Denuncia de abuso sexual contra el cantante de una banda

El video de Mailén relatando la violación de la que fue víctima está comenzando a viralizarse, pero ¿hasta qué punto vamos a escucharla? Acá, una opinión puesta en el contexto de los abusos cotidianos sufridos por mujeres, otro intento contra la violencia machista.

Denuncia de abuso sexual contra el cantante de una banda

Migue, guitarrista y cantante de la banda "La ola que quería ser chau".

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Unidiversidad / Gisella Ferraro

Publicado el 16 DE ABRIL DE 2016

Mailén describe cómo fue abusada sexualmente y no estoy segura de que todos nosotros podamos escuchar los doce minutos del relato completo. “Decime que sos mi nena”, aunque ella llore y quiera irse; “Jodete por haber venido a mi casa”, aunque ella sólo accedió a eso: a ir a su casa, no a un tormento sexual; “A mí me excita que te duela”, aunque ella a esa altura ya casi ni pueda sentir, deshecha de dolor y humillación en una cama. Y así, frases aún más terribles y espeluznantes para contar otra vez la misma historia: el extremo de la violencia machista en acción.

Pero esta vez tenemos el relato, tenemos a Mailén a días de ser abusada frente a una cámara contando con firmeza admirable su historia. Tenemos a la víctima sentada frente a nuestros ojos y las palabras nos golpean duro. Es ahora cuando los minutos del relato deben correr hasta el final, cuando no debemos mirar para otro lado entre la incomodidad y la simple lástima,  cuando debemos sostener esta pantalla, hacer eco de la valentía de ella y correr esta voz hasta que nos taladre cada célula de este machismo invisible, impuesto en hombres y mujeres por igual. Porque Mailén está para contarlo, porque Mailén supo identificar el hecho como punible hasta el extremo desenredándose de la falsa culpa de “acceder ir a su casa” para distinguir entre eso y una violación.

No es poca cosa tener esa historia frente a nuestros ojos. No es poca cosa tener a Mailén entre nosotros la misma semana que (por sólo nombrar un ejemplo cercano) Trinidad, una niña de ocho años, fue raptada y prendida fuego en Maipú, y entre esa captura y el final más macabro de todos, jamás sabremos lo que pasó. Trinidad hoy es una más de las tantas muertas y desaparecidas sin voz en estas historias. Mailén la tiene y por lo tanto la tenemos todas. Empecemos a hacernos cargo.

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