Hubo una época en la que Mendoza celebraba el Día de Muertos

Entre fines del siglo XIX y principios del XX, era usual ver a familiares de las y los muertos recorriendo los cementerios para homenajear la memoria de sus difuntos.

Hubo una época en la que Mendoza celebraba el Día de Muertos

Celebración del Día de Muertos en el cementerio de Flores, en Buenos Aires. Foto: Télam

Sociedad

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Publicado el 02 DE NOVIEMBRE DE 2022

El Día de Muertos es una celebración particularmente latinoamericana, que irremediablemente nos lleva a la imagen de las calacas en México. Sin embargo, esta tradición tuvo fuerte presencia en Argentina y en Mendoza. Curiosamente, esta práctica dejó de tener peso dentro de las tradiciones provinciales.

Según escribió la historiadora del Arte Rosana Aguerregaray Castiglione, entre fines del siglo XIX y principios del XX, la población mendocina celebraba cada 2 de noviembre el Día de los Muertos. Los familiares y deudos asistían a los cementerios para homenajear la memoria de sus difuntos. Este espacio se convertía en una verdadera romería de carruajes y peatones de todas las edades, sexos y nacionalidades. Las mujeres asistían enlutadas con la típica “alfombrita”. Allí, ante la tumba de los muertos queridos, recitaban las plegarías cristianas junto a la vacilante llama de las bujías, y dejaban pruebas de cariño, que consistían en ramos y coronas de diversas formas, dimensiones y materiales.

Sin embargo, honrar a los muertos no es solo una tradición religiosa. Según la página oficial del Gobierno de México, en la época prehispánica, el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura. Cuando alguien moría, era enterrado envuelto en un petate y sus familiares organizaban una fiesta con el fin de guiarlo en su recorrido al Mictlán. De igual forma, le colocaban comida que le agradaba en vida, con la creencia de que podría llegar a sentir hambre.

Hoy, en Argentina, hubo música, flores, comida y tradiciones andinas en el cementerio del barrio porteño de Flores, donde, cerca del mediodía, cientos de personas se acercaron para celebrar el Día de los Difuntos con sus seres queridos.

Asimismo, en Formosa, el gobernador Gildo Insfrán dispuso asueto administrativo y escolar en los distintos niveles y jurisdicciones de su provincia para este miércoles 2 de noviembre, con motivo de la conmemoración del “Día de los Fieles Difuntos”. En tanto, en Jujuy, las familias recordaron a sus fieles difuntos en su día con la visita a los cementerios y la participación en misas programadas por la Diócesis de Jujuy, pero también desde cada hogar con oraciones, en una jornada de receso laboral en la provincia.

dia de muertosFoto: Día de Muertos en Jujuy. Fuente: Télam

 

Cómo se celebraba el Día de los Muertos en Mendoza

Volviendo a Aguerregaray Castiglione, años atrás escribió una columna para Conicet en la que describía cómo era la celebración del Día de Muertos en Mendoza.

A continuación, transcribimos parte de ese texto:

También los religiosos asistían al cementerio y participaban recitando responsos, que consistían en una oración compuesta de secuencias de Padre Nuestro y Ave María, en beneficio del alma del difunto y para disminuir su instancia en el Purgatorio. Todo esto costaba centavos y, cuando el sacerdote pronunciaba las preces, era rodeado por personas de diversos sectores que lo acompañaban con fervorosos rezos. Además, se celebraban misas cantadas en capillas improvisadas en el establecimiento. A las oraciones se sumaban otras prácticas, como los novenarios y los solemnes funerales que se realizaban durante varios días en todas las iglesias y parroquias de Ciudad y de los departamentos de campaña.

Durante la celebración, los parientes ataviaban las tumbas con coronas de mostacillas negras, lilas o blancas, y flores como pensamientos morados o rosas blancas naturales o artificiales, mientras que las de los angelitos se ornamentaban con guirnaldas de flores blancas, ya que eran emblema de inocencia y pureza.

Los sepulcros pertenecientes a los sectores más acomodados de la sociedad se encontraban lujosamente adornados y presentaban el aspecto de capillas ardientes. Eran cubiertos con coronas de flores, cruces y emblemas violetas, velas y cirios colocados en candeleros de cristal, metal o cobre que alumbraban estos “monumentos”. Algunos de los panteones permanecían abiertos y sobre los altares se colocaban blancos manteles e imágenes de Cristo.

A los sufragios postmortem, que incluían el encendido de velas, oraciones, ayuno y dedicación de misas en ocasiones convencionales, se sumaban otros, como el luto que debían llevar los familiares o allegados del difunto, además de las privaciones a las que debían someterse durante el período de duelo. Estas prácticas, realizadas en el marco de la celebración del “Día de los Difuntos”, tenían como uno de los principales objetivos conmemorar la memoria de aquellos que ya no estaban, pero, principalmente, buscaban acelerar su estadía en el “Purgatorio”, doctrina que aún seguía vigente en el imaginario social de la época. La población, que tenía una participación activa en el mundo de los muertos, desplegó una parafernalia barroca para ayudar a sus muertos en el transito hacía el “Paraíso” y así otorgarles un descanso eterno.

Algunas de estas costumbres se fueron perdiendo progresivamente a lo largo del tiempo. La concurrencia al cementerio ha disminuido, ya no se asiste vestido de luto con las típicas “alfombritas” a ornamentar las tumbas de los muertos. Solo en algunas ocasiones se concurre vestido con ropa cotidiana y con un simple ramo de flores a homenajear unos minutos a quienes ya no están.

Fuente: Con con texto de Rosana Aguerregaray Castiglione

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