Según datos de la Asociación Síndrome de Down de la República Argentina (Asdra) más del 70% de las personas con esta condición y que están en edad de trabajar no tienen empleo. Entre los principales motivos que generan esta situación figuran: falta de información, capacitación y de apertura de las empresas. Cada 21 de marzo se conmemora en todo el mundo el Día del Síndrome de Down para avanzar sobre la inclusión.

El 70 % de las personas con Síndrome de Down (SD) que se encuentra en edad de trabajar no tiene empleo. Esto, a pesar las múltiples políticas impulsadas desde el Gobierno y las asociaciones de la sociedad civil para concientizar a las empresas respecto al tema.

El dato surge de un estudio realizado por la consultora Adecco en 2017. A nivel nacional, solamente 3 de cada 10 dueños de empresas acceden a tomar personas con discapacidad –en su sentido más amplio- dentro de su planta laboral. Pero en el caso específico de aquellos que presentan SD, la situación es idéntica.

En Mendoza este problema se refleja con proporciones similares. Las oportunidades de empleo para jóvenes con SD son pocas. Entre los principales motivos que propician esta realidad se pueden enumerar la falta de información y capacitación, y la poca apertura a este tipo de cambios dentro del mundo empresarial. 

“Creo que en Mendoza falta concientización pero no sólo a empresas y empleadores sino a toda la sociedad. Tenemos que saber que las personas con discapacidad, antes que nada son personas, y tenemos que garantizarles los mismos derechos”, dice Silvia Bonansea, presidenta de la fundación Creyendo en Mí, en entrevista con Sitio Andino.

La fundación Creyendo en Mí es una organización mendocina dedicada a promover la inclusión escolar y socio-laboral de los jóvenes con SD. Funciona desde hace 7 años y hoy acompaña a 140 personas de todas las edades, incluyendo bebés, niños, adolescentes y adultos.

Actualmente, Creyendo en Mí trabaja en conjunto con los hoteles como Sheraton y Huentala, la Municipalidad de Maipú, la cadena de heladerías Soppelsa y algunas panaderías. Bonansea define a dichas empresas e instituciones como unas de las pocas que “apostaron a esto y trabajan” para lograr la inclusión.

“Nosotros vamos un par de veces a la semana y trabajamos con la supervisora o la persona a cargo", detalla Bonansea acerca del programa de la fundación que preside. “En esta inclusión socio-laboral siempre, el joven tiene que ir acompañado de un tutor o supervisor porque el empleador en ocasiones no tiene claras ciertas cosas y es entendible también”, agrega.

“Ellos son tan capaces como todos los demás, piensan, sienten, sueñan, tienen ganas. Saber que ellos pueden y nos den una oportunidad”, concluye Bonansea.