Fecundo saltimbanqui del delirio

Es uno de los dibujantes más productivos de Argentina. Estuvo entre los célebres hacedores de la osada Humor Registrado. Publica en Página/12 desde el primer número. Colabora en Veintitrés, revista Orsai, Fierro, El País y La Vanguardia.

Fecundo saltimbanqui del delirio

Foto: Rectorado UNCuyo

Cultura

Unidiversidad

Emma Saccavino

Publicado el 28 DE AGOSTO DE 2013

“Uno de los mayores problemas es el contrabando ideológico; Capusotto es un ejemplo de claridad política”; “Si tengo que definirme políticamente, diría que soy del partido del reparto y que detesto el del ajuste, sea cual sea”; “La militancia ciega es para los militantes ciegos; yo soy un militante libre”; “Soy más delirante que terráqueo”, “El arte es para mí el más auténtico narrador de la historia humana”; “No hay nada más honesto que la subjetividad”, “En síntesis, todo es por guita”. Sentado en su irreverencia, Miguel Repiso no parar de tirar títulos. Apretada en el aula 4 del primer piso de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, una nutrida concurrencia de estudiantes y curiosos lo escuchan absortos.

Perspicaz hilvanador de ideas, el creador de gemas como Rep hizo los barrios, Bellas Artes, Postales, La grandeza y la chiqueza, Auxilio, Vamos a nacer o la exquisita edición de Don Quijote de la Mancha conduce los destinos de la charla hacia donde le place. Y sus conceptos comportan tal densidad que uno no puede más que, cual médium, transcribirlos con el fin de que se expandan sin límites. Desgranaremos aquí, uno a uno, los disparadores propuestos en el encuentro con este inquieto buceador de mundos.

“Entre el humor y la política” llevó por nombre el tópico que propulsó la charla que Rep dio el lunes en Mendoza, invitado por la Universidad Nacional de Cuyo. Pero él, consabido militante de las trincheras de la sensibilidad, fue redefiniendo, de a poco, su postura ante esa etiqueta. ¿Existe el humor político? “Yo no concibo ninguna labor sin política. Lo que ocurre es que en nuestra historia el humor gráfico se ha hecho el boludo frente a la política. Cuando se dice que alguien es humorista político se concibe como alguien que supuestamente es neutral en la historia, como una especie de observador de lo que es el poder, pero en realidad este no suele vislumbrar lo que es poder real, de lo que son las medidas gubernamentales: digamos que siempre el problema es el gobierno”.

“Lo que quiero decir es que el humor político nunca hila fino, tiende a ser siempre farandulero; es decir, dibujar personajes y escenas de la macropolítica de un gobierno de turno sin profundizar. El humor político obvio, ese que consiste en caricaturizar a la farándula, me embola. Yo, al igual que, creo, todos aquellos a quienes nos gusta hacer libros, jamás haría un libro de política 'actual'. Porque son libros que a los cinco años, ponele, los leés y decís: '¿Pero quién es este Machinea? ¿Quién es Erman González?' Digo, no garpa a futuro”. Las carcajadas resuenan en el auditorio.

“Nuestro problema es que creemos que el humor político es esa cosa ‘tatoboresca’ o Pinty, donde cuanto más gorila seas, mejor, y vas a podés vigilar el populismo, como si el populismo fuera el gran cáncer de estas sociedades. Lo que sucede es para aquellos que hemos estado siempre en la vereda del reparto estamos más claritos: yo soy del partido del reparto y detesto el partido del ajuste, sea cual sea”.

Con esa firmeza, el también muralista va delimitando los mundos que vemos en sus creaciones: “No me gusta hacer un dibujo literal u obvio de lo que pasa políticamente, me gusta más trabajar sobre lo social. Me gusta contar mi mundo, y dentro de mi mundo delirante, blanco, negro, pavote, se desliza en mi humor una cosa social”.

Ese interés por lo social, esa mirada poética cristaliza en la que sea tal vez una de las obras cumbres del dibujante autodidacta: “Para mí lo más fascinante es hacer humor político con la historia. Eso quise hacer en 200 años de peronismo (obra con la que Rep reedita el revisionismo iniciado en La grandeza y la chiqueza): poner una mirada política e ideológica contemporánea sobre hechos como Cancha Rayada, Rosas. Quizá uno sea más político a la distancia que en la arena mojada de la actualidad. Porque la distancia que te da la historia es mucho más reflexiva que el estar viviendo. En el hoy uno tiene intuiciones, errores, aciertos, pero no tenés toda la información, es incómodo y te lleva a hacer algo superficial. Pero en la historia hay documentos, hay fundamentos, hay interpretaciones”.

“No me gusta opinar sobre la coyuntura, sobre la novedad, me gusta tener una opinión formada con la mayor cantidad de pruebas posibles. Por eso detesto el periodismo quick, que encima ahora también es un periodismo que genera realidades; ya no se conforma con opinar, o poner lupa en una realidad que no estaba alumbrada, sino que genera, son unos deshonestos absolutos. Parece que hoy la omnipotencia del periodista lo lleva hasta el punto de generar la historia”, remata.

No al contrabando ideológico

“Muchas veces los artistas tienen pudor de desnudar su ideología. Hay una cosa de distancia, de torre de marfil donde el autor se tiene que aposentar para, desde esa especie de panóptico, ver a la sociedad y criticarla”. Frente a ellos podemos poner, dice Rep, a ciertos referentes que modifican de raíz esta perspectiva. Y uno y fundamental es, cómo no, Humor Registrado, la osada publicación que supo enfrentar a la última dictadura. La censura probablemente haya sido una de las fuerzas que impulsó tanto ingenio para criticar y burlarse de guardianes y dueños del poder durante la etapa más sangrienta de nuestra historia. “Creo que haber trabajado en la revista Humor en el momento de la dictadura definitivamente me politizó”.

Entre los males de la sociedad argentina ponderó, en este sentido, el contrabando ideológico. Entre tanta confusión, resaltó al actor Diego Capusotto. “Él es para mí un ejemplo de claridad política: pese a que no nombre a ningún personaje de la farándula política de manera explícita, está haciendo política con cada uno de sus sketches; finita, gruesa o lo que sea, pero en sus manifestaciones públicas se pronuncia claramente alineado con un proyecto específico”. En mi caso, trato de que la gente sepa cuál es mi pensamiento y dónde estoy. Los dibujantes inocentes no existen. Nadie que labure en un medio masivo de comunicación lo es. Se puede hacer el boludo, que es otra cosa. Si estás en Clarín o en La Nación tenés que saber que estás laburando para dos corporaciones que quieren que el país siga como estaba antes del 2001”.

Arena mediática

¿Creés que las pugnas políticas se dirimen hoy, o más bien, se plasman hoy en los medios?

“Absolutamente. Hoy por hoy no peleás por si te cae mejor este u otro candidato, la cosa pasa por con quién estás alineado mediáticamente; es tan grosera la división que lo que antes era derecha-izquierda hoy es ‘Leés esto o leés aquello’. Que desde mi punto de vista puede traducirse como ‘Sos una ovejita o tenés un sentido crítico’.

“Creo que es simplemente la forma, el cariz que ha tomado la política. Y no solo en el país, sino en el mundo. Casi siempre pasa que si el gobierno es progresista tiene una prensa minoritaria y un gran porcentaje de prensa fiscalizadora que utiliza cualquier arma para devastar.

“Igualmente yo no estaba preparado para esta guerra mediática. Es muy bravo lo que está ocurriendo, porque es una guerra que ha perdido todo tipo de códigos, sobre todo de un lado. Ya esperás que se invente cualquier cosa. Ahora, por supuesto, como todas las guerras, no pasa por banderas, sino por guita. Todo es guita.

“Ahora, si algún día la Ley de Medios se instalara totalmente como debería ser cambiaría la cosa, porque los monopolios perderían fuerza y sí o sí tendría que ser todo más equilibrado. En Argentina el monopolio es uno solo, ramificado en cientos de medios, pero está enhebrado a la vez con multinacionales, hay que estar despiertos”, alerta.

El humor, la libertad y sus fronteras

¿Hay un “mejor no hablar-dibujar ciertas cosas?

“Soy totalmente libre. Lo que no voy a hacer son dibujos que puedan ser manipulados por el enemigo, en ese sentido me siento poco libre en estos momentos. Todo el tiempo me cuido de no darle de comer a mi enemigo”, responde, en clara referencia a las corporaciones mediáticas. Sin embargo, aclara que este no es un estado permanente. Consciente de la ciclicidad, dice que “esto es lo que pasa en este momento en particular, pero va a terminar y pasaremos a otro estado de cosas en el que nos tocará ser más bravos. Cuando este ciclo termine, volveremos a esa cosa sanguinaria, pero este no es el momento”.

“Experimento la libertad cuando tengo que hacer alguna crítica. Pese a mi simpatía con el modelo, no me privo de hacerlas. Pero no a la base del reparto. Hay muchas cosas que están para el orto y hay que decirlas. La militancia ciega es para militantes ciegos; yo soy un militante libre, con un montón de armas técnicas y sentimentales que tienen que ver con el humor gráfico, con el dibujo, con la plástica, con la letra, pero estoy clarito en un lado y no quiero que se confunda”.

Sus personajes, hoy

¿Qué están haciendo en 2013 personajes como Lukas o Auxilio?

“Lukas y Auxilio siguen viviendo en mis tiras de Página/12. La novedad de Lukas es que nunca hay novedad, nunca, porque él es un personaje de la metafísica dark. Es una personita que podría haber vivido en la época romántica del siglo XIX, podría haber sido amigo de Oscar Wilde o de Verlaine, y luego podría haber dado un gran salto hacia la época del darkismo de The Cure o Siouxsie and the Banshees. Hoy, como siempre, su conducta es inalterable, lo que cambia es lo que pasa a su alrededor”.

“Auxilio sí que ha cambiado desde que nació, en el año 90. Auxilio es hija de Gaspar, el Rebolú, que es un padre plomo progresista psicobolche, pero igual yo lo quiero. Ella es la novedad permanente, y la última es tremenda: ella le dice a ese papá hiperpsicoanalizado, que tiene la certeza de los 70 pero la realidad actual lo golpea y no termina de definirse en el mundo, su lugar principal es la terapia. La cosa es que lo llama y le dice: ‘Papá, tengo que decirte algo: me hice lesbiana’. Y el padre hace el típico ¡plop! Y luego redefine: ‘No, en realidad soy bisexual’. Ella no se plantea nada, es su deseo y lo descubrió, pero el padre consulta con su esposa, con el Culpo (otro de sus personajes). Lo que quiero decir es que Auxilio está viviendo su tiempo. Y son tiempos en que la apertura de la elección sexual no resulta escandalosa. Y esto no hace más que reflejar lo que sucede en el plano social con la libertad sexual. Es decir, la época es propicia, y esta es una de mis maneras de hablar de lo que vamos viviendo. Uno desliza climas que algún día serán leídos de otra manera. Si esto hubiera ocurrido hace años, sería un escándalo”.

El arte, auténtico alquimista

La “nueva” escritura de la historia, el “periodismo quick”, la pretendida objetividad, traen a la charla uno de los temas sobre los que Miguel navega a sus anchas: el arte.

Alguna vez dijiste que el arte era tal vez la búsqueda más genuina del hombre, ¿es el arte para vos un modo de operar políticamente en el mundo y de modo transversal, en la historia?

“Se supone que no opera directamente; con suerte ilustra, acompaña, expresa. Tomemos como ejemplo la Revolución Mexicana. El lugar de los artistas fue tomar esa revolución y resignificarla, de modo de dejar un testimonio expresivo para la historia. Luego hay artistas que son políticos desde la abstracción y no desde la figuración. Berni puede ocurrir en 1930 en la década infame, ilustrando los desocupados, las consignas como ‘pan y trabajo’, pero más tarde, en los 60 y 70 cambia, con Ramona, con Juanito Laguna. Lo que sí podemos decir de estos artistas es que la historia funciona como una suerte de diapasón que los va modificando”.

“El arte es para mí el verdadero narrador de la historia humana”, dispara, lúcido. “Porque la otra historia, la que generalmente se cuenta, es casi siempre la del vencedor. El vencido desaparece, entonces nos estamos perdiendo un montón. Por ejemplo, en Las Meninas, en el David o en el Guernica se cuenta algo mucho más amplio, variedad en la cual está el opresor, el oprimido, la circunstancia chiquita, la grande… Me parece mucho más inconsciente y honesto. Sobre todo porque el artista no pretende ser objetivo como el historiador o el periodista, que en realidad nunca lo son, sino que busca la subjetividad, y mientras más subjetivo, más rico es. Para mí no hay nada más honesto que la subjetividad. Y es por eso que elijo estudiar la historia a través del arte.

De hecho, has hablado más de una vez de la importancia de incorporar Historia del Arte como materia de currícula obligatoria desde el inicio del sistema educativo. Es un concepto que podrías rescatar frente a este auditorio de estudiantes.

“Me parece absolutamente natural, lindísimo, una aventura genial y fundamental para entender el arte. La oligarquía te dice qué cuadros tienen que gustarte sí o sí y porque sí, sin tener en cuenta la sensibilidad ni el conocimiento, y así te comés cualquier sapo. Yo recuerdo que el primer museo al que fui me pareció absolutamente inerme y tonto, porque lo cierto es que en el arte cuanto más sabés, mejor, si no te comés cualquier cosa. Entonces si te lo dan de chiquito, desde los 6 años, por ejemplo, mejor”.

“Yo nunca paro de militar este tema: a veces lo hago desde mis tiras explícitamente, otras, de una manera subliminal. Incluso he hablado de este tema ya con dos ministros de Educación de la Nación”.

¿Y qué te dijeron?

“Son dos: o no lo entienden o les debe costar mucho ingresar esta materia a la currícula, porque no creo que sea algo tan subversivo, solo es cuestión de voluntad”.

“Lo más importante es encontrar los mecanismos para que el arte deje de ser de una vez por todas una propiedad de museístas, coleccionistas y curadores, que tienen ese concepto tan aristocrático. Es más, creo que los artistas hacen su obra para toda la gente, no para el galerista, estoy seguro. Aun los más elitistas y los que se hacen los que no les importa. Porque el arte es expresión, es comunicación. Si realmente no les importara no mostrarían su obra”.

El absurdo como norte

¿Qué te resulta absurdo?

“La vida me resulta absurda. Soy más un delirante que un ser esclarecido políticamente. Mis lecturas, las obras cinematográficas, literarias, plásticas, tienen que ver con otra cosa. Mi búsqueda tiene más que ver con el sinsentido que con el sentido. Es más, mi patrón estético es ‘La vida no tiene sentido’ y estamos todo el tiempo buscándoselo a través de contratos sociales y demás. Pero mis búsquedas estéticas y personales tienen que ver con la ensoñación, con delirios personales, con metaforizar más por el sinsentido del sueño. Quiero que se lleven esa postal de mí. Soy un pésimo lector de Marx; de hecho, si me agarra un marxista para debatir me mata”.

“En realidad soy como un saltimbanqui, pero sí sé que puedo hablar de algunas cosas bien: del dibujo puedo hablar años con un placer desbordante, del humor gráfico, de la historieta, de los maestros que conocí, de mis teorías acerca del arte y de los Beatles; de eso puedo hablar en profundidad. Ese es mi mundo, más delirante que terráqueo”.

Musa entre las musas

¿Qué personajes políticos admira por cómo jugaron las fichas en la historia?

“Te puedo hablar de quienes me conmovieron, más que de quiénes admiro cerebralmente. A pesar de que nunca fui militante, imaginate que soy autodidacta, no voy a ser militante, podría decir que yo empecé a ingresar la política a mis intereses porque me conmovió Evita. Esos siete años de quemarse como Ícaro me parecieron de mucha entrega, más allá de todo el 'quilombaje', de que digan que fue la mujer títere de un militar, de lo que sea, me importa tres carajos. Y la otra figura que me conmovió fue el Che Guevara. Con sus errores tremendos, que he corroborado hablando con sus correligionarios y amigos en Cuba, y todo. Igualmente en conmoción, si tengo que elegir gana Eva, porque además es mujer.

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