Guayana Francesa: la otra hermanita perdida

Con 90 mil kilómetros cuadrados -como la provincia de La Rioja- y unos 300 mil habitantes, la Guayana es un enclave colonial más propio del siglo  XIX que del XXI. La estrategia colonial francesa es aislar este corazón de Sudamérica del resto de los países y pueblos hermanos. 

Guayana Francesa: la otra hermanita perdida

Internacionales

Unidiversidad

Mariano Saravia

Publicado el 18 DE ENERO DE 2013

Al hablar la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, mostró las cartas en la escena internacional, ya que se trata de un juego en el que hay dos posturas muy definidas: la del imperialismo, por un lado, y, por el otro, la de las fuerzas populares en América del Sur que pelean por consolidar su soberanía y conquistar todos los derechos para las grandes mayorías de nuestro continente. Por eso, la actitud del Reino Unido en el Atántico Sur no se limita sólo a las Malvinas ni a sus tres mil habitantes, sino que la militarización y las bravuconadas son verdaderas amenazas para esa otra gran fuerza que se enfrenta al imperialismo desde el sur.

En el caso de las Malvinas, está muy claro, y el gran mérito de la Argentina es haber puesto el tema en la agenda internacional. Sin dudas, Malvinas ya no es sólo una causa argentina, sino latinoamericana, y más aún, podríamos decir que es una causa de los pueblos del sur.

Pero hay otra causa que no es tan conocida: la de la Guayana Francesa, “la otra hermanita perdida”. La Guayana Francesa está al norte de Brasil y al este de Surinam, tiene 90 mil kilómetros cuadrados (como la provincia de La Rioja) y unos 300 mil habitantes. Técnicamente es un departamento de ultramar de la República Francesa. En la práctica, una colonia francesa en pleno corazón de Sudamérica, con todo lo que eso significa.

De hecho, es el otro enclave colonial que queda en nuestro subcontinente, además de las Malvinas. 

Si las Malvinas están ubicadas en el espacio geopolítico fundamental del Atlántico Sur, la Guayana está en el no menos importante espacio geopolítico del Caribe, estratégicamente ubicada para controlar a países como Cuba, Venezuela, Surinam o Brasil.

Si las Malvinas tienen una dotación de unos tres mil soldados y la Argentina está denunciando la militarización del área, ¿qué se podría decir de la Guayana, donde Francia tiene estacionados a unos 40 mil soldados, más los servicios de inteligencia y el personal de la Agencia Espacial Europea?

Como en una película histórica, en las rutas de la Guayana nos podemos encontrar no sólo a la Gendarmería francesa, sino también a la célebre Legión Extranjera y a la Policía Militarizada. Según Raymond Charlotte, fundador de la Organización Guayanesa de Derechos Humanos (OGDH), “desde aquí Francia se encarga de hacer inteligencia en Venezuela contra el gobierno de Hugo Chávez y de conspirar contra los movimientos que buscan la paz en Colombia”.

Es decir, aquí también se juega ese juego que dejó al descubierto Cristina en la ONU, el juego en el que se enfrentan el imperialismo y los pueblos de Sudamérica que no pueden permitir más enclaves coloniales propios del siglo XIX en pleno siglo XXI. 

Es muy chocante entrar en este pedazo de nuestra Patria Grande y ver flamear la bandera francesa junto a la de la Unión Europea, y que un gendarme francés maltrate a un brasileño en la frontera. O que no haya puentes sobre el río Oyapok en la frontera con Brasil ni sobre el río Maroní en la frontera con Surinam. “La estrategia del colonialismo francés siempre fue aislarnos de nuestros vecinos de Sudamérica”, cuenta Servais Alphonsine, dirigente del Movimiento por la Descolonización y la Emancipación Social (Mdes). Es más, se registran paradojas tan absurdas como que un brasileño puede ir a Francia sin visa, pero no puede entrar aquí sin visa. O que las bananas de Surinam pueden ser exportadas a Francia pero no a la Guayana. Es parte de la estrategia de dividir y aislar que siempre ha tenido el colonialista. El resultado es la colonización mental y cultural, además de la política y económica. Un guayanés sabe todo sobre lo que pasa en Marsella o Lyon, pero confunde a Paraguay con Uruguay. 

Por todo esto, aunque no lo haya dicho, cuando Cristina nombró a las Malvinas, también estará nombrando a la Guayana Francesa, la otra hermanita perdida de nuestra Patria Grande sudamericana.

Fuente: www.marianosaravia.com.ar

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