Piquete y cacerola ¡la lucha es una sola!

Con este canto se movilizaron las masas indignadas el 19 y 20 de diciembre de 2001. Sintetizaba en su consigna la solidaridad de clases: el movimiento piquetero, trabajadores ocupados, precarizados y desocupados, junto con estudiantes y sectores de clase media -que habían empezado a utilizar sus utensilios de cocina para hacerlos sonar- se unieron en la lucha.

Piquete y cacerola ¡la lucha es una sola!

La calle es la visualización de las luchas sociales, aquellas que embanderaron Kosteski y Santillán. Fotos Télam.

Sociedad

Unidiversidad

Milagros Molina

Publicado el 12 DE JULIO DE 2012

Esta lucha, no fue sólo por demandas concretas ante la desesperante crisis social, sino que se generalizó en un cuestionamiento a la legitimidad política e ideológica del neoliberalismo a través del ejercicio de formas directas, democráticas y masivas de hacer política; todo lo cual se sintetizó en la consigna “Que se vayan todos”. Fue, como indica Alcira Argumedo, un cuestionamiento al sistema económico y a la representación política e institucional.

El miércoles 26 de junio de 2002, seis meses después del estallido social que acabó con el gobierno de Fernando de la Rúa, las organizaciones de desocupados decidieron cortar el Puente Pueyrredón en el marco de un plan de lucha contra el gobierno de Eduardo Duhalde. En el corte, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados por la policía.

Una secuencia fotográfica muestra el instante anterior y posterior en que uno de ellos recibe un disparo por la espalda. Los grandes medios de comunicación contaban con ese material, pero hubo que esperar dos días para que publicaran la secuencia fotográfica, 48 horas de desinformación en que los principales medios, junto con la policía y el Gobierno, intentaron adjudicarles las muertes a los propios piqueteros.

Diez años después y en el marco de la presentación del libro Darío Santillán, el militante que puso el cuerpo, de Ariel Hendler, Mariano Pacheco y Juan Rey, entrevistamos a Federico Orchani del Frente Popular Darío Santillán para preguntarle ¿quién fue Darío Santillán? ¿Qué hay detrás de ese modelo ejemplar en el cual se ha convertido la figura de Santillán, el joven militante asesinado a los 21 años?

El ejemplo

Federico es miembro del Movimiento Darío Santillán de Capital, en el Barrio de Barracas. Conoció a Darío y, entre otras tareas, participa en el Área de Relaciones Políticas del Frente, además de asumir el rol de  vocero cada vez que hay un conflicto.

Junto con él fuimos deconstruyendo los momentos previos y posteriores al 2001- 2002 en los cuales la historia fue adquiriendo el carácter intenso y vertiginoso, propio de las grandes crisis. Y también tratamos de reconstruir cómo estos jóvenes militantes de organizaciones piqueteras –creadas sólo unos años antes–, erigidas sin soportes políticos ni sindicales, con la consigna “Dignidad y cambio social”, a distancia de las organizaciones masivas, alcanzarían tales niveles de protagonismo y resonancia.

Según Federico, toda una juventud que comenzó a intervenir activamente en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 encontró en la figura de Darío Santillán un modelo desde el cual pensar de modo diferente la relación entre política y ética, así como los vínculos de solidaridad.

Para reconstruir un poco la historia ¿Quién fue Darío Santillán? ¿Dónde y por qué militaba?

Darío fue, de alguna manera, un reflejo de lo que ocurría por abajo, en los cambios que atravesó nuestro país –como para no irnos tan lejos- desde la dictadura para acá. Es decir, todo este proceso de reestructuración del sistema productivo y de ofensiva de los sectores más concentrados del capital, sobre todo financiero.

Los ’90 es la década en la que –incluso en un gobierno legitimado por el voto- se producen las transformaciones más desastrosas y más traumáticas en términos de la cuestión laboral, de la situación de los/as trabajadores/as, del mercado de consumo. Es decir, de la economía en términos generales pero también con impactos muy fuertes en términos sociales del neoliberalismo más crudo.

Darío es uno de esos jóvenes que vieron en la política nuevamente, un espacio para resistir, disputar, pensar la organización popular que, en aquel momento, era verdaderamente difícil. Había toda una desarticulación de las organizaciones de los trabajadores y una pérdida de derechos muy importante. El tejido social estaba casi destruido.

Entonces no es casual que Darío, que era un pibe de un barrio del Conurbano Bonaerense, del segundo cordón suburbano, en Almirante Brown y después en Lanús  -que son los dos Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) en los que militó- se conmoviera por la situación que se vive en esas zonas (ambos MTD adherían a la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón).

Es decir, lo que eso significa para un pibe en lo que se refiere al acceso a una educación digna o la posibilidad de conseguir un trabajo, es un microclima que incluso es amenazante para la propia vida de los jóvenes. 

Darío fue siempre un joven muy inquieto, con una vocación social muy fuerte y una sensibilidad ante la injusticia muy importante.

De hecho, en el cuaderno que tenía de notas, estaba la frase del Che (Guevara), que dice: “Sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo”…Creo que ése es el espíritu que guió a Darío y a tantos pibes en aquel momento.

¿Qué te parece que fue lo especial, lo valioso de Darío Santillán?

Si bien Darío es uno más de esos jóvenes, lo excepcional -me parece- es que sintetiza muchos de los valores que empezaban a retomarse desde todo un sector de la militancia que se volcó a lo social; como una retaguardia de toda esta avanzada, como dijimos, de los sectores más concentrados del capitalismo. Y la pérdida de credibilidad que habían tenido incluso las instituciones democráticas o “representativas” (entre muchas comillas) y que los partidos políticos tradicionales, los sindicatos, como canales y como vehículos de la voz y el reclamo de los laburantes, no estaban respondiendo.

El libro excede la vida del militante y analiza en profundidad fenómenos más amplios, como el movimiento piquetero ¿Cómo se inserta la militancia de Darío en este movimiento?

Abro un paréntesis, hay dos antecedentes muy importantes que son la pueblada del año ´96 y el piquete en Cutral Có que logra vencer a la gendarmería y también en Mosconi, Tartagal, en Salta. Son dos hitos fundantes del movimiento piquetero que impactan muy fuerte en la retina de muchos militantes que venían planteando una forma organizativa desde los barrios, desde abajo.

Darío es un pibe que se inserta en ese proceso, junto a los compañeros del secundario y de la militancia estudiantil, que empalma con todo un grupo de compañeros que en ese momento conformaba la Coordinadora Sur que después fue la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón (una de las organizaciones que protagoniza e impulsa las jornadas del 26 de junio de 2002). Entonces Darío forma parte primero del MTD Aníbal Verón de Don Orione y después del MTD de Lanús en el Barrio La Fe. Hay un documental de Miguel Mirra (Darío Santillán, la dignidad rebelde) que justamente reconstruye un poco ese proceso y es un material muy interesante.

Yo lo describo a Darío como una persona que tenía muy claro lo que hacía, que era muy claro políticamente, que tenía las convicciones bien firmes.

Y lo que todo el mundo vio el día que lo asesinaron, la forma en que murió, es la forma en que vivió también. Éste es el planteo que hace Mariano Pacheco –que fue compañero de militancia de Darío- en el libro. 

Esta actitud, de volver, cuando se podría haber ido. Cuando la mayoría de los compañeros habían replegado, se estaban desconcentrando y se iban en el tren. El hecho de volver para que no quedara nadie y entregar la vida por alguien que prácticamente no conocía –porque Maxi militaba hace muy poco- es algo que a toda una generación, a quienes hoy militamos y peleamos por una sociedad distinta, por un proyecto alternativo de sociedad y de país, nos marcó. 

Darío era así en el cotidiano, quienes lo conocieron saben que era así. Un tipo totalmente entregado, con una vocación política y de militancia muy fuerte que realmente, todos los días daba la vida por el otro. Y estos son muchos de los valores y de la ética militante y revolucionaria que predicaba el Che y tantos otros y otras y me parece que Darío leyó e interpretó perfectamente.