Pasaron las elecciones, creció el ausentismo y quedó una pregunta: ¿por qué ir a votar?

Los comicios legislativos de medio término dejaron muchos interrogantes respecto al comportamiento de la población a la hora de enfrentar las urnas. Crece el abstencionismo, no parece ser grave, pero su crecimiento es sostenido desde 1983. ¿Hay que rediscutir el voto obligatorio?

Pasaron las elecciones, creció el ausentismo y quedó una pregunta: ¿por qué ir a votar?

Foto: Prensa Gobierno de Mendoza

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Ezequiel Derhun

Publicado el 31 DE OCTUBRE DE 2025

Un titular recorrió noticieros, portales y redes sociales tras las elecciones legislativas nacionales de medio término: uno de los datos clave luego de que se dieran a conocer los resultados fue que el comicio celebrado el 26 de octubre arrojó la menor participación de la ciudadanía desde el retorno de la democracia. En Argentina, donde el voto es obligatorio, el dato genera varios interrogantes sobre las razones que llevaron a un buen número de personas a no ir a las urnas.  

Vamos a los datos. Según el escrutinio provisorio, la participación a nivel país (siguiendo la categoría diputados nacionales) fue del 67,92 %. Este número generó que sea el menor desde 1983 y representa un universo de 12 millones de personas, aproximadamente. El porcentaje a la baja no fue del todo una novedad, ya que se viene observando que es una tendencia. De todas maneras, es la caída más pronunciada desde 2021. 

A su vez, hay matices, muchos, que ayudan a entender estos números. Una primera consideración es que, generalmente (incluso a nivel mundial) en las elecciones legislativas participa menos gente. Hay una mirada sobre las elecciones de medio término (donde se renuevan por mitades o tercios las cámaras del Congreso) en la que la vida de las y los ciudadanos no va a variar mucho. Por esta razón, las elecciones del Poder Ejecutivo, donde se elige presidente o gobernador, suelen ser más concurridas. 

Esto puede confirmarse en las provincias que este año decidieron adelantar sus comicios, donde los registros de participación fueron, incluso, por debajo del 60 %. 

En el caso de Mendoza, la participación estuvo por arriba del promedio nacional. Alcanzó un 69,77 % del padrón electoral, siendo La Paz el departamento que mayor asistencia tuvo (77,08 %) y Malargüe en el que menos personas fueron a votar (63,85 %). 

Esta apatía tiene varias raíces. Una de ellas refiere a un marcado descontento con los partidos políticos y sus representantes, potenciado por las sucesivas crisis que han transformado la prosperidad económica nacional en una ilusión lejana. 

Yo voto 

En las elecciones legislativas de 2025, el voto fue obligatorio para ciudadanos y ciudadanas de 18 a 70 años y optativo para jóvenes de 16 a 17 y mayores de 70 años. Pero hay que aclararlo, no siempre fue así.  

Más de un siglo atrás, en 1912, se sancionó la llamada Ley Sáenz Peña (N.º 8.871), con la que se estableció el voto secreto, universal y obligatorio, con un condicionante: solo para varones argentinos mayores de 18 años. Recién en 1947 se aprobó el voto femenino. Luego, ya en el siglo XXI, se sancionó en 2012 el voto optativo para jóvenes de 16 y 17 años. Durante el siglo XX, las sucesivas dictaduras interrumpieron este derecho consagrado en la Constitución. Hoy, llevamos más de cuatro décadas eligiendo a nuestros representantes en elecciones libres. 

Con enormes desafíos y varias dificultades, el pueblo argentino ha sostenido la democracia. El "pacto democrático" ha sido defendido elección tras elección. Sin embargo, no deja de llamar la atención cómo el nivel de ausentismo viene creciendo progresiva y sostenidamente. 

Según datos del Observatorio Pulsar.UBA, “es uno de los pilares sobre los que se ha apoyado la consolidación de la democracia electoral en el país”. De todas menras, en un relevamiento realizado en junio de este año, dado a conocer un mes antes de las elecciones de octubre, indicó que el respaldo a la obligatoriedad está dividida. “La sociedad se reparte casi por mitades: el 55 % afirma que el voto debe ser obligatorio, frente a un 43 % que considera que debería cambiar a voluntario. Estos valores se distribuyen de una manera bastante similar si los vemos a través del prisma etario o por nivel educativo”, publicó el equipo del observatorio, pero al mismo tiempo, hizo una aclaración: “La Argentina aparece así de dividida en años electorales”, ya que el mismo sondeo, en 2024, dio avales más altos (64 %) al voto obligatorio.  

¿Por qué ir a votar? 

Roberto Stahringer, a cargo de la consultora Sociolítica, viene relevando el escenario político mendocino desde hace varios años. Le preguntamos cómo observa este escenario con el ausentismo in crescendo. 

“¿Por qué querría la gente ir a votar? Sabemos que las consecuencias, la supuesta multa, no es tal, es irrisoria. Creo que todavía opera un hábito cultural de ir a votar, que, presumo, se va a ir como debilitando. Porque cuando digo ‘por qué deben ir a votar’ es por esto que hablamos siempre, del desencanto que hay respecto de la política. Porque la política, lejos de resolver los problemas de la gente, es vista como el causal de esos problemas”, analizó el sociólogo egresado de la UNCUYO

Para el consultor, el ausentismo “se incrementa en los sectores urbanos y, particularmente, en los segmentos más jóvenes de la población, que son los que están un poco más alejados de la vida democrática desde el hábito de la participación. Sobre este segmento, al que apuntan muchas de las campañas, detalló: “Los jóvenes tienen otra subjetividad, mucho más instrumental, más cortoplacista, más del corte de un consumidor, en el sentido del mercado. Y si, para ponerlo en esos términos, el ‘esfuerzo de ir a votar’ no te reditúa, no te da nada a cambio, no te genera nada, ¿por qué iría a votar?”.

Roberto Stahringer, de la consultora Sociolítica. Foto: publicada en Los Andes. 

Así, manifestó Stahringer, empieza a perderse “la mirada más colectiva y altruista que puede representar un voto, para que nos vaya bien a todos”. En cambio, dijo que en los focus group que realizan detectan cada vez más frases como “a mí qué me toca” o “cuál es mi beneficio”. 

Al mismo tiempo, el analista sostuvo que hay un tarea pendiente en todo nivel institucional, pero en particular para los actores con peso político en la sociedad, de sostener la educación cívica porque “mucha gente no sabe ni siquiera qué se vota” y, lo que agrava el panorama, dice que “no le interesa saber qué se vota”.  

Sin dudas, este presente y el futuro cercano se presentan desafiantes. En este contexto, tras un año de alto voltaje en materia electoral, vale la pena repasar uno de los párrafos que firmaron más de 27 ONG para celebrar y sostener los 40 años de democracia consecutivos alcanzados en 2023.  

“La democracia argentina tiene deudas, sin dudas. Por eso, nuestro nuevo pacto democrático, el de los próximos 40 años, tiene que incorporar bases para el desarrollo y, además, promover prácticas que acerquen las instituciones públicas a la ciudadanía para mejorar la vida de todos. La democracia se mejora con más democracia”. 

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