios. Aún suponiendo que  un docente sabe más en ciertos temas que un administrativo, un estudiante o un graduado; sabe más de un área especifica como fisiología humana, resistencia de materiales, actuación o fruticultura pero es casi absurdo fundamentar su saber respecto gobierno de una universidad y aún menos que sea el más indicado para representar los intereses de la comunidad universitaria o administrar los dineros públicos.

Dentro del patronazgo docente casi el 60 % de los consejeros corresponden a docentes titulares, el 27% aproximadamente a los adjuntos  y un 14% a los jefes de trabajos prácticos, quienes ni siquiera son considerados docentes, o sea el estamento conservador, meritocrático   y jerárquico se repite hacia el interior del claustro docente.

En el Consejo Superior -órgano máximo de la universidad-, la distribución desigual empeora. Al consejo lo integra, el rector, vicerrector y todos los decanos –profesores titulares o adjuntos- , un consejero docente y un consejero estudiantil por cada facultad. Luego por toda la universidad  tres graduados, cuatro auxiliares de docencia y un solo consejero por el personal de apoyo académico. O sea en la UNCUYO el gobierno máximo esta integrado por 28 docentes, 11 estudiantes, 4 graduados y un representante del personal, huelgan las palabras.


La elección de autoridades es indirecta, los claustros eligen consejeros y estos eligen a las autoridades ejecutivas de las facultades y de la universidad (decanos y rector), favoreciendo aún más la posibilidad de arreglar el asunto entre pocos, casi todos profesores.

La distribución que contamos, más el histórico y naturalizado poder docente da como resultado la perpetuidad de grupos docentes en el poder o su recambio por otro grupo igualmente conservador cuando este se desgasta o sus miembros se jubilan. Una pintura de este fenómeno es la continuidad en las últimas elecciones del oficialismo en todas las facultades de la UNCUYO y por supuesto en la conducción  de la universidad.

Por supuesto todas las autoridades ejecutivas máximas de la universidad y las facultades son docentes y reglamentariamente no puede ser de otra manera, paradójicamente una estudiante, graduada o personal de apoyo mayor de 30 años, puede ser presidente de la república pero no puede ser decana o rectora de la “democrática” universidad donde estudia o trabaja.

Creemos que la ideología de una institución está en sus prácticas y la ideología de los sujetos se construye en esas prácticas,  luego nuestra pública universidad mantiene su ideología conservadora y con escaso poder de dar cuenta de los cambios sociales y políticos, a partir, entre otros dispositivos,  de mecanismos antidemocráticos y elitistas de gobierno.  Con ese conjunto de prácticas las palabras que cuenten sobre   igualdad,  justicia  o “poder popular”,  son prisioneras del viento y se alejarán de las aulas con él, por la misma fuerza de los hechos.

Defender hoy la universidad pública hoy es defender la igualdad en la representación de los claustros, el claustro único docente y la elección directa de autoridades como primer paso hacia un debate que inicie la colaboración de los universitarios en la construcción de mundos mejores. Este primer paso , necesario pero para nada suficiente, deberá poner en cuestión el poder absolutista de los docentes que deberemos aceptar el  lugar de compañeros de ruta de otros claustros y  dejar el de patrones y dueños de la verdad que nos atribuyeron hace muchas noches, las católicas universidades del Medioevo.

Si así no lo hacemos seguramente el grisáceo tono de la mediocridad seguirá pintando las paredes de las facultades, hasta que un día ojalá temprano la tortilla se vuelva.