El grave atentado: la serpiente de la violencia
Por Roberto Follari, epistemólogo, docente y doctor en Psicología.
Fernando Sabag Montiel, el el hombre que gatilló contra Cristina Fernández
El atentado fue contra la jefa del peronismo, no contra algún líder o lideresa cualquiera de la política argentina. La violencia está direccionada hacia un lado del espectro: no es simétrica, como alguna tv quisiera. Durante el gobierno de Macri hubo más de 20 dirigentes opositores presos: casi todos, sin juicio ni sentencia. Nada parecido ocurrió en los años de Cristina presidenta, o en los de Alberto Fernández.
El atentado fue grave. Todas las simulaciones mediáticas se cayeron a pedazos. Dijeron que la pistola secuestrada no era la del atentado, y resulta que tiene las huellas de ADN de Sabag. Dijeron que era autoatentado, y ahora hay mensajes que demuestran que quisieron hacer el ataque ya el día sábado anterior. Dijeron que Sabag no sabe usar el arma, y ahora está el video en que muestra cómo la carga.
La jueza Capuchetti ordenó aumentar la custodia sobre Cristina, y sobre otros miembros del gobierno, pues el presidente también fue amenazado. De la gravedad del asunto, ya no hay duda posible.
El gobierno convocó a una misa a la oposición, que se opuso a concurrir. Sin embargo, algunos miembros de la UCR han sostenido conversaciones con ministros, en búsqueda de “bajar un cambio” las confrontaciones. La homilía fue un cuidadoso llamado a la paz: la Iglesia puede ser central para lograr un diálogo necesario, dado que se ha llegado a estos extremos.
Se difundieron por tv videos mostrando carteles y cánticos de militantes oficialistas durante la misa. Videos truchos, de otras misas añejas. No faltó el periodista opositor –más opositor que periodista- que miró indignado a la cámara afirmando que los cánticos habían existido.
O sea: el comportamiento mediático sigue igual, como si tal cosa. Niega ejercer discursos de odio, en el momento mismo en que los propala. Juega con fuego: en situaciones de violencia generalizada, no hay paz ni patria para nadie. Pero esos medios ya han perdido toda apariencia –siquiera- de ejercicio equilibrado. Como también los del sector oficialista: sólo que la proporción en favor de los primeros, es aproximadamente 10 por 1.
El kirchnerismo acusa al comportamiento opositor y al mediático del clima de beligerancia. Debiera advertir que el mediático tiene preeminencia: funciona las 24 horas en cámara, los políticos no. Pero importa matizar esa acusación: el clima se produce desde allí, pero el acto como tal sólo es atribuible a la “banda de los copitos”, sus aledaños –se investiga a la belicosa agrupación Revolución Federal-, y a alguien que les daba órdenes desde más arriba.
No ha explicado todavía el diputado Milman –muy cercano a Patricia Bullrich- su inexplicable escrito de días antes del atentado, “adelantando” que éste podría existir: la jueza no ha interrogado al portador de tan misterioso poder adivinatorio. Tampoco a la famosa “vecina de Cristina”, en cuyo departamento se instalaron conspicuos miembros de la beligerancia contra la ex presidenta. Una vecina que habla sorprendentemente como dirigente opositora, con una versación política muy poco creíble en alguien que pretende ingenuidad.
Mejorar las condiciones de diálogo político es imprescindible: en terreno arrasado, ni este gobierno ni el que surja en 2023 –cualquiera sea su signo- pueden gobernar con alguna eficacia.
Según Pagni –periodista opositor que, sin embargo, a menudo se sostiene en su rol-, Cristina se ha reunido con Torello, mano derecha de Macri. Tomaron mate cocido, afirmó, y fijaron un contacto para que los dos líderes hablen en situaciones que lo exijan.
Ojalá así sea. Pagni deja notar que sin el acuerdo de ellos dos, no hay diálogo posible entre gobierno y oposición. Que ellos son los líderes, pero a la vez las figuras más duras en cada sector. Cierto que Cristina es ríspida, y que el kirchnerismo tiene poca cultura de la negociación. Cierto que Macri encarceló opositores (lo cual es inusitadamente grave): y que también usó el espionaje, como ya se demostró en la causa del ARA San Juan. No viene fácil ese diálogo, pero es sin dudas necesario.
Mientras, el juicio con un juez que se posteó tomando mate del club de fútbol de la quinta de Macri, continúa sin ser pasado por tv: eso sólo estaba otorgado al guionado fiscal Luciani. Y Massa logra una tregua gracias al dólar/soja, y a la necesidad que desde el Norte tienen del litio y de Vaca Muerta.
Todavía, como decía Lennon, hay una oportunidad para la paz. Ojalá se use, por ambas partes, con mejor intención y fortuna que la de quien segó la vida del exBeatle.
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