Pulperías, parroquias y plazas públicas: así se informaba la sociedad mendocina en la Revolución de Mayo

Hablamos con dos historiadoras para entender cómo circuló la información del proceso emancipador en 1810. ¿Cómo y cuándo llegó la noticia de la Revolución de Mayo a Mendoza?

Pulperías, parroquias y plazas públicas: así se informaba la sociedad mendocina en la Revolución de Mayo

Mendoza Antigua

Sociedad

Unidiversidad

Ernesto Gutiérrez

Publicado el 24 DE MAYO DE 2022

Poco más de dos siglos atrás, Mendoza fue clave no solo en el proceso independentista del país, sino también en el proceso revolucionario. Ahora bien, nos preguntamos cómo vivió esa época la provincia y cuándo llegó la noticia de que el Imperio Español había sucumbido. Antes, bien vale un repaso de lo que significó el proceso revolucionario para las y los protagonistas del primer gobierno patrio y qué reacciones hubo en los pueblos del resto del territorio nacional.

Según se explicaron historiadoras consultadas por Unidiversidad, luego de las invasiones inglesas, y de las victorias de las tropas criollas (que también integraban españoles peninsulares), un sentimiento de unidad y fuerza emergió entre la población rioplatense.

“España vivía desde 1808 el avance de tropas napoleónicas, y su poder político y económico se debilitó en poco tiempo. El siglo XIX comenzaba con grandes cambios políticos y económicos. El Virreinato del Río de la Plata ya contaba con una élite intelectual, un sector comerciante –que a su vez estaba imposibilitado para comerciar libremente con Inglaterra– y un grupo de criollos y españoles peninsulares armados que cada vez fortalecían más su poder militar. El descontento entre los criollos de Buenos Aires, así como el de los del interior, crecía a la par de las pretensiones de organizar un gobierno autónomo y la práctica del libre comercio. Así, un proceso intelectual, comercial y militar con ideas independentistas comenzó a desarrollarse en el Virreinato del Río de la Plata”, explicó Beatriz Bragoni, historiadora, investigadora del Conicet y docente de la UNCUYO.

En concordancia con Bragoni se encuentra Lucía Cortez, también historiadora y docente de la cátedra de Historia de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCUYO, que sostuvo que el mes de mayo de 1810 sería clave de este proceso revolucionario.

“A mediados de mayo, llegó la noticia de que Sevilla –municipio de la antigua España– había caído en manos de las tropas de Napoleón y, de esta manera, el virrey Cisneros se vio obligado a ceder ante los criollos que pedían una convocatoria a Cabildo Abierto.  A finales de ese mes, el 22 de mayo, se realizó una sesión de Cabildo Abierto en la que se decidió destituir al virrey Cisneros. El pueblo de Buenos Aires finalmente impuso su voluntad al Cabildo el 25 de mayo y creó una Junta de Gobierno liderada por el presidente Cornelio Saavedra. Se iniciaba el proceso revolucionario que desembocaría en la declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816”, detalló.

En tanto, a Mendoza, la noticia de los acontecimientos de la formación de la Junta del 25 de mayo y del pliego o circular que instaba a aceptar el nuevo gobierno y elegir un representante para integrar la junta arribaba 20 días después. Con una sociedad mendocina dividida y poco alfabetizada, los espacios públicos como plazas, pulperías y parroquias fueron escenario de comunicación y entendimiento de los sucesos revolucionarios.

“Estos acontecimientos militares fueron difundidos en lugares públicos. Las proclamas anunciadas por los jefes, o las noticias difundidas por los curas en las parroquias rurales, se constituyeron en canales de información por medio de los cuales los sectores populares pudieron acceder al conocimiento de los sucesos políticos y militares, y asumir una posición al respecto. A esto se sumó la proliferación de rumores que permitían la difusión de noticias en el anonimato, a causa de la incertidumbre política y la falta de información divulgada”, remarcó Cortez.

Asimismo, estaba presente la pretensión de las élites de controlar la información divulgada en lugares públicos. "El fin era evitar todo tipo de rebeliones o movimientos conspirativos organizados por grupos disidentes que pudieran perjudicar los fines políticos perseguidos”, sumó la docente. Durante días, se registraron escenas de gran tensión entre las autoridades y los vecinos respetables de la ciudad.

La noche del 13 de junio, según afirmaron las historiadoras, un joven miliciano bajó de su caballo para entrar a la sala del Cabildo mendocino. Se llamaba Manuel Corvalán y llevaba los despachos oficiales de la Junta Gubernativa instalada en Buenos Aires del 25 de mayo. La noticia confirmó el rumor del día 6 y estremeció a las autoridades locales, que inmediatamente se reunieron en la sala Capitular y resolvieron convocar a los vecinos más representativos de Mendoza.

Los ciudadanos concurrieron al edificio del Cabildo y colmaron sus instalaciones. En un costado, estaba el oficial Corvalán, rodeado de un público fervoroso que le preguntaba por los acontecimientos desarrollados en Buenos Aires.

“Uno de los cabildantes leyó el acta del día 25 de mayo que decía 'que había sido depuesto el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y se conformaba una Junta a favor del rey Fernando VII'", sumó Cortez.

En tanto, Bragoni relató que, a pesar de la incertidumbre que había en una parte de la sociedad mendocina por la formación de la Junta, las autoridades y funcionarios coloniales, como el subdelegado de armas Don Faustino Ansay, Domingo de Torres y Joaquín Gómez de Liaño, trataron de ser más cautos y esperaron a que se desarrollaran los acontecimientos.

“Sucesivas reuniones se celebraron en torno de este delicado asunto y comenzó a surgir una oposición por parte de Ansay y sus colaboradores a adherirse a la Junta de Gobierno. En tanto, el gobernador intendente de Córdoba, de quien dependía nuestra provincia, presionó para oponerse a las nuevas autoridades de gobierno”, contó.

Según las historiadoras, la situación era muy tensa y existía incertidumbre por parte de los representantes. Fue por eso que organizaron en la Sala Capitular un Cabildo Abierto para definir la posición de Mendoza. A la reunión concurrieron unos 46 vecinos que debatieron sobre si se oponían o apoyaban a la Junta. Las autoridades, encabezadas por Ansay, Torres y Gómez de Liaño se opusieron al gobierno de Buenos Aires.

“Algunos de los asambleístas quedaron molestos por esta decisión, y los dos alcaldes, temiendo una posible confrontación, exigieron que el comandante Ansay entregara las armas y pertrechos. Se iniciaba una tendencia separatista”, dijo Bragoni.

Varios vecinos supieron de la oposición de las autoridades, por lo que un grupo que apoyaba a la Junta se volcó a las calles y tomó la Sala de Armas del Cabildo. Entre ellos iba el fraile Lorenzo Miraldes, luego Capellán del Ejército de los Andes. La presión fue tan grande que se convocó a una nueva asamblea y se decidió elegir a un diputado para que representara a Mendoza ante la Junta. Fue elegido Bernardo Ortiz y se votó a Isidro Sáenz de la Maza como nuevo comandante de armas.

En respuesta, un motín se levantó. “La noche del 28 de junio, Faustino Ansay, Torres, Gómez de Liaño y 30 vecinos asaltaron el cuartel para apoderarse de las armas. Entre ellos se encontraban varios ingleses y portugueses. Ya en el cuartel, y con los pocos soldados que habían reunido, se dispusieron a sostener la negativa de la Junta. A pesar de la actitud, no hubo derramamiento de sangre gracias a la intervención del presbítero Domingo García, que calmó los ánimos y propuso que se celebrarse un acuerdo entre las partes. La reunión se realizaría el 1.º de julio”, resaltó Bragoni.

El acuerdo celebrado el 1.º de julio por una junta reconoció que era importante la adhesión a la causa del rey Fernando VII mediante la Junta de Buenos Aires.

“Días después de firmar este convenio, el gobierno de Córdoba solicitó armas y tropas; las autoridades del Cabildo de Mendoza negaron el envío diciendo que había tenido lugar un acuerdo y que no podían socorrerlos. En la mañana del 10 de julio, el coronel Bruno Morón llegó a nuestra ciudad con la misión de reclutar tropas y reunir armas para la expedición militar contra Córdoba. Esto produjo el apoyo incondicional a Buenos Aires y la destitución del comandante Faustino Ansay. En Mendoza, la revolución había triunfado”, completó Cortez.

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