Salud e interculturalidad

Un equipo de trabajo del Hospital Universitario estudió el acceso de un grupo de mujeres provenientes de Bolivia a cuidados de salud en ginecología y obstetricia en nuestra provincia y constató que están insertas en el sistema de salud pública.

Salud e interculturalidad

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Milagros Molina

Publicado el 03 DE NOVIEMBRE DE 2013


Desde la década del 90, en la desesperación por la falta de trabajo en sus países natales, llegaron a nuestro país miles de inmigrantes de países vecinos.

Como sabemos, Mendoza constituyó uno de los escenarios más elegidos de estas poblaciones. Atendiendo a esta característica, el equipo de investigación dirigido por el doctor Pedro Daguerre y la licenciada Liliana Barg,  financiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado, intenta, a través de un trabajo directo con un grupo de mujeres migrantes, estudiar la relación entre las mismas y su acceso a los cuidados de salud en ginecología y obstetricia.

A través de esta entrevista, el doctor Pablo Alonso, miembro del equipo, nos cuenta detalles de este trabajo.

¿Dónde llevaron a cabo la investigación?

La realizamos en el Jardín Maternal Huellitas de Amor en el distrito de Belgrano, Guaymallén. Las destinatarias son mujeres migrantes de nacionalidad boliviana, que han llegado en los últimos años a Mendoza, la mayoría entre 1990 y 2000. En general las razones por las que llegaron a nuestra provincia están relacionadas con cuestiones laborales, en algunos casos acompañando a sus maridos y, en otros, para trabajar ellas.

¿Cuál es la hipótesis de la que parten?

Nuestra hipótesis era que había barreras a la atención sanitaria por parte de estas pacientes. Barreras culturales, barreras económicas, barreras relacionadas con las distancias.

A las primeras –las barreras culturales las veíamos como un aspecto fundamental. No porque fuera un problema de nuestro sistema sanitario sino de los preconceptos que ellas podían traer acerca de  la atención médica.

El tema cultural nos pareció un tema clave para ver luego también si hay diferencias con otras poblaciones nativas porque, si bien en este momento solo se analiza este caso con mujeres migrantes bolivianas, en otro momento utilizaremos estos datos para cruzarlos con los de otras comunidades.

Además, esta investigación la hicimos en conjunto con un trabajo de extensión en el que se realizó control de salud a niños y niñas. Es decir, nosotros vimos a las madres de los chicos que concurren al jardín y un equipo similar compuesto por trabajadores sociales, pediatras, odontólogos y enfermeros controló a los niños. Ambos partiendo de la base de que estaba relegada su atención médica.

Esta hipótesis la elaboramos con base en la bibliografía, pero sobre todo a partir de las estadísticas de las condiciones de las pacientes en su país de origen: la alta tasa de parto domiciliario, baja tasa de Papanicolaou, colposcopía y de controles médicos períodicos.

¿Cómo se desarrolló la investigación?

Se realizó una entrevista sobre aspectos socioculturales a cargo de  un trabajador social y con el apoyo siempre de un ginecólogo. En la misma, primero, les presentamos el objetivo de este trabajo de investigación y, si ellas estaban de acuerdo, se procedía a una entrevista más detallada sobre su estilo de vida, su vivienda, sus hijos, su familia, el tipo de atención médica que recibían, su cobertura social, los ingresos que tenían las pacientes.

También realizamos una entrevista ginecológica, con preguntas más específicas sobre sus embarazos, dónde habían tenido sus partos (si en una institución o en su domicilio) si habían dado de mamar o no, si usaban métodos anticonceptivos en la actualidad o no, si se habían realizado Papanicolaou, colposcopía, mamografía –en los casos que correspondiera. Y, en las pacientes que lo desearan, se les realizaban de forma gratuita los estudios ginecológicos.

Finalmente se realizaron talleres para el intercambio de los datos obtenidos y la devolución de la investigación realizada. En este marco, se informó sobre temas específicos como la anticoncepción o las enfermedades prevalentes en ginecología.

¿Ya tienen algunos avances en la investigación?

Estamos en la etapa final de nuestra investigación. Procesando los últimos datos, porque ya teníamos algunos datos parciales que habíamos analizado cuando se cumplió un año del proyecto.

En general, nos encontramos con sorpresas agradables, digamos, porque eran datos contrarios a los que esperábamos. Es decir, aparecieron como dos percepciones diferentes.

Por un lado, las mujeres entrevistadas sí se manifestaron vulnerables y con barreras en el acceso a la salud. Refirieron que en los centros de salud hay pocos turnos, que se tienen que levantar muy temprano para obtenerlos, que  se prioriza la atención de la embarazada… Es decir, cuando ellas estaban embarazadas conseguían turnos más fácilmente que en la actualidad, cuando van a buscar un método anticonceptivo o a realizarse un control de rutina.

Pero, por el otro lado, a la hora de preguntarles cuándo se habían hecho el último control, dónde se atendían rutinariamente, quién les entregaba los medicamentos cuando los necesitaban, nos encontramos con que tienen alta cobertura en controles ginecológicos.

Entonces, vamos a tener que trabajar en esta diferencia entre lo que percibe la paciente y lo que percibimos los agentes sanitarios, porque seguramente hay cosas para mejorar desde la salud pública pero, para nuestra sorpresa, los datos nos dicen que estas pacientes están totalmente insertas en el sistema de salud.

¿Puede ser que esta sea una característica específica de la población que estudiaron?

Sí, claramente tiene alguna relación con esto porque –como te decía son mamás de niños que concurren al jardín y, por lo tanto, trabajan. Es decir que ya están insertas de alguna manera en el sistema. Si bien muchos de estos trabajos son en el sector informal de la economía, que es un aspecto a atender, el cuidado de la salud resulta necesario para poder trabajar y para mantener la inclusión de sus hijos en el jardín maternal.

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