Arte urbano, espíritu callejero y sello mendocino

La movida del muralismo y street art renació para convertirse en tendencia en la calles de la provincia, lejos del vandalismo

Arte urbano, espíritu callejero y sello mendocino

Foto: Facebook Panamá Club

Cultura

Unidiversidad

Unidiversidad / Ernesto Gutiérrez

Publicado el 25 DE SEPTIEMBRE DE 2019

En los últimos años, las calles de Mendoza se han convertido en una especie de “museo circulante". El arte urbano en sus diferentes estilos (muralismo, bombas, tags y demás) ha ganado espacios y los mendocinos han comenzado a tener un sentido de pertenencia frente a esas obras de arte, que han ido abandonando el tinte clandestino.

Frentes de casas abandonadas, de edificios públicos, muros en los accesos a los diferentes departamentos provinciales, plazas y muchos rincones urbanos se convirtieron en un museo a cielo abierto gracias a la tarea de muchos artistas locales.

En esta movida artistica que prolifera, Godoy Cruz tuvo un rol institucional importante. Bajo la consigna de concientización ambiental y política, apoya estas nuevas formas de expresión. Un claro ejemplo de ello, son las más de 400 obras distribuidas a lo largo y ancho de todo el territorio departamental.

"Con el sistema de murales logramos terminar con las pintadas políticas en el municipio y así embellecerlo, ahí comenzo todo el movimiento. Cuando comenzamos, el arte mural era, por decirlo así, clandestino, pero con la ordenanza que dictamos, de "pintura popular callejera", autorizamos esta movida siempre y cuando tenga la condición artística sin lineamientos políticos", expresó Claudio Fragapane, director de Cultura de Godoy Cruz a Unidiversidad.

"Consolidado año tras año, el departamento se ha trasformado en un verdadero 'Museo a cielo abierto', por la calidad, el valor y la trascendencia que toma el arte público en los espacios abiertos y más transitados de la comunidad. Para este 2019, si bien no hay fecha aún, tenemos preparado el 11º encuentro a desarrollarse en octubre. Es lo que tratamos de hacer en el municipio, incentivar la cultura", concluyó Fragapane. 

Génesis 

Para entender este concepto y comó se propagó en la provinica, Unidiversidad dialogó con Celia Garcia, profesora de Historia del Arte en la Facultad de Arte de la UNCUYO, quien detalló: "El concepto de arte urbano, también llamado arte callejero, hace alusión a todo el arte que está realizado en la calle, en la vía pública. Aquí en América Latina este concepto tiene dos comienzos o vías: el primero es mexicano, de ahí proviene lo que conocemos como muralismo iniciado a principios del siglo XX, con los grandes artistas David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco, que ganó espacio a lo largo de los años como expresión del arte popular y colectivo. La segunda influencia, por otra parte, es la que proviene de los Estado Unidos, con el arte callejero neoyorquino que trajo lo que conocemos como tags (firmas)".

"En Mendoza, la iniciativa llegó desde México con la visita de David Siqueiros en la década de los '50, que junto a José Bermúdez y Luis Quesada (artistas ineludibles del arte en Mendoza), dieron pie a todo lo que conocemos como muralismo. Hay que decir que esta práctica mutó con el correr del tiempo, con la intervención de los jóvenes y esto que llegó desde los Estados Unidos. Hoy, el muralismo es una mezcla de este estilo con las firmas o tags", detalló la historiadora de arte.

Mural por los 200 años de la independencia Argentina. Panamá Club.

Artistas en la calle

Uno de los colectivos de artistas que es parte de esta movida es Panamá Club. Para Franco Glellel, integrante del Club, el objetivo es intentar sorprender a los observadores. “Cuando pintamos lo hacemos con la intención de acercar el arte a la mayor cantidad de personas posible, sin hacer diferencias entre clases sociales, edad o género. Creemos que el arte es un derecho y que no hay que limitarlo. Buscamos interrumpir la monotonía rutinaria para que el encuentro entre el transeúnte y el muro sea fortuito”. Para el artista, cualquier reacción es válida mientras genere algo en el espectador y los murales no pasen desapercibidos.

“Contrario a los espacios institucionales y sus propuestas, como museos y galerías, nuestra manera de expresarnos se vive de manera gratuita frente a los ojos de transeúntes. Pone en duda el sentido del arte como para unos pocos y lo trae a las bases. No hay otro interés que el de expresarse sin límites sobre muros de casas abandonadas, puentes o espacios públicos”, expresó el artista y agregó: “Todas las obras suelen llevar un mensaje muy llamativo, dicho mensaje suele ser revolucionario que critica sobre todo a la sociedad pero con cierta ironía e intenta incitar a una lucha social, otros mensajes son solamente una crítica política o una simple reflexión”.

Un punto a tener en cuenta, resaltó el artista, es la reacción que generan cuando están pintando: “Pocas veces hemos tenido problemas con los vecinos y casi nunca con la policía. Generalmente sucede apenas uno se pone manos a la obra, pero si nos atrapan con el trabajo avanzado suele pasar todo lo contrario y los agradecimientos no tardan en aparecer. Aunque nunca falta aquel que pasa a alta velocidad y nos grita: ‘¡Vayan a laburar!’.

“Muchas veces la obra genera cariño en los propietarios de la pared o los vecinos, que intentan cuidarla, pero la verdad es que la calle es la calle y por más que a muchos les guste lo que hacemos, siempre van a estar los que no, y basta que uno solo se anime y agreda el mural. Son los gajes del oficio y aceptamos los términos y condiciones callejeros al momento de intervenir, concluyó Glellel.

La Brigada Muralista de Luisa le da color a las calles

En una placita pequeña en Luján de Cuyo, en las calles República del Líbano y Evans, se encuentra la biblioteca popular municipal Juan Bautista Alberdi, que reúne -además de a los amantes de la literatura- los cultores de la pintura, pero no la de los museos, sino de la que hace explosión en las calles y alegra la vida de las ciudades. Esos artistas pertenecen a un colectivo que se llama Brigada Muralista de la Biblioteca Alberdi, que mezcló pasión, técnica, trabajo y talento.

La Brigada Muralista formada por grandes y chicos de todas las edades, nació con la intención de generar arte y expresar distintas ideas a través de un muro.

Nahuel Muñoz , Maximiliano Gilabert , Jeronimo Videla, Luisa Olguin , Antonella Cabello , Santiago Malisani, Valeria Rombol, son los jovenes que integran la Brigada Muralista de la Biblioteca Alberdi de Lujan de Cuyo.

Su coordinadora y una de las pocas mujeres que hace muralismo en Mendoza. Es Luisa Olguín,  artista formada en la escuela de Bellas Artes, quien expresó a este medio: “Esta brigada nació hace 7 años con la intención de expresarse a través de la pintura. Es un grupo de 9 personas, todos aficionados. No solo hacemos murales sino también mosaicos y nos presentamos como eso, con una mirada distinta al resto, y eso es lo que nos representa”.

Para Antonela, una joven de 25 años e integrante de la brigada, el arte es todo, integra, instruye y conecta: “Siempre me relacioné con la pintura, pero fue en 2014 cuando Luisa llego a realizar unos murales a la biblioteca me interesé más. Para mí, la pintura lo es todo, existe un mayor alcance de nuestra obra con el público, y a la gente le gusta porque se interesa, se acerca y te conversa y se instruye. Eso es lo bueno que tiene nuestra expresión y es lo que valoro”, expresó la joven.

En esa línea, Nahuel Muñoz (20), uno de los jóvenes pioneros en la brigada y escritor, el arte es su máxima expresión. “El arte Urbano me permitió conectarme con la escritura. Soy escritor y con ello logre comprender el arte de los demás, a respetarla. De joven pensaba que el graffiti era parte del vandalismo, pero ahora lo comprendo como una forma de expresión. La gente se ha acercado más a esta forma de expresión y está bueno”, sentenció Nahuel.

Entre el arte y lo ilegal

A diferencia de las intervenciones que se realizan en zanjones, espacios públicos o muros de edificios abandonados, muchas obras aparecen en inmuebles en uso, sin la autorización de los propietarios y son solamente firmas de los autores, quienes compiten por ocupar la mayor cantidad de sitios posibles.

Y es que pintar en las calles no es fácil, dicen quienes realizan esta actividad. Los riesgos que se corren sobre los andamios (cuando los hay). Estar a a la intemperie, con muros descuidados o en ocasiones en ruinas, son un factor determinante en el trabajo final de los artistas que los intervienen, además de que en ocasiones son removidos para instalar propaganda política. Pero, por otro lado, también está el riesgo sobre las advertencias de la ley, cuando la intervención se hace espontánea y sin autorización.

Además, para algunos artistas, el acto “vandálico” entra cuando se pierde el respeto al espacio público, logrando perder como objetivo algún beneficio social que tenga que ver con la conciencia, y por el contrario, saca de contexto la expresión creando una mala fama, particularmente para quienes sufren un acceso nulo a la cultura en escuelas o centros comunitarios.

Los conocedores explican que estos graffitis, furtivos o ilegales, se dividen en tags (las firmas) y bombas (cuando dibujan su nombres con unas pocas letras, generalmente en colores). “Los autores de estos estilos buscan marcar su presencia en sitios no permitidos y la pintura tiene una finalidad más autorreferencial o narcisista, ya que son reconocidos por sus pares pero no por la comunidad en general”, detalló Glellel.

Gastón (24) conoció la técnica del graffiti por un amigo y empezó a conectarse con otros artistas y aprender. Aunque él estaba más cerca del street art (arte callejero) -con dibujos o figuras más elaboradas- que de las firmas, también salía a las 4 de la mañana con dos o tres amigos a pintar muros. Desde que la policía "se lo llevó" dos veces, una de ellas por salir corriendo cuando vieron el móvil, se alejó de la práctica.

“La mecha es ver quién cubre más territorio, más paredes”, explicó el adolescente. Añade que esa modalidad de graffiti es un poco egocéntrica, mientras que el mural tiene un tinte humanitario. De todos modos, contó que él evitaba casas y autos y prefería chapas y paredes libres, pero sobre todo lugares raros o difíciles de alcanzar, como techos. En cuanto al motivo que lo llevaba a hacer estas pintadas clandestinas, definió: “Es la adrenalina que te hace sentir”.

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