"¿Qué pensás que puedo hacer para ayudarte?", una pregunta clave para acercarse a adolescentes en riesgo
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09 DE DICIEMBRE DE 2024
Por Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.
Foto: Unidiversidad
¿Ganó JxC con fraude las últimas PASO? A nadie se le ocurriría. Pero la pregunta cabe, porque Macri denunció fraude en esas PASO. Lo denunció antes de la elección, lo cual es bastante inconcebible. Luego del resultado favorable para su coalición se quedó callado sobre el punto, buscando que se olvidara su insólita acusación.
Pero ¿por qué no denunció fraude luego de la elección, si ya lo había hecho meses antes? Simplemente porque su agrupación ganó. Si no, hubiera seguido con la consigna. De modo que la estrategia quedó clarísima, y es la que hoy vemos usar hasta el cansancio en nuestro continente. Las derechas la tienen clara: SI GANO TODO BIEN, SI PIERDO DENUNCIO FRAUDE. La denuncia nada tiene que ver con los hechos: se trata de denunciar para ensuciar la situación en los casos en que les toca perder, o no les va todo lo bien que esperaban.
Así, ya JxC se ve venir una elección en noviembre menos favorable que la de las PASO, y entonces “denuncia” un fraude implausible. Hasta hay quienes dicen que “es imposible que en un período tan corto un gobierno pueda cambiar un resultado”, cuando fue el mismo Macri quien, en el año 2019, descontó 8 puntos en el resultado final de lo que había perdido en las PASO (8 puntos es exactamente la ventaja nacional que obtuvo JxC en setiembre). Ya está claro: JxC supone que no mantendrá la gran diferencia que hizo en las PASO y se dispone a “denunciar” la situación, al margen de que se trate de un recurso remanido y nada creíble.
Pero ¿qué importa hoy que algo sea creíble, para buscar imponerlo mediáticamente? Basta que caiga bien a los propios, pues las “hinchadas” de cada lado de la política –las de derecha suelen ser más desinformadas- aceptan todo lo que vaya en su favor, pues esa es la cultura que han adquirido en las redes sociales: se oye sólo a los propios, con lo cual el fanatismo y la ceguera se van consolidando hasta el paroxismo, de lo cual personajes como Campanella o Casero dan claro testimonio.
El cuento de decir “todo bien” si gano y “hubo fraude” si pierdo ya se hace ridículo por repetido en todas partes: Veamos: Caso 1, Trump en Estados Unidos. Caso 2 –este es extraordinario- Bolsonaro en Brasil (siendo que él es quien gobierna, y que la elección es dentro de un año); 3. Pérez en Ecuador (representando a indígenas pero en contra del candidato leal a Rafael Correa); 4.Añez para dar el golpe en Bolivia (con apoyo insólito de la OEA a través del no menos insólito Almagro); 5.Keiko Fujimori en Perú, tras perder la elección ante Castillo. Y aquí ya Macri lo ensayó varias veces, hasta se ha permitido la boutade de decir que fue fraudulenta la elección que perdió por amplio margen en 2015.
El recurso es burdo e inadmisible, y es evidente que se está preparando para usarlo en noviembre, si al bloque de derecha no le va suficientemente bien. Como es esperable que la gran diferencia obtenida no se repita a pleno, es casi seguro que “tendremos fraude”, según el capricho que -¿hay que aclararlo?- ha sido inventado en Washington, pues de otro modo no se repetiría en toda América de manera tan numerosa y descarada.
De poco vale, en la locura colectiva promovida por los medios hegemónicos, que el peronismo haya mostrado ejemplar conducta de respeto a los resultados electorales. Cuando Néstor Kirchner perdió por sólo dos puntos ante De Narváez en 2009 gobernaba el kirchnerismo: el resultado fue admitido sin protesta ni aspavientos. En 2015 el entonces Frente para la Victoria había ganado en primera vuelta, y era nada menos que una presidencial. Perdió en segunda vuelta por menos de dos puntos de diferencia, y era quien estaba en el gobierno. Sin embargo, no se hizo revisión de voto ni denuncias irresponsables, ni remotamente se cuestionó el resultado. Se aceptó, y basta. Cuestionar la limpieza del peronismo en la aceptación y respeto al escrutinio electoral es implausible y falaz, pero de cualquier modo la maquinaria mediática ya prepara su batería de slogans pseudo-periodísticos.
El único fraude es el que se hace al sistema democrático y a la opinión pública afirmando con mendacidad irregularidades inexistentes: con este cuento del pastor mentiroso, no se podrá creer a la derecha argentina en ningún caso. El recurso es tan burdo, que en el caso de Bolsonaro –amigo del macrismo argentino-, se apela a la posibilidad de un autogolpe con apoyo militar, contra un supuesto fraude…cuando gobierna el mismo Bolsonaro!! Y su “denuncia” va contra una elección a hacerse dentro de un año, nada menos.
Hay sectores sociales que en Argentina siempre gobernaron por vía de golpes de Estado y proscripciones. El respeto a la voluntad democrática, para un sector importante de la derecha, se muestra sumamente frágil, pues tienen la idea implícita de que ellos son los únicos legitimados para gobernar. Y que, en consecuencia, toda triquiñuela para adueñarse del poder resulta válida.
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