Más del 50 % de niños y niñas sólo comparte la cena con su familia

Así lo revela el estudio Comensalidad e Infancia, del Barómetro de la Deuda Social. El 76,6 % tiene el hábito de picotear entre comidas sin ninguna planificación.

Más del 50 % de niños y niñas sólo comparte la cena con su familia

La mayoría de los/las chicos/as comparte solo la cena con toda su familia, el resto de las comidas las comparte con algunos de sus integrantes o con sus compañeros de la escuela. Foto: Prensa Gobierno.

Sociedad

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Publicado el 12 DE SEPTIEMBRE DE 2018

La cena es la única comida que comparte más de la mitad de los chicos, chicas y adolescentes argentinos con su familia. En el resto, están con alguno de sus integrantes o con sus compañeros de escuela, al tiempo que se incrementa la costumbre de picotear entre comidas (el 76,6 %), sin ninguna planificación.

Estas son algunas de las conclusiones del informe Infancia y Comensalidad, hábitos y prácticas en relación a las comidas, del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA).

El estudio se realizó con base en la Encuesta de la Deuda Social Argentina 2017 (EDSA). En la misma se consultó a 5455 niños, niñas y adolescentes de 0 a 17 años, integrantes de hogares de conglomerados urbanos de más de 80 000 habitantes, entre los que se incluyó al Gran Mendoza.

En el trabajo se detalla que los hábitos alimenticios se incorporan entre los 3 y 4 años de edad, para establecerse a partir de los 11. Si bien pueden cambiar a lo largo de la vida, la base de la formación se establece en la infancia, con habilidades y destrezas flexibles que se construyen con las rutinas.

Otra conclusión es que, si bien en lo discursivo la sociedad argentina valora la comida casera (elaborada, sólida, nutritiva, consumida en la mesa familiar), es frecuente observar que la que se elabora realmente es industrial, conservada, congelada y lista para usar o que directamente se compra hecha.

El trabajo resalta algunos de los problemas que existen en torno a la alimentación. Básicamente, se trata de la falta de organización sobre qué comer, cómo y cuándo, la preparación y las soluciones rápidas. Detalla que para que los niños y las niñas adquieran hábitos saludables, es necesario que los adultos los fomenten a través del consumo de alimentos con alto grado nutricional y buenas prácticas, y con la ingesta de cuatro comidas diarias, además de incorporar colaciones.

Según el  informe, la casa y la escuela son los lugares donde las personas adquieren los hábitos alimenticios. Le siguen en cuanto al nivel de influencia la televisión, internet, el médico, amigos, familiares y, por último, las políticas de Estado.

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Qué y dónde comen

El trabajo detalla que en la mayoría de los hogares se desayuna mate, té o café con leche a medida que cada uno debe cumplir con sus obligaciones; se almuerza liviano en la escuela o en el trabajo, se merienda rápido y con picoteos y la familia solo se reúne para la cena.

El informe mostró que el 68,6 % de los pequeños cena con su familia, mientras que en el resto de las comidas se diversifican las compañías y varían según la edad. El 15 % desayuna con compañeros de escuela y el 23 % almuerza con ellos, aunque estos porcentajes muestran variaciones en relación con el estrato social de los hogares y si asisten a colegios de gestión pública o privada.

Pese a que la familia se reúne en la cena, la mayoría de los/las niños/as y adolescentes entre 2 y 17 años desayuna, almuerza, merienda y cena en sus hogares (el 90,2 %). En tanto, casi el 18 % almuerza en el espacio escolar o comunitario.

Aun cuando la mayoría de las comidas las concretan en el hogar, más de la mitad de los chicos/as no son estimulados a comer los alimentos que no les gustan y el 31,1 % de los adultos “disfraza” la comida saludable, costumbre que se intensifica cuando los pequeños tienen entre 2 y 5 años y disminuye a medida que crecen. 

 

Picotear entre comidas

Una de las costumbres frecuentes de los chicos/as entre los 2 y 17 años es picotear, es decir que comen entre comidas centrales, sin ninguna planificación. Esa tendencia crece a medida que ganan autonomía en la provisión de alimentos, ya que casi el 80 % de los adolescentes lo hace, más frecuentemente los varones que las mujeres.

El picoteo entre comidas es una tendencia que atraviesa a todas las infancias, en forma independiente de la estratificación social a la que pertenezcan los hogares. Y si bien este hábito –como todos los relacionados con la alimentación– son adquiridos en el ámbito familiar, la publicidad televisiva interfiere en la elección, ya que propicia el “consumo informal, es decir el picoteo”.

En cuanto a qué actividades hacen los pequeños mientras realizan algunas de las comidas, la gran mayoría conversa con alguien de su familia, con sus pares o mira TV. En menor medida, juega (los más chicos) o usa el celular, lo que es más común entre los adolescentes (el 51,4 %).

Comer en la escuela

El informe detalla que en 2013, la cobertura del desayuno en el nivel primario alcanzó a la mitad de los estudiantes de educación básica de gestión pública; el almuerzo, al 21 %, y el refrigerio, al 14 %. Esto va en consonancia con la cantidad de alumnos que realizan alguna de estas comidas en los establecimientos.

La encuesta también mostró que la mitad de los alumnos de la primaria lleva alimentos para el recreo de su casa. En cuanto a lo que consumen, lo más frecuente son galletas, barras de cereal,  alfajores, golosinas y pocas bebidas (incluida el agua).

De acuerdo al informe, la estratificación social es muy relevante en el acceso a los alimentos: a medida que desciende la propensión a llevar alimentos de la casa a la escuela, se incrementa la posibilidad de que accedan a ellos de modo gratuito. En cuanto al consumo en kioscos, el mismo se eleva entre niños de estratos medios, y en este punto se consigna que las regulaciones para controlar los productos que se venden en los establecimientos se cumplieron en muy bajo porcentaje o directamente no se acataron.

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