El planeta Tierra manifiesta su intensa actividad una vez más, ya que en un lapso de 48 horas se produjeron cerca de cuatro importantes sismos a lo largo y a lo ancho del planeta. Nueva Zelanda se llevó la peor parte al sufrir un terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter, con varias réplicas fuertes.

Pero además del país maorí, la Tierra hizo sentir su fuerza en otros puntos tan distantes como República Dominicana (4,8 grados), Filipinas (6,3 grados), La Rioja, Argentina (5,6) o Vallenar, Chile (4,8).

Estos sismos de mediana y gran intensidad se sucedieron en un período breve y concentraron la atención de la opinión pública y de investigadores. En diálogo con Unidiversidad, el sismólogo David Castro aseguró que existe una conexión entre los diversos episodios sísmicos que se produjeron en las últimas horas en distintos puntos del planeta.

Castro afirmó que la intensa actividad existente en el famoso “Cinturón de Fuego del Pacífico” (zona geológica de subducción que comprende las costas del Océano Pacífico y que tiene gran actividad sísmica y volcánica) provoca una intensa actividad telúrica en Chile, y que dicha actividad termina activando fallas geológicas en nuestra provincia en particular, pero también en toda la franja cercana a la Cordillera de Los Andes.

El sismólogo remarcó que las 14 placas tectónicas que conforman la corteza terrestre están interrelacionadas y que la liberación de energía en una puede repercutir en el resto: “Hay una vinculación entre las placas, hace un tiempo había gran actividad sísmica en la zona de las islas del Atlántico Sur y la Antártida y ahora se ve en Oceanía”.

Además, el científico destacó que lo que acontece en Chile desde el punto de vista geológico también impacta en Mendoza: “En el país vecino hay un proceso de subducción que produce gran actividad sísmica, que activa fallas propias de este lado de la cordillera”.

Por otro lado, Castro destacó: “Si bien no hay modelos matemáticos que permitan predecir eventos sísmicos, distintos monitoreos desde el año pasado en el norte de Chile revelan la presencia de un 'enjambre de epicentros' que funciona como indicio de un posible evento sísmico de gran magnitud (cercano a los 9,5 grados) a producirse en un período relativamente breve”.