Sexismo, binarismo y racismo en los códigos de vestimenta escolares

Los códigos de vestimenta que se establecen en las escuelas dejan traslucir ideas discriminatorias: sexualización de los cuerpos, binarismo y hasta racismo. Dialogamos con Julia López, editora de género de Unidiversidad.

Identidad y Género

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Unidiversidad

Publicado el 04 DE NOVIEMBRE DE 2021

Son muchas las experiencias de estudiantes que reciben sanciones por incumplir las normas de vestuario y apariencia establecidas en las escuelas. ¿Cuáles son los criterios sobre los que se deciden esas normas? Las desigualdades en clave de género están a la vista y, desde Atardecid@s, dialogamos sobre ellas con Julia López, editora de género de Unidiversidad

Días atrás, un estudiante cordobés fue reprendido por acudir a su colegio con pollera. La opción de usar pantalón corto no era posible según la normativa y, para no pasar calor, decidió usar el uniforme que se prevé, en principio, para las mujeres. Estas situaciones nos suenan conocidas en la historia: mujeres sancionadas por tener la pollera dos centímetros más corta que lo establecido o varones por llevar el cabello rozando con la camisa. 

En general, se dice que el uniforme se usa “para disciplinar, establecer cierto orden, otorgar sentido de pertenencia al estudiantado”, entre otras razones. Sin embargo, como demuestra el caso de Córdoba, es un hecho que la normativa de la vestimenta se establece de modo diferenciado para hombres y mujeres. ¿Cuáles son los criterios y sobre qué parámetros se establecen? Y la otra gran pregunta: ¿qué pasa con las personas no binarias?

“En general, la vestimenta y la apariencia de los varones se ha regulado con una intención de orden y cohesión, pero, en el caso de las mujeres, la vestimenta se impone con el objetivo de institucionalizar la sexualización y el control de sus cuerpos”, introdujo López. 

De los varones se espera que estén “prolijos” y eso, en muchos casos, no implica un gran cambio: pueden vestirse de un modo similar al de su día a día. En el caso de las mujeres, el cambio es rotundo: se prohíben prendas que son cotidianas en la vestimenta femenina, como musculosas, polleras cortas, calzas o escotes. Incluso hay ejemplos de prohibición de calzas en niñas de primaria. Bajo esta regla, subyace la idea de que las mujeres son las responsables de la “distracción” de los varones, es decir, subyace la culpabilización.

Si pensamos que “los varones se pueden llegar a distraer con las chicas que estén vestidas de tal o cual forma (...), podemos deducir que incluso importan más sus trayectorias educativas” que las de las mujeres. Es decir, se está eligiendo la ropa de las mujeres de acuerdo a lo que pueda llegar a pasarle a un hombre, como apuntó el conductor. 

En este sentido, la editora de género analizó: “Lo que se hace es negar los cuerpos para negarse a hablar de lo necesario: sexismo, abuso, acoso”. Por el contrario, se enseña a los estudiantes “a ver a sus compañeras como un objeto de distracción” y no como personas con el mismo derecho a la educación que ellos. 

A todo esto hay que sumarle que “los códigos de vestimenta en los colegios son sexistas, pero también son binaristas”. No incluyen a las personas no binarias. “¿Cómo puede ser que tengamos DNI sin género binario, pero no podamos aplicar la misma idea al uniforme?”, reflexionó la editora. 

Para concluir, realizó también un análisis desde la interseccionalidad, es decir, las múltiples identidades que dan origen a distintas opresiones. Las normativas sobre la apariencia en las escuelas “se direccionan a suprimir las características físicas propias de las poblaciones discriminadas o las minorías raciales, en favor de los grupos dominantes (como son los varones) o el aspecto caucásico”. Por ejemplo, se sanciona el cabello voluminoso, como tienen las poblaciones afro, o el cabello largo en los varones, como tienen los indígenas.

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