Humanismo del siglo XXI

En un breve pero intenso discurso, Baltasar Garzón dictó una verdadera clase de valores humanistas. Una invitación coherente a asumir el pasado, la organización del presente y las razones en favor del destino de los pueblos.

Humanismo del siglo XXI

Ex juez Baltazar Garzón. Foto: Axel Lloret

Sociedad

Unidiversidad

Rodrigo Farías

Publicado el 05 DE NOVIEMBRE DE 2012

En el inicio inmediato del discurso magistral que brindó en el acto donde estaba compareciendo para recibir el Honoris Causa de la UNCuyo, Baltasar Garzón identificó su razón de estar allí:  “Para recordar a los que no pueden estar, a los que tienen nombres y apellidos pero se les ha negado el descanso entre los suyos”, dijo.

El magistrado, que quedó imposibilitado de desempeñar en España el noble oficio de impartir justicia “por querer investigar los crímenes de la dictadura franquista y la corrupción política”, admitió no estar triste. Es que la tarea de Baltasar Garzón ha sobrepasado ampliamente los límites de su país natal.

Su incumbencia, los derechos humanos, la lucha contra la injusticia en todas sus manifestaciones contra la humanidad, lo hacen un habitante del mundo y como tal se presentó durante la clase magistral que dictó frente a un auditorio repleto el pasado 30 de octubre en el Salón de Grado de la Universidad Nacional de Cuyo.

En su discurso, pasó revista por una serie de problemáticas cuya resolución resulta clave para que se pueda producir el desarrollo de la democracia y la justicia social en todas las latitudes donde hasta el momento huelgan tales condiciones.

Habló de la situación del mundo actual, del aquí y el allá; del pasado, el presente y los desafíos futuros. Batallas que si bien no se muestran simples de realizar, prevalece la posibilidad de consumación en los valores de justicia, del deber ético necesario, de los ciudadanos y ciudadanas del mundo. Como no podía ser de otra manera, también se refirió a la deuda moral preexistente, heredada de quienes lucharon y se sacrificaron en el pasado.

Ante un mundo en crisis

En un discurso enorme, propio del tamaño de quien lo elaboró, Garzón habló de la crisis económica mundial y apuntó contra sus responsables.

“Los traumas que está sufriendo el mundo a causa de la crisis económica no pueden resultar baldíos. La responsabilidad de los que causaron el desastre debe ser exigida para que la sociedad recupere la credibilidad y la confianza en quienes tan nefastamente la han dirigido. Nada puede ser lo mismo después de esta crisis, ni el capitalismo totalitario que nos diseñan  como solución puede ser asumido cuando resultan claros los factores de degeneración del mismo que han causado el mal”, expresó.

Una fuerte presencia de la noción del deber y la responsabilidad de las personas atravesó sus expresiones. Increpó a la audiencia sosteniendo que no estaba seguro de que se esté haciendo todo lo necesario para corregir el rumbo de la realidad en el mundo: un momento que actualmente se expresa bajo la forma de crisis económica pero que antes lo hizo con terrorismo de Estado o crímenes contra la humanidad, "y siempre en forma de pobreza, baja educación, falta de justicia o corrupción”.

El magistrado sostuvo que para sobrellevar las inclemencias económicas presentes en el mundo “es el momento de luchar para conseguir el ideal de felicidad y por reducir las cifras de la desesperanza, la pobreza y la indiferencia”. Para ello, “hemos de extraer lo mejor de cada ser humano porque lo peor se exhibe día a día para vergüenza de todos. Debemos de una vez  diferenciar la realidad de la apariencia, y demostrar que la verdad y la honestidad son posibles y que es lo que realiza plenamente al hombre”, dijo.

Globalización e identidad

Baltasar Garzón, quien recibió el Honoris Causa y la distinción como Ciudadano Latinoamericano por parte del rector Arturo Somoza, se expresó en relación con la globalización.  

“Debemos conocer el mundo y para ello debemos conocer la inmensa cartografía de sus diferencias. La globalización no puede acabar con las culturas del mundo, sólo añadir una más. La base de esta cultura global es el pluralismo como el valor que abarca a todos los demás y que nos conducirá a una unidad diversa”, dijo.

También se refirió con dureza a quienes identificó como responsables de las grandes diferencias que subsisten en un mundo globalizado.

“La situación política, económica y de crisis humanitaria que se vive en países como –por citar algunos- Zimbabue, Somalia, Sudán, Congo, Honduras, Palestina, Irak, Afganistán, Paquistán, Filipinas, Myanmar, y tantos otros países en donde los dictadores que los gobiernan o que desde la incompetencia y la corrupción han llevado a esos países y a sus ciudadanos a la ruina física y psíquica es inaceptable e inmoral, porque la solución de estos problemas no depende de la fuerza de la naturaleza sino de la acción de los gobernantes y los dirigentes que en muchas ocasiones también han propiciado dichos hechos”, sostuvo.

El terrorismo en ninguna de sus formas

“En nombre de la libertad a veces se mata, se tortura, se secuestra o se violan masivamente los derechos humanos y ello a veces se hace desde una legalidad aparente o formal. Frente a estos hechos, es necesario reivindicar la acción de una sociedad comprometida y de un poder judicial independiente que imposibilite cualquier exceso en aras de una mal entendida seguridad de los ciudadanos frente a fenómenos como el crimen organizado o el terrorismo”, sostuvo el magistrado.

El rechazo de Garzón al terrorismo fue taxativo, sin embargo no por esto dejó de cuestionar las acciones ilegales que se han llevado desde los Estados en nombre de “la lucha contra el terror”. En este sentido, proclamó que el terrorismo debe ser combatido en todas las partes del mundo sin que por esto “se dé cobertura a cualquier acción ilegítima por parte del Estado que degenere en un verdadero terrorismo de Estado como ocurriera en este [Argentina] y en otros muchos países que han sufrido el desgarro del terror durante generaciones. Las conductas transgresoras de esos límites deben ser perseguidas con todo el peso de la ley”, manifestó.

En una sólida defensa de la política como valor esencial de la democracia, adujo que “hoy día no existe justificación alguna para la práctica de la violencia como arma política”. En este sentido, advirtió que “en las sociedades democráticas, la única vía para proteger esas ideas es la fuerza de la palabra y el debate, a través de éstas alcanzar la paz en aquellos casos donde la violencia todavía se ejerce en contra de los ciudadanos. La única paz posible y verdadera es una paz justa, libre y democrática”, dijo.

El destino en nuestras manos

En su breve pero intenso discurso, Baltasar Garzón dictó una verdadera clase de valores humanistas. Principios que resultaron extraños y estuvieron olvidados durante mucho tiempo en Latinoamérica y Argentina, parecen actualmente estar reemergiendo. Un resurgimiento que se produce desde las cenizas, desde una historia trágica que implantó el neoliberalismo y que actualmente están sufriendo las poblaciones de Europa a través de los recortes y la restricción de derechos fundamentales. 

El magistrado pasó revista por todas estas situaciones y concluyó, sin embargo, invocando la esperanza y la fe en la determinación de los hombres y mujeres de este tiempo para afrontar la injusticia. También rindió homenaje a algunos de los estandartes de la lucha por la dignidad y el derecho de las personas en una conclusión que no por racional se privó de ser emotiva.

Debido a ello, a continuación realizamos la transcripción de los últimos párrafos sostenidos por Baltasar Garzón durante su discurso, un hombre que ha demostrado tener el valor necesario para resultar clave en la lucha por el desarrollo del derecho y la libertad.

“El destino no está trazado en las estrellas, lo formamos nosotros día a día. Ni tristezas ni olvido, ni impunidad ni justificación. Es preciso vencer el miedo y hacerle frente en cualquier esquina con la mano abierta, el corazón entero y gritando Nunca Más.

"Tenemos la obligación de entregar a nuestros hijos un mundo mejor que el que recibimos. Si no lo conseguimos habremos fracasado. Rindo homenaje a nuestros mayores, a todos los que han luchado y luchan por que la verdad, la justicia y la reparación se impongan frente al olvido, a todos los que en este gran país gritaron Nunca Más frente al atropello y la impunidad, a todos los que como en su momento el presidente Néstor Kirchner, también la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, los fiscales, los jueces, los luchadores como Juan Gelman, Adolfo Pérez Esquivel, Madres y Abuelas, H.I.J.O.S. de Plaza de Mayo y tantos otros, decidieron un día no ser cómplices de los que pretendían que aquellos derechos desaparecieran y las víctimas quedaran sepultadas en el olvido como ha ocurrido en otras latitudes.

 Vosotros, vosotras, sois ejemplos de vida, fuisteis héroes y heroínas de carne y hueso. Y sois puntos de referencia éticos en una sociedad carentes de ellos. Ningún esfuerzo es baldío, ninguna acción debe ser despreciada y frente a la impotencia del fracaso deberemos aplicar la ilusión de lo que nos resta por obtener. Y vosotros, jóvenes que hoy nos acompañáis, no abandonéis la bandera de la rebeldía y tampoco os durmáis en el lecho de la ignorancia. Vosotros sois los que estáis en condiciones de cambiar el mundo y hacerlo sólo depende de lo que creáis y luchéis por ello. Muchas gracias”.

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