Ciegos

Roberto Follari, investigador y docente de la UNCuyo, repara en diferentes aspectos referidos a las consignas sostenidas durante la marcha del 13 de septiembre. 

Ciegos

Punto por punto, un análisis referido a las consignas esgrimidas por los manifestantes. Foto Gentileza Sitio Andino

Sociedad

Unidiversidad

Roberto Follari

Publicado el 14 DE SEPTIEMBRE DE 2012

Hay todo el derecho al reclamo, éste está siempre presente en la sociedad democrática. Y pocos gobiernos como éste garantizan que pueda reclamarse sin represión ni censura; las manifestaciones de ayer son un nuevo ejemplo, como lo es la repugnante tapa de la revista Noticias, que a pesar de su agraviante estilo, no fue censurada antes ni decomisada después de su publicación.

Este gobierno da a quienes lo atacan, una libertad que éstos no han dado cuando han sido gobierno. Por ello, lo primero a refutar es la apelación grosera e irresponsable, en muchos de los mails de convocatoria, a que estaríamos ante "una dictadura". Los que sabemos lo que son las dictaduras (represión, asesinatos, censura, despidos, exilios, cárceles) no podemos menos que sentir una mezcla de desazón e hilaridad ante la ridícula versión que compara las amplias libertades actuales con la existencia de una dictadura.

En cuanto a las demandas formuladas, son lo de menos. Esta es una multitud a la que no la une nada que no sea el anti-gobierno. Por la positiva no son nada, carecen de todo factor de aglutinamiento. Por eso eligen el "anti", pues por el lado positivo no tienen identidad política común, ni liderazgo que los unifique.

De cualquier modo, sí los une una difusa ideología anti-pobres, anti-"negros", anti-Asignación por Hijo. La difusa sensación de que ellos están bien, pero estarían mejor si no les dieran nada a "esos", a los que califican de "vagos", de "incapaces", de "inútiles" y otros calificativos parecidos.

 Los une, entonces, el odio de clase. Algunos son bastante inocentes, otros son políticos aprovechados (se vio a varios del Partido Demócrata, por ej.), por detrás operan los expertos en guerra psicológica que los usan -con mayor aceptación o menor según cada caso- como parte de su estrategia de desestabilización política golpista, como agentes extranjeros o vernáculos del "golpe blando".

Hay derecho a la protesta; no hay derecho a decir "que se vayan" ni a gritar "basta"; este gobierno tiene períodos constitucionales que cumplir, para los cuales ha sido elegido irreprochablemente. Las demandas, insisto, son lo de menos, apenas un pretexto para descargar el rechazo ideológico al gobierno, propuesto en temas como seguridad, inflación o rechazo a una reforma constitucional.

Sobre seguridad, fueron los planes económicos neoliberales los que produjeron las bases sociales del delito, con millones de pobres y desocupados. Muchos de estos sectores aprobaron esos planes, a los cuales se opone el gobierno actual. Los que allí estaban son co-responsables de la inseguridad que los aqueja.

La inflación es un problema macroeconómico, pero no del bolsillo. Lo que importa es el poder adquisitivo, que en general ha subido a través de las negociaciones paritarias. Los aumentos salariales son casi siempre superiores a la inflación. Esta se convierte sólo en un retintín de la TV, excepto para quienes hubieran tenido aumentos escasos, que son un porcentaje pequeño de la población.

Sobre re-reelecciones, qué miedo muestran a perder de nuevo. Si creen que el pueblo no la quiere a la presidenta, ¿por qué tanto ruido en torno de esa posibilidad? Parece que no creyeran su propio discurso.

Como se ve, demandas bastante confusas (ni hablar de las relativas al dólar, propias sólo de quienes aprovechan la actual bonanza económica para hacer turismo internacional, el cual se sigue practicando sin mayores problemas) . De lo que se trata no es de demandar algo, es de desahogar el rechazo ideológico a un gobierno que atiende a los de abajo. Lo demás, es sólo la envoltura del paquete.

 

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