Un proyecto busca mejorar la producción de vacas en Uspallata y lograr el abastecimiento local

La Asociación Agrícola Ganadera Mario Velázquez trabaja junto con un equipo veterinario y de profesionales de Conicet para mejorar la reproducción del ganado. La iniciativa se puede replicar en otros departamentos y en otras provincias.

Un proyecto busca mejorar la producción de vacas en Uspallata y lograr el abastecimiento local

La asociación está integrada por 67 familias que viven y crían el ganado, en Uspallata / Foto: Gentileza Marcelo Anzorena.

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Verónica Gordillo

Publicado el 24 DE OCTUBRE DE 2023

Es una cadena. El primer eslabón son las 67 familias que integran la Asociación Agrícola Ganadera Mario Velázquez, de Uspallata, cuyo sueño es mejorar las condiciones de cría y reproducción de sus vacas, evitar traslados e intermediarios, lograr faenar en la zona y abastecer a la comunidad. El segundo, es un grupo de especialistas en veterinaria que aporta todos sus conocimientos sobre los rumiantes. El tercero, profesionales del Laboratorio de Fisiopatología Ovárica del CCT Conicet, que buscan mejorar las condiciones reproductivas del ganado. Todos esos eslabones se integran en un proyecto, que intenta que las familias crianceras puedan cumplir su sueño.

Los eslabones se unieron a través del Área de Vinculación Científica y Tecnológica del Conicet Cuyo. Trazaron un plan de trabajo que fue seleccionado en la convocatoria de Proyecto Especial de Innovación Social (PEIS), que realiza todos los años a nivel nacional el organismo científico. La iniciativa “Implementación de mejoras tecnológicas en la producción bovina con impacto en el sector socio-productivo de Uspallata-Mendoza” logró acompañamiento de distintos organismos y un financiamiento de 10 millones de pesos.

El proyecto, que comenzó en marzo de 2022, une saberes. Conjuga la experiencia de las familias crianceras que aprendieron este trabajo de sus mayores, de profesionales del Centro de Estudios Agrarios (CEA), del Instituto Nacional de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena; del Laboratorio de Fisiopatología Ovárica, que depende del Instituto de Medicina y Biología Experimental de Cuyo (Imbecu) y del Instituto Nacional de Agua (INA), que se sumó para intentar reducir al máximo la huella de carbono.

“Es salir de la cuevita”, resume la directora del proyecto y del Laboratorio de Fisiopatología Ovárica, Myriam Laconi. “Para el grupo de investigadores fue fantástico, porque vivimos diciendo que hay que colaborar con soluciones concretas que estén al servicio de la gente, que mejoren su calidad de vida. Esta es una situación de aprendizaje extraordinario, porque hay que salir de esa visión de que nosotros tenemos la verdad absoluta, hemos aprendido muchos de los productores sobre el manejo real del ganado, también del grupo de veterinarios que los acompaña, que invierte muchos días, muchas horas de su tiempo para mejorar el estado sanitario de los animales, entonces ha sido una situación de ida y vuelta muy enriquecedora y vamos a seguir trabajando”, explica.

La doctora en Ciencias Biológicas dice que el proyecto es ambicioso. Explica que se puede hacer extensivo a otras zonas de Mendoza donde se cría ganado bovino, como Santa Rosa, Rivadavia, San Rafael y Malargüe; a otras provincias, como San Luis y San Juan y a otras especies como caprinos y porcinos, e incluso conformar un banco de germoplasma que permita obtener y guardar material genético de animales.

El equipo busca mejorar el estado general de los animales y la sanidad, bases para mejorar la reproducción. Foto: Gentileza Laureano Sosa. 

Primer eslabón

Marcelo Anzorena es vocal de la Asociación Agrícola Ganadera Mario Velázquez, que formaron hace dos años y medio y que integran 67 familias productoras de esta localidad, ubicada a 120 kilómetros de la Ciudad de Mendoza. El nombre de la entidad es un homenaje a uno de los socios fundadores, que murió por Covid-19.

Marcelo, que vive con su esposa Ana Laura en un predio de 15 hectáreas ubicado en San Alberto, a 8 kilómetros del pueblo, explica que el grupo tiene en promedio 1.100 vacas. A eso se suman 300 yeguas, porque algunos se dedican a su cría, además de 200 cabras y porcinos para consumo propio.

El productor contó a Unidiversidad que la razón primigenia por la que formaron la asociación fue abaratar los costos de la trashumancia, una modalidad de pastoreo transmitida de generación en generación que consiste en llevar a los animales hacia la cordillera en octubre para que engorden en una zona donde hay agua y pasto, e ir a buscarlos en abril. Si cada uno pagaba un camión para llevarlos, era muy caro, pero si lo hacían en conjunto los costos eran mucho menores. Así lo hicieron.

Anzorena trabaja para que no se pierda la trashumancia que aprendieron de sus mayores. Foto: gentileza Marcelo Anzorena.

Esa razón primigenia fue la raíz de muchas otras: mejorar el estado de los animales, aumentar la reproducción y a largo plazo contar con una pequeña cámara frigorífica parar evitar el largo circuito que hacen los animales. Hoy, un intermediario compra el ternero, lo lleva a Córdoba o La Pampa a engordar, lo trae de regreso a Mendoza para faenarlo y luego los carniceros de Uspallata compran la carne hasta tres veces más cara.

“Nosotros aspiramos a hacer todo el circuito, sabemos que con la cantidad de animales que tenemos no vamos a abastecer a todo el pueblo, pero nos gustaría que por lo menos un gran porcentaje quede acá y que sea un beneficio económico para las familias que vivimos de esto. Además, apostamos a que Uspallata crezca, que nuestros hijos no se tengan que ir, porque empezamos a ver que la trashumancia iba a desaparecer, primero éramos todos grandes, pero hoy logramos que chicos de 20 o 25 años se animaran, compraran una vaquita y eso es fundamental para poder seguir con este legado”, comenta.

¿Cómo lograr esos objetivos? Marcelo cuenta que pidieron ayuda y enviaron muchos mensajes. Contestó un grupo de profesionales del Centro de Estudios Agrarios.

Entre todos los integrantes de la Asociación tienen 1.100 vacas, además de otros animales para autoconsumo. Foto: Gentileza Laureano Sosa.

Segundo eslabón

Laureano Sosa es médico veterinario, especialista en sanidad de los rumiantes, maestrando en producción ganadera en zonas áridas, integrante del Centro de Estudios Agrarios y técnico del Instituto de Agricultura Familiar. Es una de las personas que comenzó a acompañar hace dos años a la Asociación tanto en el proceso de trashumancia, como en lo relacionado a la sanidad, la nutrición y la reproducción de los animales.

En una de las primeras charlas que tuvieron —comenta el veterinario— hablaron sobre esa visión macro de lograr el autoabastecimiento de carne para Uspallata, un proceso a largo plazo, de 7 a 10 años. “Esa sería la visión final, mejorar todos los parámetros de los animales y tener una producción ganadera con productores dignos, que ganen mejor, porque el trabajo que hacen implica un enorme esfuerzo. Entonces no solo queremos que les sirva para mejorar sus ingresos económicos, sino para abastecer carne a nivel local, en forma más barata. Las condiciones están dadas para que eso se produzca en la medida que haya aportes económicos y continúe el acompañamiento”.

El médico veterinario, Laureano Sosa, y la bióloga Myriam Laconi realizan estudios a los animales. Foto: Gentileza Myriam Laconi.

El grupo de profesionales comenzó a trabajar junto a las familias productoras para mejorar el estado general de los animales a través de la vacunación, de la alimentación, de cuidados en los traslados. En este sentido, el proyecto prevé la siembra de alfalfa para suplementar la nutrición entre noviembre y diciembre, los meses donde hay menos pasturas.

¿Qué produce una mejora en el estado general de un animal? Sosa responde que el cambio central es la reproducción, ya que por ejemplo en La Pampa de cada 100 hembras 90 tienen un ternero al año; mientras que en las zonas áridas de cada 100, 45 pueden lograrlo. En Uspallata, ese número estaba en 30 cada 100 y ahora se elevó a 70 de cada 100.

Integrantes de la Asociación viven y trabajan en Uspallata, a 120 kilómetros de la Ciudad de Mendoza. Foto: Gentileza Sosa.

Tercer eslabón

El trabajo del equipo del Laboratorio de Fisiopatología Ovárica es clave para evaluar las condiciones fisiológicas de las vacas e intentar mejorar su condición reproductiva. Monitorean a 30 animales, de 10 familias productoras, un número representativo del total de rumiantes.

El equipo ya completó el procesamiento de las muestras en el laboratorio y obtuvo una evaluación de las condiciones actuales del sistema endócrino reproductivo de los animales. Ahora falta el análisis post mejoras, cuyos resultados definitivos estarían disponibles entre marzo y julio de 2024.

La directora del proyecto, Myriam Laconi destacó la importancia del trabajo en equipo. Foto: Unidiversidad. 

Laconi destaca la importancia del trabajo conjunto. “Hay una colaboración muy linda entre los productores, el equipo de veterinarios y los científicos que ha servido para que las familias puedan salvar un montón de dudas respecto del manejo de los animales, que los puedan tener identificados, que cuenten con el aporte del servicio de los veterinarios que vacunan, desparasitan, hacen las historias clínicas y tienen una relación muy directa con las comunidades”.

La bióloga destaca que el proyecto puede replicarse en otras zonas, teniendo en cuenta que una de las prioridades del Gobierno provincial es mejorar la producción del ganado bovino, caprino y porcino. Una propuesta que puede extenderse a otras provincias con características similares, como el caso de San Juan.

Familias y profesionales trabajan y comparten experiencias. Foto: Gentileza Laureano Sosa.

El objetivo de máxima —explica Laconi— es crear un banco de germoplasma mendocino, que incluya ovocitos y espermatozoides de los animales que identifiquen como de mejor calidad, es decir una especie de documento de identidad de vacas y toros criados en condiciones extremas de temperatura y sequía pese a lo cual lograron buenos resultados reproductivos. Ese material genético —dice— se puede vender a intercambiar con otras asociaciones.

Es una cadena. El primer eslabón es la Asociación Agrícola Ganadera Mario Velázquez, el segundo, el equipo veterinario y, el tercero, profesionales del Laboratorio de Fisiopatología Ovárica del CCT Conicet. Eslabones de una misma cadena, que trabajan con el objetivo de mejorar la producción de ganado vacuno en Uspallata y lograr el autoabastecimiento de los habitantes de la zona.

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