Inclusión detrás de cámara y nuevas narrativas, claves para quebrar el sexismo en el cine

Los tres requisitos que Alison Bechdel publicó en su historieta para analizar la participación de mujeres en las películas sirven para pensar la visibilización, pero no propone un análisis feminista ni aborda la complejidad del sexismo en el cine. ¿Cómo pensar la brecha de género en los audiovisuales? Diálogo con una investigadora de Conicet y una realizadora audiovisual.

Inclusión detrás de cámara y nuevas narrativas, claves para quebrar el sexismo en el cine

Fotograma de "Club Zero", película dirigida por la austríaca Jessica Hausner y protagonizada por Mia Wasikowska. Imagen: Télam

Sociedad

Unidiversidad

Julia López

Publicado el 23 DE MAYO DE 2023

Desde hace décadas, hay herramientas que se proponen para analizar en qué medida los audiovisuales reproducen los estereotipos de género o apuestan al cambio. Así se popularizó el test de Bechdel, con el objetivo de pensar la invisibilización de las mujeres en la pantalla grande. Sobre esta base, Unidiversidad contactó a dos especialistas: Milagros Martín Varela, quien investiga narrativas audiovisuales feministas, y Federica Cafferata, realizadora audiovisual. Por obsoleto o insuficiente, ambas coincidieron en que el test de Bechdel es ampliamente superado por otros análisis más complejos.

El test fue publicado por Alison Bechdel en una historieta de 1985: un personaje decía que solo veía películas si tenía al menos dos personajes mujeres que hablaran entre ellas de algo que no fuera un hombre. Se popularizó como una manera de medir los niveles básicos de inclusión, aunque siempre estuvo lejos de ser una prueba de nivel de feminismo en el cine.

Imagen de la historieta de Alison Bechdel

 

Herramientas sencillas, pero superficiales

Milagros Martín Varela es egresada de la UNCUYO y, como becaria doctoral de Conicet, investiga narrativas feministas audiovisuales. En diálogo con Unidiversidad se distanció del test de Bechdel, no por pensar que está desactualizado sino porque hay cosas que considera insalvables, como el binarismo, la poca profundidad del arco narrativo, el desconocimiento de los equipos de producción y las decisiones estéticas.

“En primer lugar, es una herramienta muy esencialista que no contempla debates que ya se han dado en los feminismos, como por ejemplo la cuestión de ‘la mujer’. Es decir, el test de Bechdel habla de ‘personajes femeninos’ pero pareciera que quedan excluidas otras identidades sexogenéricas que escapan al binarismo, como pueden ser personajes trans”, introdujo la investigadora.

El segundo punto para cuestionar del test de Bechdel, avanzó, es que no da cuenta del arco narrativo ni de los deseos de los personajes. Y ejemplificó con El señor de los anillos, una película que no cumple con esos requisitos pero, sin dudas, rompe con estereotipos de género: un personaje femenino central (Eöwyn) se hace pasar por varón para combatir en batalla. “Ella termina con uno de los villanos más importantes de la historia, quien antes de morir le dice ‘ningún hombre puede matarme’ y, quitándose su casco y dejándose ver, le responde ‘yo no soy un hombre’”.

En tercer lugar, Milagros Martín Varela marcó que ningún análisis crítico puede soslayar la importancia de tener en cuenta los contextos de producción. Es decir, puso el foco en saber qué mujeres y disidencias sexuales hay detrás de cámara como guionistas, en puestos técnicos, de dirección, de producción. Esta variable no mide el feminismo de un audiovisual pero sí marca la diferencia del nivel de sexismo que después muestran las pantallas.

Por último, la investigadora señaló que el test de Bechdel “no da cuenta de las decisiones estéticas que históricamente han caracterizado al cine de mujeres y al cine feminista”. Y mencionó otras herramientas que pueden hacer un análisis más complejo y completo, como el test de Mako Mori o el de Vito Russo, aunque —en general— “los tests de este tipo son herramientas demasiado superficiales que no están a la altura del contexto social actual”, concluyó.

 

“Contar qué nos pasa y no lo que los hombres imaginan que nos pasa”

La sociedad mendocina conoció a Federica Cafferata por su papel protagónico, de niña, en la película Road July (2010). Luego actuó en el cortometraje Sea child (2014), de Marina Schron, lo que le posibilitó participar en Cannes. Hoy, después de una carrera de Dirección en la Universidad del Cine, volvió al festival francés como productora y directora de arte del corto Si vos te vas, para presentarlo en el mercado y procurar distribuirlo. Es una joven cargada de experiencias.

Al reflexionar sobre el sexismo y los estereotipos en el cine, como trabajadora de la industria audiovisual le fue imposible no pensar en lo que pasa detrás de la pantalla. El test de Bechdel le resulta insuficiente. Sin embargo, lo considera una gran iniciativa, un buen disparador para reflexionar de qué forma narran las historias y representan las voces y realidades en la pantalla. Considera que no es tan importante quién habla o sobre qué sino la forma en que lo hacen, es decir, cómo se trabaja el punto de vista. El sexismo de una película también se puede superar al quebrar el binarismo e incorporar personas trans, por ejemplo, o varones que cuestionan, con palabras o actos, la masculinidad hegemónica.

Si Vos Te Vas - Trailer from Julián Bustelo Drovandi on Vimeo.

En todo esto, destacó Federica Cafferata, hay una doble cara. Por un lado, a fuerza del movimiento feminista, ha crecido la presencia de mujeres en las pantallas, con papeles protagónicos e historias singulares. Por otro lado, aún falta presencia femenina y de personas LGBTIQ+ detrás de cámara. Este cóctel tiene un claro resultado: “Historias de mujeres impulsadas desde un machismo superarraigado que quiere aggiornarse”. Que haya una o diez mujeres no deshace el problema de raíz, sintetizó, y se distanció de Bechdel.

“Pensándolo a nivel mainstream, hay mucho de la mujer fuerte que todo lo puede, superheroína, perfecta, y que —muy masculinizada— toma una posición de poder, en lugar de darle valor y visibilidad a los conflictos particularmente femeninos. Tenemos muchas superheroínas, pero poco trasfondo de quiénes desarrollan esas historias”, manifestó Cafferata.

Detrás de cámara hay un sistema muy instalado entre unos pocos que tienen poder, generalmente varones, que incorporan mujeres más por cumplir con un cupo o a modo de estrategia de marketing que por un valor real. Distinguen cuando tienen una película dirigida por una mujer como si fuese una rareza, en lugar de naturalizar el trabajo y destacar las historias que se cuentan. El cine independiente históricamente ha marcado la diferencia en este punto, destacó.

Póster de Si vos te vas

Pero no solo faltan mujeres en espacios de toma de decisiones, como la producción o la dirección. También la dirección de fotografía, iluminación, cámara y sonido están asociados al trabajo físico y, por lo tanto, masculinizados. “Tengo colegas impecables que trabajan y que bancan lo mismo que bancan los varones y aún así escucho muchas veces que dicen ‘estamos buscando un varón porque…’ y nunca te terminan de decir bien por qué”.

Otro punto clave para evitar el sexismo en un audiovisual es el guion. Escribir las historias es la única posibilidad de correr a los personajes femeninos del imaginario de ‘la mujer’ —todopoderosa, dócil y agradable a la vista— y acercarlo a la mujer real: “Contar qué nos pasa y no lo que los hombres imaginan que nos pasa”.

Para ilustrar, recordó distintas experiencias personales que dejan en evidencia la discriminación que existe detrás de cámaras y se reproduce en las pantallas. “Lo más común es una cuestión tácita de que constantemente me están explicando cómo hacer las cosas, asumiendo que yo no lo sé. Mucho mansplaining”.

Semanas atrás la confundieron con la asistente de su colega varón, a pesar de que presentaba el proyecto, la idea y el presupuesto a la par que él.  Algo muy común, agregó, es que se dirijan directamente a él y nunca a ella. Incluso hay quienes se sorprenden cuando habla de cosas específicas o muy técnicas: “Nunca he visto que eso le pase a ninguno de mis amigos o colegas”. Por último, relató algo que hace poco les llamó la atención: tuvieron un diálogo con una colega y directores españoles y volvieron muy emocionadas porque no las habían interrumpido mientras hablaban. Sabe que no es algo que debería sorprenderles.

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