Alta Vendimia

Hubo una Vendimia Política y una Vendimia de la Calle.  A la primera no le tembló el pulso al meterse con la inclusión y alentar un programa para que todo el empleo en la industria vitivinícola sea genuino. Sobre la segunda, lo que hay que saber es que nace en la mente de los artistas.  

Alta Vendimia

Foto: Axel Lloret

Sociedad

Unidiversidad

Eva Guevara

Publicado el 05 DE MARZO DE 2013

Estuvo lejos de ser la Fiesta que gusta a los bodegueros y sectores influyentes de la industria, demasiado reacios a reconocer que el 70 por ciento de la gente que trabaja en el campo, no está registrada. El gobernador habló de Tolerancia Cero con el trabajo infantil y de un programa para reducir esa brecha y mejora la calidad de vida del cosechador. También estuvo lejos de cumplirse lo que anticiparon algunos medios de comunicación sobre que la Vendimia 2013 no sería un escenario político importante. Todo lo contrario: si bien es verdad que no se produjo la visita de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, –por el fallecimiento de un familiar– sí fue el escenario oportuno para el señalamiento de los temas políticos claves.

Quizás también, por qué no, la mayor lección propinada a aquellos que apuestan a una coyuntura económica negativa por el sólo hecho de haberlo leído en los diarios.

Efectivamente, el 1° de marzo, el Diario Los Andes afirmaba que Argentina sobrevendría el default ya que el país no iba a respetar los mecanismos de pago contemplados al momento de emitir la deuda.  Qué qué iría a pasar, se preguntaban los periodistas. Las respuestas eran lapidarias en cuanto a la caída de inversiones y el desplome de los bonos y acciones del Estado. Pero ese mismo día, por la tarde, la presidenta desmontó de principio a fin la tremenda premonición al demostrar que la decisión tomada por la Cámara de Apelaciones de Nueva York había sido leída por los mercados de manera sesgada y malintencionada para favorecer a los fondos buitres, en flagrante contradicción con el interés nacional.

El sector empresario, interesado en el posicionamiento de sus vinos en el exterior, no se lo esperaba.  Llevará su tiempo digerirlo, ya que la coyuntura internacional se vuelve cada día más compleja. Hay escándalos de corrupción en España, el aumento del desempleo que se registra por las mismas políticas que se implementaron acá durante los 90 y la ingobernabilidad de Italia. Ahora bien, qué mejor que volver a leer este panorama y, dentro de él, el rol que está cumpliendo la Argentina, mientras continúe el crecimiento.  Al respecto, el vicepresidente Amado Boudou destacó por ejemplo que, tras la audiencia por la situación con los fondos especulativos, pudo constatar que el vino argentino ha pasado del quinto al cuarto lugar en las importaciones de los Estados Unidos.

Además, el escenario político de la Vendimia fue, como pocas veces, una oportunidad aprovechada para tocar el tema de la política hídrica. Se trata de unos de esos temas considerados estructurales. ¿Quién usa el agua? ¿Para qué? Todo está bajo regulación, pero nadie conoce muy bien qué principios de política inspiran cada concesión que se otorga. Llegado el momento de habilitar explotaciones acuíferas subterráneas a emprendimientos inmobiliarios de lujo, directamente ya nadie puede confiar en que el sistema guarde una mínima coherencia. En este sentido, el Gobernador de Mendoza anunció la anulación de unos 7 permisos que estaban siendo cuestionados y el cegamiento de los pozos que funcionaban bajo ese régimen. Anticipó que se viene la modificación de la centenaria Ley de Aguas de la provincia. 


Fiesta de la calle

El espectáculo es único. Considerado entre los mejores ciclos de arte y festejo al aire libre en el mundo y disfrutado por miles de mendocinos y turistas. Por el tipo de convocatoria popular y a juzgar por el espectáculo que transcurre enclavado entre los cerros, la Vendimia tiene garantizado un lugar en la consideración del turismo nacional e internacional, sobre todo por las ventajas que presenta el eno-turismo, lo cual dinamiza mucho la economía y el comercio a lo largo de toda la provincia.

Según las últimas cifras anunciadas por el Ministerio de Turismo de la Nación durante la Fiesta Nacional de la Vendimia, hubo más de 1 millón de visitas a las bodegas.  Pero además, Mendoza suma plazas en materia de eventos y congresos y explota sus condiciones climáticas privilegiadas, como es el caso de gran parte de la cordillera mendocina, donde hay una oferta importante de actividades al aire libre, todas enmarcadas en paisajismo  y riquezas naturales. Sin ir más lejos, el pasado mes de enero se supo que hubo más de 330 mil turistas en enero, siendo San Rafael la “vedette de la temporada”.

A nivel cultural y, particularmente, desde el punto de vista de la comunicación, la Vendimia tiene gran connotación simbólica, aunque es difícil separar cuánto de lo que motoriza el espectáculo responde más a una lógica turística que cultural. 

La edición 2013 de la Fiesta Nacional de la Vendimia coincidió con las 50 celebraciones en el emblemático teatro griego. Con guión de Arístides Vargas, el equipo dirigido por Vilma Rúpolo fue el encargado del espectáculo cuyo protagonista, interpretado por Guillermo Troncoso, rememoraba las imágenes que quedan en la memoria de un niño que vivía entre las viñas mendocinas.

“Teatro Mágico de piedra y vino” contó con un despliegue de 1.000 bailarines, 50 músicos y un 80 por ciento de la música en vivo. El Acto Central gustó, y pese al gran andamiaje tecnológico (pantallas leds  y despliegue de imágenes a través de la técnica de mapping) dejó traslucir un espesor teatral. Y si hay alguien que se mueve entre esos pliegues haciendo surgir la magia de lo colectivo, ese es Arístides Vargas.

El dramaturgo, al momento de abordar la Fiesta en su mente, se dijo: "Antes, la Vendimia era la fiesta de los trabajadores, más dispersa porque era más popular, más conectada con la gente, y fue en el Teatro Griego donde se institucionalizó vinculándose elementos artísticos y culturales disímiles.  Frente a eso, optó por darle al Acto el sabor dulce que la Fiesta de por sí merece, pero sin resignar ni un ápice en la voluntad de hacer llegar un mensaje. "Después de todo, –asegura Arístides Vargas- la Vendimia no tiene por qué ser entendible; eso sí, la celebración siempre ha de tener un uso político".

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