¿Para qué sirve disfrazarse?

A los adultos los libera de las tensiones y pueden jugar a ser otro por un rato, aunque, salvo Carnaval, alguna fiesta o Halloween no están muy legitimados. En cambio, para los niños, sobre todo entre los 3 y los 6 años, no sólo es un juego habilitado socialmente, sino que también es recomendado por los psicólogos por sus múltiples beneficios cognitivos.

¿Para qué sirve disfrazarse?

Los chicos, sobre todo en la primera y segunda infancias, necesitan exorcizar muchas ansiedades a través del disfraz.

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Publicado el 06 DE MARZO DE 2018

Para no llegar a los 48 años con la única meta de tatuarte a Batman en el brazo, los psicólogos no sólo avalan, sino que hasta recomiendan que los niños, sobre todo entre los 2 y los 6 años, vivan esa realidad paralela, ese "juego simbólico" que habilita el disfraz. Vestirse de otra persona o personaje y jugar a ser otro tiene importantes beneficios para el desarrollo.

El hecho de que los niños se disfracen es muy beneficioso, ya que, además de ser una fuente de diversión en sí misma, favorece el desarrollo infantil en muchos aspectos psicológicos. Disfrazándose, el niño desarrolla habilidades, aprende y desarrolla estrategias que le ayudarán el resto de su vida, según plantea el sitio Psicomaster, de España.

Los niños desarrollan así sus preferencias y gustos, ya que a cada uno le gustará disfrazarse de un personaje diferente. Mientras a Miguel le gusta disfrazarse de Tortuga Ninja, a Daniel le gusta de tigre; a María, de hada; a Fausto, de Papá Noel, y a Jesús, de médico (profesión de su papá). Todos deberíamos ser capaces de expresar nuestros gustos y respetar nuestras preferencias.

Según los expertos, específicamente desde los 3 a los 6 años los niños viven en continua interacción entre fantasía y realidad. El juego simbólico del disfraz permite vivir esta faceta a la perfección y, por lo tanto, los chicos logran realizar actividades que, de no estar disfrazados, seguramente no llevarían a cabo, como volar siendo Superman o saltar siendo un conejo.

"Cuando los niños se disfrazan concretan el juego simbólico y favorecen así su capacidad para imaginar, refuerzan su aprendizaje por modelado cuando, por ejemplo, imitan a sus padres y son capaces de expresar sentimientos, desarrollar su empatía poniéndose en el lugar de otros y ofrecernos su propia imagen de la realidad y la de los adultos que les rodean. No sólo expresan gustos: disfrazándose también mostrarán obsesiones, preocupaciones, intereses y problemas; en definitiva, sentimientos. Fortalecen su lenguaje, sus habilidades sociales y su capacidad para solucionar problemas. Lo que podría ser una exposición al ridículo favorecerá, sin duda, la seguridad en sí mismo, hecho que beneficiará su autoestima".

Así pues, el juego simbólico que se lleva a cabo al disfrazarse fortalecerá el desarrollo emocional y cognitivo del niño y le ayudará a liberar tensiones, lo que lo vuelve un juego muy saludable y beneficioso para los niños. “En esta etapa, hasta los 6 años aproximadamente, en el mundo del niño reina la imaginación: se inventa compañeros de juego invisibles y disfruta creando personajes y situaciones. Se trata de una edad mágica, en la que el mundo real y el mundo imaginario todavía no están claramente diferenciados”, explica al portal español Crecer Feliz Elena Gallegos, psicóloga infantil.

 

Unicef también incluye al disfraz en una infancia feliz 

En una guía que realizó la organización internacional (sede Colombia) que lucha para garantizar todos los derecho del niño, se advierte en uno de sus puntos, donde recomienda juegos diversos, que el hecho de disfrazarse estimula la imaginación, una de las condiciones principales para el desarrollo psicosocial del niño en sus primeros años de vida.

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