Terrorismo en perspectiva

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Terrorismo en perspectiva

Facultad de Filosofía y Letras

Especial conflictos armados

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Nahir Saua, becaria de Prensa de la Facultad de Filosofía y Letras

Publicado el 20 DE OCTUBRE DE 2016

El atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, Estados Unidos, ocurrido el 11 de septiembre de 2001 marcó el inicio de una nueva guerra: la guerra contra el terrorismo. En los últimos años, los ataques terroristas fueron cada vez más seguidos. Los de Europa fueron los más difundidos, pero en su mayoría se han llevado a cabo en países de África y Medio Oriente como Nigeria, Afganistán, Libia, Yemen y Arabia Saudita.
 

La guerra por el oro negro

María Carolina Ferraris, titular de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras, hace especial hincapié en la multicausalidad del surgimiento de los grupos terroristas. Señala como causas principales las consecuencias de la devastación económica y los problemas limítrofes de Medio Oriente y África generados durante y luego de la colonización que llevaron a cabo en la zona países como Inglaterra, Francia y Bélgica.

La especialista, empero, aclara que la “lucha contra el terrorismo” va más allá del objetivo de acabar con los núcleos violentos y que, junto con la “búsqueda de armas químicas” y la “instauración de la democracia en países bajo gobiernos tiránicos”, converge en los intereses económicos que se tienen en la región. Así, estos frentes de batalla, aparentemente humanísticos, en realidad son la contracara de la guerra por el petróleo. La investigadora opina que si se toma en perspectiva, el terrorismo es la respuesta a los incansables intentos de los países desarrollados por crear inestabilidad en la zona para sacar provecho.
 

Las abejas suicidas

En cuanto a los atentados en Europa, Ferraris contempla que los grupos terroristas han logrado cometer ataques que cobraron la muerte de civiles y sembraron miedo, pero ve su impacto mucho menor a la acción bélica de los países desarrollados en intervenciones militares en Medio Oriente. Al asesinar a Saddam Hussein, quien tenía bajo control a los grupos extremistas, Estados Unidos y las potencias europeas y asiáticas no hicieron más que revolver el avispero para sacar la “miel negra” a costa de una que otra “picadura” de las “abejas suicidas”.
 

Estado Islámico, las caras bajo la máscara terrorista

El Metropolita Siluan Muci, máxima autoridad en nuestro país de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía, en una disertación sobre la problemática de Medio Oriente que se realizó en septiembre pasado en la Facultad de Filosofía y Letras, se detuvo especialmente en la actuación del ISIS.

En su opinión, el grupo extremista recibe fondos y ayuda de países con intereses en la zona. El ISIS, a días de tomar la primera ciudad, ya contaba con fondos millonarios en su cuenta y tenía acceso a casi todos los medios de comunicación. El despliegue mediático le ha permitido conseguir adeptos y es uno los motores de su poder.

Los recursos naturales que confisca (principalmente petróleo y gas) los vende a través de Turquía. El ISIS tiene grandes ingresos del mercado negro internacional a partir de la trata de mujeres y niños rehenes y de la venta de órganos (de heridos), armas y antigüedades.

El obispo señaló que el comercio de las armas se ha visto favorecido. Muchos países desarrollados prueban y muestran su armamento de última tecnología en los conflictos y venden armas a los pueblos árabes para su defensa y, “bajo la mesa”, a los terroristas. Esto, sin contar que, además, los ataques movilizan refugiados aprovechados como mano de obra barata en Europa y, a la vez, son excusa para frenar su ingreso una vez satisfecho el cupo. Si se mira en perspectiva, muchas son las caras bajo la máscara del terrorismo.

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