Los fanzines, una manifestación de la contracultura que sigue vigente

Quienes los hacen tienen la premisa de ir "contra el sistema". Por qué hay fanzines para todos y todas, y dónde se los puede encontrar.

Los fanzines, una manifestación de la contracultura que sigue vigente

Fotos: Ana Gurruchaga

Cultura

Unidiversidad

Mariano Rivas

Publicado el 18 DE OCTUBRE DE 2019

Imágenes que se vienen a la cabeza, palabras que atraviesan, pensamientos que piden ser expresados, información que urge ser difundida. Los fanzines son publicaciones libres en cuanto a contenido y a la expresión, que circulan en el under y nos recuerdan que nadie está impedido del derecho a expresarse.

Aparecieron en Mendoza en los años 80, de la mano del movimiento punk, como narra el sociólogo Nazareno Bravo en un artículo. Y estuvieron adelantados al instalar en sus páginas tópicos como el derecho al aborto, el lenguaje inclusivo, el veganismo, y otras reivindicaciones que hoy se reflejan, para bien o para mal, en los medios hegemónicos de comunicación.

Son publicaciones hechas de forma casera. El tamaño, los materiales, el diseño, la tipografía y el contenido son libres. Son de bajo costo, de poca tirada, y por ende, muy accesibles para quien quiera leerlos. El fanzine es una forma de expresión que precedió a los blogs y a Twitter, pero que no cedió terreno ante el surgimiento de esas plataformas. Existen en Mendoza actualmente circuitos en los que fanzinerxs se reúnen y ofrecen sus trabajos.

Unidiversidad habló con dos mujeres que tienen fanzines propios. Ana Gurruchaga, estudiante de Comunicación Social, no solo es fanzinera desde hace unos ocho años (el que tiene ahora se llama Sucia), sino que también tiene una biblioteca con su colección personal. “Los fanzines tienen la premisa de ir contra el sistema, así que no suelen ser de muy buena calidad”, explica la joven de 23 años.

Foto: Ana Gurruchaga

Algo muy importante es que cualquier persona puede tener uno. No se necesita ningún tipo de conocimiento previo, solo algo para decir. “Con tanta represión que hay, es poder sacar todo eso que sentís”, explica Clarisa Baldearena sobre el porqué de su opción por un fanzine. Su proyecto se llama RAWR y su primer número salió hace apenas un par de semanas.

 

Lo personal, el arte y la política

Hay tantos tipos de fanzines como fanzinerxs, pero con fines didácticos se podría esquematizarlos en políticos, literarios, de historietas y absurdos (“En esos, no hay reglas para escribir o ubicar los elementos en páginas”, indica Ana). Muchos combinan todos o alguno de esos géneros.

Clarisa también estudia Comunicación Social en la UNCUYO y supo lo que era un fanzine “como en 2015 o 2016 —cuenta—. Cuando lo agarré, no sabía lo que era. Lo hice porque tenía una contratapa de Santiago Maldonado”.

Foto: Clarisa Baldearena

No es casualidad que en épocas de crisis económica y de ajuste, incluso en los medios de comunicación, el fanzine sea una opción que muchas personas consideran para subvertir desde otro lado. “Veo más gente haciéndolo, y hay mucho campo para conquistar”, piensa Ana, a la vez que deja una reflexión que es también una expresión de deseo: que el fanzine no deje de ser parte del under.

El espíritu del movimiento punk, del que formaban parte los primeros ejemplos de esta práctica en Mendoza, parece seguir vigente en afirmaciones como esa. Se puede ver también en ese “hágalo usted mismo” y en esa modalidad de impresión barata, en cierta forma de mala calidad deliberada, que recuerda a los tres acordes de una canción punk convencional. A diferencia de ese género musical, captado rápidamente por los medios hegemónicos a fines del siglo XX, el fanzine, al mismo tiempo que es una práctica que cualquier persona puede hacer, se mantiene como un espacio que el mainstream todavía no pudo tocar.

“No me gustaría que cayera en la banalidad de lo comercial. Lo que se pone adentro del fanzine conlleva cierta responsabilidad personal y va más allá de sentarse frente a una computadora, escribir una nota e irte a tu casa”, sostiene. Clarisa, en la misma línea, dice que la del fanzine “es una parte minoritaria de una movida”.

Foto: Ana Gurruchaga

Fanzifiera y otros espacios de circulación de fanzines

El 10 de noviembre, en el Centro Cultural Israelita (Maipú 230, Capital), se hará la sexta edición de “Fanzifiera”, una feria que reúne fanzinerxs. Quien quiera puede inscribirse en este formulario. La entrada es gratuita y toda la información está en la fanpage del evento. Allí se podrán comprar fanzines para todos los gustos.

Por fuera de “Fanzifiera”, suelen encontrarse en ferias populares (como la que se realiza en el Barrio Cano), en recitales punk, en eventos poéticos (como el Slam Poético). En la Feria del Libro, en la Planta Alta, estuvo la Feria de Autorxs Autogestivxs, en la que se realizaron exposiciones y talleres sobre fanzines.

Resistencia en blanco y negro: la producción de fanzines en Mendoza durante los años 90

La necesidad de comunicarse, de expresar, de tomar posición, de difundir, ha sido el motor principal de la producción de fanzines, un tipo de auto publicación por lo general fotocopiada y hecha por sus propios autores, ya sean individuales o colectivos.

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