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Estudios de especialistas del Conicet en Mendoza confirman que el diseño lumínico de las escuelas no es solo una discusión arquitectónica o un tema de infraestructura sino que es un factores clave que influye en cómo alumnos y alumnas se concentran, aprenden y rinden durante su paso por la escuela.
El diseño lumínico de las escuelas no es solo arquitectónico o un tema de infraestructura sino también pedagógico. Foto ilustrativa: Emilio Rapetti - Archivo Télam
Juan Manuel Monteoliva, Mirta Susana Ison, Andrea Elvira Pattini
Publicado el 12 DE SEPTIEMBRE DE 2025
En los últimos años, un equipo interdisciplinario de especialistas del Conicet en Mendoza viene trabajando en un tema no siempre mencionado en las discusiones educativas: la luz natural en las aulas y su impacto en la atención de los niños. Lo que muchas veces se percibe como un detalle de infraestructura, en realidad puede convertirse en uno de los factores que puede influir en cómo los estudiantes se concentran, aprenden y rinden durante su paso por la escuela.
La investigación se llevó a cabo en escuelas primarias de gestión estatal de la provincia y articuló enfoques de la arquitectura escolar, la psicología del desarrollo y la neurociencia cognitiva. El objetivo fue evaluar de qué manera distintas condiciones lumínicas —desde aulas principalmente iluminadas con luz natural hasta espacios iluminados artificialmente— influyen en el desempeño atencional infantil.
Para ello se utilizó el Test de Percepción de Semejanzas y Diferencias (CARAS-R), un instrumento ampliamente validado en Argentina para medir atención focalizada y sostenida en niños y niñas. A partir de esta base, el equipo sumó nuevos indicadores que permitieron un análisis más completo: la eficacia atencional (EA), que refleja la precisión con que los niños y niñas logran discriminar estímulos relevantes; la eficiencia atencional (FA), que da cuenta de la capacidad de sostener el foco a lo largo del tiempo, y el rendimiento atencional (RA), que integra ambos parámetros en un valor que sintetiza el desempeño cognitivo.
Estos indicadores se aplicaron en dos tipos de estudio. Por un lado, en un estudio normativo con 4.462 escolares de entre 7 y 12 años, pertenecientes a 17 escuelas públicas del Gran Mendoza, lo que permitió elaborar tablas de referencia y confirmar las tendencias observadas en los ensayos iniciales. Por otro, se realizaron experimentos controlados con 34 alumnos de 8 y 9 años, comparando su desempeño bajo diferentes condiciones de iluminación en aulas reales. Los resultados fueron consistentes. En las aulas con mayor ingreso de luz natural, los escolares mostraron un nivel superior de eficiencia y rendimiento atencional. En cambio, tanto en condiciones de deslumbramiento como en condiciones de iluminación artificial cálida (4000 ºK) el desempeño descendió con el paso del tiempo. La eficacia atencional (EA) no presentó grandes diferencias en los primeros minutos, pero al sostener la actividad aparecieron contrastes claros: en aulas iluminadas naturalmente el rendimiento se mantenía estable, mientras que en aquellas con iluminación eléctrica el decaimiento era evidente.
La relevancia del hallazgo está en su proyección educativa y social. La atención es un proceso cognitivo central que regula qué información se selecciona, cómo se sostiene y cómo se almacena en la memoria. En la práctica esto se refleja en la capacidad de un niño o niña para comprender un texto, resolver un problema matemático o seguir las consignas del docente. Si la luz natural ayuda a sostener la atención, entonces también está contribuyendo al aprendizaje. De este modo, los estudios ponen en discusión un aspecto poco considerado: el diseño lumínico de las escuelas no es solo arquitectónico o un tema de infraestructura sino también pedagógico. Cada ventana, cada ángulo de ingreso del sol, puede convertirse en un aliado —o en un obstáculo— para el desarrollo cognitivo.
El equipo responsable de estas investigaciones está integrado por Juan Manuel Monteoliva (Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía – Inahe, Conicet), Mirta Susana Ison (Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales – Incihusa, Conicet), y Andrea Pattini (Inahe, Conicet), con colaboraciones de Javier Santillán (Instituto de Investigación en Luz, Ambiente y Visión – ILAV, Conicet) y Celina Korzeniowski (CIC, Conicet). Todos cuentan con una trayectoria consolidada en áreas que van desde la iluminación natural, la arquitectura escolar hasta la psicología y la neurociencia. Desde esta diversidad de perspectivas, lograron construir un marco común que vincula infraestructura educativa y procesos cognitivos básicos de aprendizaje.
Comité de Divulgación Científica del Incihusa
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