Gabriel Bustos Herrera, nuestro “profesor”

El poeta Juan López recordó a nuestro compañero y colega que este sábado a la noche dejó de existir tras una enfermedad terminal. Compartimos charlas de café en Los Andes, anécdotas varias en Casa de Gobierno y por supuesto buenos malbec. Hasta siempre gallego. 

Gabriel Bustos Herrera, nuestro "profesor"

Sociedad

Unidiversidad

Juan López

Publicado el 15 DE ABRIL DE 2012


El Gallego era el profesor del grupo. Siempre traía un tema a la mesa de la cerveza pospádel y en los asados centraba mágicamente la conversación.

Los sábados a la tarde, desde hace diez años para mí (el grupo comenzó a juntarse mucho antes), eran, sí, digo eran porque sin el Gallego cambiarán totalmente… eran una mezcla de liberación física y consuelo mental.

El Gallego, o el Gaby, era el más caliente, tiraba la paleta contra el piso o la tela cuando un golpe no le salía (rompió varias en estos años) e insultaba a los gritos, pero siempre se puteaba a él o lo puteaba a Dios, para risa de unos y escarnio de su consuegro, el Carlos Andino, otra gran persona y amigo y fiel creyente. Las últimas veces, ya no rompía paletas, pero hacía el amague de reventarla contra el suelo y se contenía y después se reía, y todos nos reíamos de su calentura. Sabemos que lo hacía a propósito, esa suerte de actuación, para divertirse y divertirnos.

Ya enfermo pero dándole pelea a su enfermedad, por ahí se metía a la cancha en nuestros descansos y despuntaba el placer que le daba jugar. Tenía un drive clásico y un revés exquisito, siempre nos la cruzaba y nos dejaba en ridículo. Pasados los sesenta años, seguía jugando como los dioses.

El grupo del pádel, Carlos Andino (viajante de vinos), un cardiólogo, el Doc (Osvaldo Moretti), un albañil y laburante general (Quique Daniel), dos mecánicos (Quique Hernández y José Luis García), dos gestores de escribanía y afines (los hermanos Carrillo, Félix y Hugo… Este "equipo" queda ahora malherido, triste y dolido, porque el Gallego, además de ser un gran amigo, nos iluminaba a todos con su sapiencia y optimismo.

Cuando le llamé, en enero, para contarle que me habían encontrado un cáncer, me dijo más o menos: “Juancito, tranquilo, con lo que nosotros tenemos, hace diez años nos moríamos en unos meses, ahora por suerte la medicina ha avanzado mucho”. Y siempre así el Gallego. No voy a contar lo que todos saben: su aspecto público de periodista de “gran trayectoria” y de formación más que sólida. Su peronismo crítico en estos tiempos de peronistas buscas y superficiales.

El año pasado me consultó porque quería publicar algunos de sus artículos en un libro. Principalmente los referidos a los pequeños productores, que forjaron la vitivinicultura en Mendoza y que hoy están prácticamente desdibujados tras la economía global. Una posibilidad era publicar por la Ediunc, Editorial de la Universidad Nacional de Cuyo. Él había comenzado a seleccionar artículos, con la ayuda de su familia. Ojalá que la UNCuyo pueda impulsar una edición, que no me cabe duda aportará mucho a Mendoza.

Gracias, Gallego, por todo lo que nos diste. Te vamos a extrañar un montón.

Juan López, 15 de abril de 2012.