Tiempos ventosos

Por Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.

Tiempos ventosos

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Publicado el 14 DE MARZO DE 2022

A nivel provincial, van finalizando negociaciones paritarias con los trabajadores estatales que han tenido avatares, pero no han sido singularmente álgidas. Quizá lo más destacable haya sido la insólita declaración de la cámara empresarial que pidió aumentos “sensatos” de salarios –es decir, mínimos- metiéndose en lo que nadie los ha llamado, ni les atañe en absoluto: quizás hay allí quienes se sienten (quizá con alguna razón, lamentablemente) dueños de la provincia.

Mientras, un documento de la reaccionaria Fundación Mediterránea (que nadie tildaría de contraria a JxC) certifica lo que aquí todos sabemos: Mendoza tiene malos índices económicos, su recuperación post-pandemia es apenas la mitad que la nacional, y la producción de nuevos puestos de trabajo es también deficitaria. La Fundación se asoció al reconocido estribillo según el cual en la provincia va mal por culpa de la Nación, aunque a esta le va mejor, y aunque otras provincias con gobierno de JxC no están tan en retraso como Mendoza: pero a falta de políticas, llueven excusas.

Son las que existen para dos casos que han conmovido a parte de la opinión pública: la entrega de nada menos que 12000 hectáreas de tierras en el Sur a una empresa privada (El Azufre, de dudosas credenciales) para hacer un centro de esquí. Gratis. Sin licitaciones ni concurso. Un hecho pasmoso: el espacio cedido, además, es mucho más grande que el que un centro turístico requiere. Esto se ha complementado con la posterior cesión (léase también entrega gratis y sin licitación) de 10 hectáreas en Uspallata, que pertenecen a la Dir. Gral. de Escuelas, a los dueños de Edemsa. El patrimonio del Estado se está cediendo como si fueran posesiones personales de los actuales funcionarios, siempre regalado a grandes empresarios. No se sabe de cesión para viviendas sociales, ni para emprendimientos de organizaciones territoriales.

Mientras, a nivel nacional continúa la interminable saga para la probable aceptación del convenio con el FMI. El debate ha sido lamentable, sobre todo dentro del progresismo, donde se ha superpuesto oposición al Fondo con oposición al nuevo acuerdo, pues se ha ignorado que ya estamos dentro de un convenio con ese organismo: es el que firmó Macri, empeñando al país de la peor manera. Ya no hay elección entre “No al FMI” y “Sí al FMI”, sino que la elección es “Acuerdo de Macri, o acuerdo nuevo”. Como el acuerdo de Macri implica pagar ya mismo 20 mil millones de dólares y en las reservas no da siquiera para pagar 3 mil, el margen de elección no es grande.

En todo caso, lo más ruidoso no parece ser la discusión sobre el acuerdo, sino las fricciones internas dentro del Frente de Todos. Hemos visto allí detonar diferencias intestinas de manera estridente. Algunos sectores han clamado por su derecho a disentir: pero sin asumir una cuota de responsabilidad en la difícil situación en que ha quedado el gobierno nacional.

Se verá qué capacidad tiene la coalición gobernante de sostenerse como tal en el futuro inmediato. La unidad nada le garantiza, pero la división lleva a su seguro fracaso.

Mientras, la guerra iniciada militarmente por Putin y geopolíticamente por los avances de la OTAN, continúa sin novedades. Zelenski sigue siendo capaz de resistencia, aunque ello le aumenta los daños sin asegurar mejor resultado en la negociación. Europa vive los efectos de dejar su seguridad en manos de los Estados Unidos: fuertes golpes a su economía, y problemas en la provisión del petróleo y el gas, además de una guerra a la puerta de su territorio, la cual sólo le importa a la potencia del Norte.

Rusia no consigue por ahora su propósito de garantizar que la OTAN quede lejos de sus fronteras, y su economía no es tan robusta como para no sufrir consecuencias de las sanciones. Por ello, necesita un final de la guerra, que por ahora no se avizora.

El mundo necesita la paz. Si la OTAN asumiera la decisión de no instalarse en Ucrania, el avance hacia el final de la guerra estaría garantizado. Pero notoriamente, no es eso lo que importa a Biden y el complejo militar estadounidense: quieren arrodillar a Rusia, para desde allí, luego tratar de rodear a China. Un propósito que es sólo de ellos, al cual le debe el mundo este insensato momento de tensión planetaria.-

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