De pie: estudiar bajo encierro

Como parte de la oferta educativa que la UNCuyo aproxima a las personas en situación de contextos de encierro, una delegación de promotoras y promotores estudiantiles se presentó con los coordinadores de Extensión Universitaria el 7 de agosto en las aulas universitarias del Penal Provincial. Entrevistas con docentes y especialistas aportaron miradas amplias sobre una realidad compleja que se encamina con importantes avances, reflejados fundamentalmente en la mayor demanda educativa en todos los niveles.

De pie: estudiar bajo encierro

Fotos: Axel Lloret

Sociedad

Unidiversidad

Sebastián Moro

Publicado el 20 DE AGOSTO DE 2013

Incluir: La calle en la cárcel

Facundo López es encargado de la División Educación del Penal de Boulogne Sur Mer desde diciembre de 2012. Hizo experiencia en el comienzo de la inclusión educativa para estudiantes universitarios en contextos de encierro en 2008, con el impulso del entonces encargado Ricardo Villafranc, quien actualmente participa en otro programa en el Penal de Almafuerte. Docente y profesor de letras, López explicó los motivos de una demanda que comenzó con un estudiante en 2008, pasó a 85 el año pasado y llegó a unos 109 durante el actual ciclo lectivo. También refirió la incidencia que la oferta educativa desplegada por promotoras y promotores universitarios tiene en el proceso, y dio un panorama abierto, optimista y sensible con respecto a las condiciones y consecuencias que los avances plasmados tienen en los estudiantes y en la comunidad que participa a tales fines.

La División Educación del Penal cuenta con aulas recientemente inauguradas, que permiten una ocupación de hasta 60 alumnos, donde se dan los cursos, tutorías, “clases sintéticas” y prácticas. Además cuenta con un Salón de Usos Múltiples (SUM), Biblioteca (donde funcionaban las “aulitas”), patio y dependencias. Allí completan su escolarización los estudiantes de Boulogne Sur Mer y además funciona la UNCuyo para internos de ese penal y de otras unidades penales, incluidas las del Régimen Abierto de Mujeres, que aporta solamente tres estudiantes universitarias. Facundo López describió esta compleja realidad:

“Hay una relación muy marcada entre la marginalidad, con eje en la escuela y la delincuencia, tanto como la inclusión educativa que hace mermar los índices de reincidencia. Los internos tienen su propuesta de marginalidad antes de entrar. Son socialmente marginados. Aún con mi experiencia en escuelas urbano-marginales, nunca tuve dimensión del impacto sobre las personas que quedan afuera del sistema educativo. A muchos de esos alumnos los encuentro hoy acá."

"Esa función expulsiva de la escuela, que continúa siendo alta, hace que muchos alumnos terminen en situación de exclusión social. La escuela era el último hilo que los sostenía, lo que los lleva a sobrevivir a como dé lugar. No se trata de una justificación sino de marcar la relación directa. Es positivo detectar que la gente que entra tiene por lo menos un tercer ciclo (escolarización hasta los 15 años), parece nada pero es un montón. Hoy no encontramos ingresos analfabetos; cuando empecé a trabajar había 70 por ciento, algo tremendo. Es decir, ese tipo no vale nada para la sociedad, no sabe leer ni escribir, no puede defenderse por sus propios medios, es desechable. En dos años la situación cambió, la población entra con el tercer ciclo, con esas herramientas es fácil interesarlo en la escuela. Un analfabeto necesita un año para ponerlo de pie, es una persona que no está preparada. Es todo muy delicado. Si esa persona se siente mal por algo, lo perdimos, se pone a trabajar. En un par de años vamos a estar mejor en todos los niveles".

“Además, esto se reproduce a los hijos: ven al padre entusiasmado durante las visitas, que les muestra los cuadernos, genera conciencia, los chicos dicen: ´Mi papá estudia acá´. Ver a un alumno de primer ciclo asistiendo a la universidad hoy, justifica años de trabajo. Es alentador para bibliotecarias, maestras, preceptoras. Incluso para el personal penitenciario que ahora se compromete, entiende que así el interno cumple de otra manera su alojamiento. Y se refleja en conductas antes impensadas, entrás a otro lugar, hay cambios en el mismo trato, pequeñas cosas. Por eso nuestro objetivo es que la calle esté presente en el Penal, que puedan acceder a actividades de la calle. Es el caso del taller literario con escritores mendocinos. Como si fuera un café pero acá dentro, con la mismo dinámica, sin problemas de circulación para los escritores, que hablan y hablan con los muchachos. Evitamos el encierro para asemejarlos con la calle y la realidad que van a encontrar”, esperanzó el maestro.

Sobre la oferta educativa universitaria, que se desarrolló ese día con grupos de 10 a 12 internos en consultas de una hora aproximadamente, López puntualizó: “En total pasarán más de 100 internos, un 10 por ciento de la población, que es la que reúne los requisitos para ingresar a la facultad. Es mayor la demanda para completar ciclos medios en el CEBA y el CENS. Es importante que tengan noción de la oferta universitaria porque funciona como estímulo para continuar la educación media, sobre todo para quienes tienen condenas largas. También se trabaja para abrir el abanico a otras carreras, llegar a ofrecer las mismas propuestas que en la calle”. En cuanto al balance respecto al Programa, el encargado evaluó:
 



“El régimen de traslados de alumnos de las otras unidades penales ha formado un espíritu universitario, una comunidad educativa en un establecimiento compartido. Siempre estamos atenidos a cuestiones de infraestructura; las aulas nuevas ya quedan chicas, vamos un paso atrás de la demanda. También se generan beneficios para los estudiantes: acceso a pabellones de estudio donde pueden concentrarse, donde hay mejores condiciones de alojamiento y mejores tratos. La posibilidad de acceder a la universidad y no estar encerrado en un pabellón es positiva, y crece de boca en boca: 'Aquel está estudiando y yo no estoy haciendo nada, va a salir con un título, yo también puedo salir con un título´. Nos pasa con algunas carreras que tienen gran promoción por parte de los alumnos”.

La relación entre internos, docentes y tutores es, según López, “de gran predisposición y convivencia. Pocos docentes tenían idea de lo que es un Penal, aprendieron en el camino. Sin vocación, la mayoría no estaría, no son las mismas comunidades ni los alumnos están en las mismas condiciones. Es valorable el trabajo de hormiga que hacen: acompañan, hacen seguimiento, ponen de nuevo en marcha a los muchachos cuando vienen mal. Es un cambio para ellos, para nosotros como institución y para los internos: se van a ir como alumnos de una universidad pública, no como convictos. Esperábamos un proceso de diez años y llevamos menos de cinco. En muy poco tiempo ha dado frutos. En cuanto a lo humano, están dadas las condiciones, nos gusta el trabajo realizado, queremos estar a la altura de las circunstancias y seguir aprendiendo. Porque es muy gratificante devolver o dar por primera vez algo que no se le presentó nunca a una persona, la posibilidad de ir a la escuela y garantizarle una inclusión educativa plena”.

Esa sola posibilidad, más allá de los resultados, de la cantidad de egresadas y egresados, dimensiona la importancia de lo construido. A modo de manifestación de esa construcción, una reflexión de “Acción Poética Mendoza” escrita en el pizarrón del aula donde Facundo López explicaba el optimismo, trazó la realidad con gracia: “Hoy no sabía que ponerme y me puse feliz”.


Proponer y transformar: la Universidad

En otra aula donde se realizan las tutorías, destaca la escritura con tiza de una cita del pedagogo Paulo Freire, retocada en cuanto al lenguaje inclusivo: “Todxs nosotrxs sabemos algo. Todxs ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre”. La frase funcionó como borrador de fondo para el diálogo con Mary Salazar, coordinadora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en el PEUCE. Activamente comprometida y comprensiva sobre la educación universitaria en contextos de encierro y, como tal, presente en la expo educativa de Boulogne Sur Mer, brindó detalles mientras un grupo de chicos y hombres en el SUM, tímidamente consultaba por las trece propuestas de carreras presentadas.

Organización, institucionalización e inclusión: “El programa abarca un equipo de trabajo conformado por la coordinación general, la coordinación por facultades y los tutores. Eso implica profundizar determinados roles y funciones. Por eso, Políticas hizo un Protocolo de actuación para los docentes en contextos de encierro. El contacto de docentes y tutores con los estudiantes permite acceder a reclamos generados por la alta demanda, es un continuo acercamiento y desafío para la UNCuyo por una educación inclusiva que permita oportunidades para quienes salen a la sociedad. Los intereses de los internos por estudiar suelen ser de tipo ganancial, porque tiene que ver con la progresividad de la pena y cómo colabora a ello estar en el circuito educativo. Pero con el paso del tiempo asumen otro tipo de objetivos, más vinculados a la satisfacción que genera el aprendizaje ligado a la carrera elegida. Es decir, se descubren desde otro lugar y desde ahí se proyectan. La propuesta genera procesos de transformación importantes: este año vamos a tener el primer recibido, en Trabajo Social”.

Crecimiento de la matrícula y situación de las mujeres: La matrícula de personas en contexto de encierro de Ciencias Políticas llega actualmente a 65 estudiantes, con la ascendiente opción tradicional por Trabajo Social, dada la fuerte vinculación que la vocación aporta sobre sus experiencias traumáticas. Dicha cifra se equipara con la de la matrícula actual de esa carrera y muestra el peso que Políticas tiene sobre el universo brindado (más de la mitad de la población). Aparece incipiente el interés por Comunicación Social, con seis estudiantes actualmente, aunque con mucho rumoreo alrededor, motivado por “ser periodista, hacer radio”. 

Son solo cinco las mujeres en el nivel terciario, dos de ellas con cursado en la sede. La coordinadora analizó la situación: “La baja proporción está en relación al bajo índice en la comisión de delitos por parte de las mujeres. Hay una proporción similar a la de los hombres (que ronda alrededor del uno por ciento de detenidos) que hemos recibido en la Universidad. Es importante que estén presentes en la oferta por la interacción que se produce, las diferentes miradas y la construcción conjunta. El problema es que la mayoría de ellas tampoco tiene el secundario completo y ante la posibilidad de ingresar como mayores de 25 años, privilegian actividades que tienen que ver básicamente con la responsabilidad de ser mamás y las posibilidades de trabajo. Se asumen como madres protectoras y responsables de asegurar la subsistencia de sus hijos. Esto pesa en las decisiones, hay madres que al salir no continúan la Universidad por reinsertarse laboralmente lo antes posible”.

Rendimiento académico y prácticas: “Hay diferencias de tipo cualitativo porque la evaluación cuantitativa es óptima, la mayoría de las inscripciones a mesas genera buenos resultados, con muy pocos ausentes. Esto demuestra que los estudiantes logran objetivos en situaciones muy difíciles porque el lugar de albergue define o no la posibilidad de avance en una carrera. No es lo mismo estudiar en una celda con los elementos necesarios que en un espacio con otros compañeros que no quieren estudiar, con música las 24 horas. O el maltrato en los traslados: aguardar en el móvil, por ahí un recorrido que empezó a las 8 tiene su vuelta a las 20 horas, durante ese trayecto se quedaron en las celdas, no comieron, perdieron la tutoría. Eso los frustra, genera en ellos el ´Bueno, continúo en la Universidad, pero ¿este es el costo?´, ´¿Es un beneficio o no?´. Cuando superan estas contrariedades y reconocen que la educación es un derecho, dan un salto cualitativo: lo que hacen es tolerar. No tendría que suceder pero lo hacen porque avanzan a un campo que nos cuestiona verdaderamente como sociedad, porque se empiezan a proyectar de manera distinta. Toleran eso para salir y ser incluidos socialmente y en el mercado laboral, como expectativa lo logran sostener."

“Proyectar la propuesta de prácticas profesionales en contexto demandó vincular las áreas de salud y educación de la Penitenciaría con las propuestas de cada departamento académico en base a los logros en los distintos niveles. Eso requiere articulación entre docentes y alumnos, no se puede dejar de ver esa realidad que ellos representan porque viven en estos espacios. Cuando encontramos estudiantes con necesidades no cubiertas, aprovechamos la experiencia y presentamos un nuevo proyecto de práctica que represente al actor interesado. No es igual la práctica en territorio, la que se hace en la sede, que la que se puede hacer en contexto. Es un logro que dos estudiantes avanzados de Trabajo Social accedan hoy a la práctica en territorio, y es un desafío proyectar otros espacios”.




Docencia y tutorías: Salazar indicó cómo se revirtió la resistencia inicial de algunos profesores, gracias al contacto y la interacción. Ahora “se comprende que son sujetos de derechos, que tienen deseos de cambio y las mismas motivaciones que los estudiantes que asisten a la sede, que presentan problemáticas vinculadas al contexto que los alberga y también algunas dificultades en cuanto a aprendizaje. Está el problema del tiempo que requieren algunos para volver a aprender. Ayudar a que logren profundizar en su reflexión y sus análisis es un panorama que también se manifiesta respecto a los estudiantes que concurren a una facultad”.

A su vez, “el rol de los tutores es necesario. No suplen a los docentes sino que ayudan en los contenidos, son enlace para solicitar consultas e inquietudes del estudiante con el profesor titular, adjunto o de trabajos prácticos. Coordinar las consultas es complejo, imposible replicar la modalidad de la sede, por eso adoptamos clases sintéticas. Todo demanda una sintonía que permite mayor comunicación y mejor desempeño en los roles”.

Propuestas, oferta y evaluación: Nuevas herramientas para el perfeccionamiento de las condiciones de estudio de las personas encarceladas son evaluadas consistentemente por la comunidad universitaria. Una de ellas es el calendario académico específico de contextos, para acordar horarios y fechas afines a estudiantes y profesores, que permitan establecer pautas y criterios útiles respecto de las necesidades de los internos. El requerimiento de que sean las y los estudiantes quienes se ocupen de sus inscripciones anuales y en exámenes, también “permite preparar alumnos con autonomía”.

Además, “lo construido debe cobrar institucionalidad a través de una resolución que de cuenta de la modalidad de la educación universitaria en contextos. Se trabaja desde Secretaría Académica y Secretaría de Extensión Universitaria con el asesoramiento de las coordinaciones, en un proyecto ambicioso que plantea desafíos en cuanto a estructura, recursos, dotación de los equipos de cátedra, o sea, mayor presupuesto. El marco legal actual, la Ley de Educación 26206 y la de Institución Penal promueven la inclusión educativa de las personas privadas de libertad. Se pretende que ese sujeto salga y esté en buenos términos con la sociedad. Esto implica estar incluido social y laboralmente”, cerró Mary Salazar, mientras nuevos grupos de muchachos recorrían las propuestas desde lo que saben, lo que ignoran y lo que sueñan.