La periodista y analista en medios Mariana Moyano analizó para Radio Universidad 96.5 el fenómeno de la “lanatización de la política” desplegada por el Grupo Clarín en relación con sus intereses ideológicos y económicos.

El fenómeno
de Lanata como título en todos los diarios nacionales que prentenden marcar la
agenda política del país, motivó a la conductora de La Posta, Silvia Sassola, a
entrevistar a la investigadora y académica Mariana Moyano sobre la lógica periodística
que subyace en los productos mediáticos que crea el periodista, convertido en
la “figura central” del monopolio que representa.
La falta de
rigurosidad en sus investigaciones y la manera espectacularizada en que estas son
presentadas a través de su programa Periodismo para Todos, y luego replicadas
en distintos formatos, es interpretada por la especialista como una mera “instalación
de clima de sospecha”. La gravedad del fenómeno es que la información construida
sin sustento objetivo que permita cotejarlo con la realidad, penetra con
mayor eficacia en el sentido común de la ciudadanía, y repercute desfavorablemente en los modos de la política por parte de
los sectores de la oposición.
¿Se puede decir que estamos ante una
“lanatización” de los medios?
Para muchos,
el actual Jorge Lanata es una traición respecto del Jorge Lanata que era. Yo no
pertenezco a ese grupo que se siente “traicionado”, por decirlo de alguna
manera. Para mí no es una novedad lo que hace en la actualidad.
Después de
irse de Página/12, fundó la revista XXI –actualmente Veintitrés–, si hacemos
memoria recordaremos el cintillo de la tapa donde presentaba sus entrevistas de
la siguiente manera: “Jorge Lanata con Carlos Menem”, “Jorge Lanata con Charly García”. Todos personajes de
primerísimo nivel en cuanto a popularidad. Eso marca el fenómeno de que Lanata
ha sido y es un periodista excedido de ego, siempre trabajó proyectos
periodísticos sobre su propia figura y los rompe cuando ya no puede girar en su
centralidad. Lo que hoy
ocurre es que su necesidad político-profesional es absolutamente funcional al
grupo empresarial que representa. Algo
que convive con la necesidad de Clarín de contar con un mascarón de proa en la televisión. Es decir, con una
propaladora bastante más poderosa que la tapa del diario, porque está visto que
con cinco, seis, cuarenta o 360 primeras planas en contra ya no se logra el mismo efecto que
se lograba décadas atrás.
Creo que no
hay que pensar a Lanata como si hubiera hecho algo por su cuenta o por mérito propio para que eso
ocurra. Estamos hablando de un personaje que tiene un tipo de mecánica y una lógica periodística muy farandularizadas, típicas
de show, con escasísima rigurosidad. Si
sacamos el rumor y corremos la cáscara, la información que queda es muy poca.
Se me ocurren como ejemplos los
escándalos que montó sobre distintos supuestos casos: el de la compra de
jugadores de las inferiores de Racing para lavar dinero, el de Miriam Quiroga (ex
secretaria de Kirchner) y la corrupción, quien finalmente no declaró lo mismo
en televisión que ante la Justicia.
Claro, el del
vínculo del ex presidente con el empresario Lázaro Báez, vínculo que conocemos
todos aquellos que leímos una biografía de Néstor Kirchner cuando era candidato
presidencial. Lanata no da ninguna novedad sobre esa relación, en todo caso uno
puede decir: “No me gusta que Kirchner tenga amigos empresarios de las
características de Lázaro Báez”, es decir, tómalo o déjalo.
Esto del ego golpeado que mencionas
es notable. En varias oportunidades sucedieron cosas muy graves a raíz de ello,
voy a mencionar dos para que analices: los ataques a la diputa Gabriela
Cerrutti con respecto a su libro El Jefe y, más tarde, la denuncia basura contra
Susana Trimarco.
Gabriela,
además de ser legisladora, es una reconocida periodista, entonces considero –con el repudio que merece Lanata por esos comentarios tan desubicados– que ella tiene resto para contestarle, el
periodismo los ubica en un lugar de igual a igual donde la discusión es posible. En cambio en
el caso de Susana Trimarco, Lanata se metió con una víctima. Es como si un kirchnerista dijera una barbaridad
sobre Juan Carlos Blumberg, por poner una víctima de adhesión política de cada
sector. Con esas cosas no se juega, ni de un lado ni del otro."Me hace
acordar a esa situación que suele presentarse cuando en una comisaría se toma
testimonio a una mujer que ha sido violada, y lo que se termina produciendo es
su revictimización. Resulta que ahora Susana Trimarco tienen que dar
explicaciones sobre lo que le pasó.
Me animo a
irme del lado de la incorrección política y te digo que es peor que si hubiera
agraviado a una madre de Plaza de Mayo, porque
vos con un militante tenés una discusión en el terreno de la política. Es
decir, hay un debate en el terreno de la política sobre lo que pasó con los
desaparecidos. De hecho, (Jorge Rafael) Videla no fue un asesino serial, fue
parte de un proyecto político. En cambio, el caso de Susana Trimarco no entra
en el universo de lo posible. Por eso, más
allá de la profunda indignación que produjo esa acusación contra ella, celebro
que nadie le haya respondido en mal tono. Todas las respuestas en repudio a las
intenciones de Lanata de ponerle intereses económicos a la lucha dada por
Susana, fueron de una enorme seriedad. Todas
con mucha grandeza y respeto, en la misma línea que cuando murió Videla. Nadie
lo celebró. Yo creo que esa es la línea divisoria: de un lado están los que
dicen barbaridades y del otro hay seres humanos que no celebran la muerte. Esa
vara no te la pueden robar.
Respecto a “Fútbol para Todos” y la
competencia con su programa podemos decir que también impulsa una campaña de
desprestigio. Dijo que en la actualidad el fútbol era utilizado para tapar
muchas cosas, como en otros momentos del país, comparando con aquel mundial del
78 que tanto dolor le dio a los argentinos. ¿No es demasiado fino el hilo con el
que juega?
El día
siguiente a la muerte de Videla publicó en Clarín una nota donde dice que continúa el autoritarismo, con lo cual yo
coincido, lo que no comparto es comparar a cualquier presidente del 83 a esta
parte con Videla. Además de espantoso me parece ridículo. Es su línea, uno más
de sus manotones.
Con respecto a
lo del rating y el fútbol, yo pienso que la televisión pública ha hecho una
apuesta comercial, también en respuesta a aquellos cuestionamientos que la
señalan como una pantalla fría, que no tiene rating. Ha decidido que quiere
competir y ver si le gana a otro programa. Me da risa estar diciendo esto. ¿Qué
es lo que molesta? ¿Que la televisión pública no se quede en la esquinita
diciendo: “Péguenme, péguenme”?
Para concluir: ¿estamos en una
farandularización de la política o una tinellización de la realidad encarnadas
por el periodismo que hace Lanata?
A mí me
parece que hay un error de los que nos consideramos estudiosos o analistas de
los medios y participamos de espacios nacionales y populares progresistas desde
hace 20 años. El grave error es que hemos despreciado profundamente la
política que se construye en los programados llamados “de chimento”. Siempre se
ha dicho que hay mucha más política en un programa de Jorge Rial que en un
programa de política, porque hay modos de construcción cultural enraizados en
las políticas de un país. Me refiero, por ejemplo, a la idea de cuerpo que una
mujer debe tener, eso también es decisión
política de un país; si una chica se muere de anorexia es decisión política de
nuestra sociedad. Eso es lo
que se encuentra en estos programas de chimentos y no en los políticos, que
además son los que tienen mucha más penetración porque son más sutiles.
Entonces aquí debemos tomar nota de lo que está haciendo Lanata. Entendió que
no tenía que hacer un programa político del típico analista con un escritorio y
un potus, sino utilizar la metodología de los programas con gran penetración
cultural para colar la política haciendo de cuenta que es otra cosa.
Por eso creo
que ha sido eficaz. Por ejemplo, con los programas sobre Lázaro Báez; si uno se
toma el trabajo de verlo sin el aditamento de la simpatía o rechazo político
por el gobierno, la información que hay es muy floja. ¿Qué es lo que puede
crear Lanata sobre Báez? El clima de sospecha. Lo mismo que hacen los programas
de chimentos: ¿Fulana se acostó con tal o no se acostó? No lo dicen, lo
sugieren. Lo mismo hace Lanata y luego se instala la idea como un hecho. Así se
termina montando el posible fraude en las elecciones, la bipolaridad de la
Presidenta, etcétera. Sin ningún dato, porque ya hay un terreno que ha sido sembrado
sobre eso.
Tenemos que
prestar atención sobre lo que está haciendo: como no hay dato duro, crea un gran
clima de sospecha. Lo que hace es políticamente eficaz y lo que hay que salir a
romper es ese clima de sospecha porque, en todo caso, si tiene información, pues
que denuncie y que investigue a partir de eso, llámese Cristina Fernández o Lázaro Báez, no importa. Pero evidentemente
no lo tiene, si cuando ha sido citado por la Justicia no pudo probar
absolutamente nada. El problema es que en la Argentina tenemos una oposición
que puede llegar a ser gobierno montada, no sobre datos, sino sobre climas de
sospecha.