Sin leyes específicas contra la violencia digital, hay estrategias para denunciar y acceder a la Justicia
¿Valen en el plano digital las reglas de convivencia que establecimos para el plano analógico? ¿Es posible denunciar acoso, amenazas, extorsiones o lesiones si se cometieron por vía digital? Desde la organización Gentic, recomiendan conservar la prueba y denunciar. Los casos de violencia digital son cada vez más y la mayoría de las víctimas son mujeres.

A pesar de que la violencia digital no es un delito específico, las estrategias para denunciar se van construyendo sobre la marcha
Aplicaciones del celular, programas en la computadora, inteligencia artificial: las herramientas digitales evolucionan tan rápido que tenemos la sensación constante de ir un paso —o varios— detrás de la tecnología. Aprendemos a usar una y aparece una nueva. ¿Qué pasa cuando estas herramientas se usan para cometer delitos? La Justicia, que suele ser lenta hasta para los procesos más comunes, se ve aún más sobrepasada, porque no solo tiene que abordar casos inéditos, sino también lidiar con el vacío legal específico. Pero el acoso es acoso, las amenazas son amenazas, la extorsión es extorsión y las lesiones son lesiones. Por eso, especialistas recomiendan iniciar las denuncias en estos casos, que pueden avanzar bajo las figuras penales que ya existen.
Aunque el medio es virtual, las conductas son reales, y son las mismas que se consideran ilegales y se sancionan en el plano “analógico”, advierte Romina Zapata, licenciada en Comunicación Social de la UNCUYO e integrante de la organización Gentic (Género y TIC). ¿Y qué tiene que ver el género? Aunque a priori se puede pensar que cualquier persona puede sufrir violencia digital, el componente de género no es secundario. Un informe de ONU Mujeres afirma que, en el mundo, el 73 % de las mujeres experimentó algún tipo de violencia en línea y son mujeres 9 de cada 10 personas víctimas de la distribución no consentida de sus imágenes íntimas.
En Argentina, la violencia digital es considerada una forma de violencia de género desde 2023, cuando se incluyó mediante el proyecto de Ley Olimpia a la Ley 26485. En ese momento no se consiguió sancionar la Ley Belén, que busca incorporar al Código Penal —es decir, penalizar— los delitos de obtención y difusión no consentida de material sexual, íntimo o de desnudez; la sextorsión —extorsión con amenaza de exposición de material íntimo—, y el porn deep fake —montajes pornográficos hechos con inteligencia artificial—.
Romina Zapata es integrante de Gentic (Género y TIC) y se especializa en educación es espacios digitales. Foto: gentileza
Esto significa que, actualmente, todas esas agresiones digitales de las que son víctimas principalmente las mujeres no están tipificadas como delitos, pero se pueden denunciar. Suelen poder enmarcarse en amenazas, coacción, extorsión. Algo similar pasa con la violencia de género en general, porque la ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres no agregó tipos penales nuevos.
“Lo que no hay es una legislación específica que sancione la violencia digital como delito, pero eso no significa que no se pueda ir a la Justicia. A las mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ que quieran ir a la Justicia, nosotras les recomendamos que lo hagan siempre. También va a depender de algún juez o jueza que se la juegue un poco y haga un esfuerzo por encuadrarlo en delitos preexistentes”, puntualizó Zapata.
No es una idea aislada. Según la Relatoría Especial de la ONU, todos los mecanismos internacionales y regionales referidos a los derechos de las mujeres, tendientes a evitar la discriminación y la violencia, son perfectamente aplicables y traspolables al ámbito de lo digital, a pesar de ser anteriores a las TIC.
La Justicia se va construyendo a demanda
Un ejemplo reciente es un caso de Córdoba, donde un adolescente fue procesado por el delito de lesiones graves por alterar con inteligencia artificial videos pornográficos para agregarles las caras de sus compañeras de curso y subirlas con los nombres reales de las chicas a una página triple X. Elegir tipificar como lesiones graves se desprende de las pericias psicológicas que les hicieron a las jóvenes afectadas, que tuvieron consecuencias como cuadros de estrés postraumático, ansiedad, aislamiento y vergüenza persistente.
Captura de Instagram de Chequeado
La magnitud del daño es inabarcable, porque las consecuencias a futuro no se pueden evitar ni medir. Aunque, para el caso, la Justicia ordenó la desindexación de imágenes de estos sitios, en el buscador de Google todavía sigue asociado el nombre de algunas de las jóvenes a páginas porno. El daño continúa y la reputación no se daña solamente de manera virtual, sino real y concreta. Además, nada garantiza que esos videos no sigan circulando por otros sitios o estén alojados en las computadoras o teléfonos de otras personas. Mucho menos, que no vuelvan a ser publicados en línea.
Todo esto pone de relieve que sancionar la violencia digital implica un compromiso de parte de quienes garantizan el acceso a la Justicia, se explayó Romina Zapata. Sucede que, en general, se minimiza lo digital como si fuera irreal, menor o hasta simpático. La especialista explicó que los grupos adolescentes también lo ven como algo banal y liviano. Eso tiene que ver, por un lado, con la facilidad de uso de estas aplicaciones y herramientas, que están al alcance de cualquiera que tenga un celular o computadora. Por otro lado, también es consecuencia de la falta de empatía que generan las pantallas, es decir, la no-presencialidad.
“En las redes sociales, la gente dice cosas que es muy probable que jamás diría cara a cara —aseguró—. Lo digital baja los niveles de empatía, genera esta sensación de ‘todo vale’, porque además se puede hacer uso del anonimato para hacer daño, y hasta de perfiles falsos”.
La respuesta educativa
A pesar de todo, y particularmente al ver estos casos entre adolescentes, Romina Zapata —que cursa su maestría en Enseñanza en Escenarios Digitales— apuesta a que la respuesta como sociedad no sea solo penal, sino, sobre todo, educativa. Sancionar leyes que castiguen estas conductas —y castigarlas en caso de que sean cometidas— tiene un rol pedagógico: establecer límites, decir qué conductas no van a ser admitidas porque generan daños. Por eso también sugiere trabajar con educación sexual integral (ESI), nuevas masculinidades, pensamiento crítico. ¿Valen en el plano digital las reglas de convivencia que establecimos para el plano analógico? La vida cotidiana se digitalizó tan rápido que no tuvimos ni un momento para hacernos esa pregunta.
Gentic ganó el Premio Simone Veil de la República Francesa por su lucha contra la violencia de género digital. Foto: France Diplomatie
Ocurre que las escuelas, instituciones principales en la formación de niñas, niños y adolescentes, tampoco tienen las herramientas. Eso dejó al descubierto el caso de Ema Bondaruk, una adolescente de la localidad bonaerense de Longchamps que se suicidó después de que se difundiera —primero entre estudiantes de la escuela y siempre sin su consentimiento— un video teniendo relaciones sexuales.
La integrante de Gentic contó que están trabajando, con la mamá de la joven y otras organizaciones, en el "Protocolo Ema", que busca darles a las escuelas herramientas para saber actuar ante estas situaciones: ¿se sanciona al responsable?; ¿qué pasa con todas las personas que lo difundieron?; ¿cómo evitar que se siga viralizando?; ¿cómo proteger a la víctima?; ¿cómo abordarlo con la grupalidad?. Mendoza no está exenta de estos casos. Zapata recordó a las estudiantes de una escuela privada de carácter religioso que hicieron una sentada para exigir a las autoridades sanciones concretas —y no solo llamados de atención— para los responsables de un caso similar.
¿Qué hacer ante un caso de violencia de género digital? La tarea de Gentic
Como ante cualquier situación de violencia machista, en el caso de que se produzca en el ámbito de lo digital, la recomendación principal es no aislarse y buscar ayuda especializada. Respecto del tema digital en lo concreto, Romina Zapata aconsejó ciertas prácticas de autocuidado que puedan conservar la evidencia. Es recomendable silenciar o alejarse de los mensajes dañinos, pero no eliminarlos ni pedir que denuncien masivamente a un agresor porque, cuando una cuenta se cierra, no hay forma de rastrearla. Conservar el material dañino puede servir para recurrir a la Justicia.
La organización Gentic (Género y TIC) está a disposición. Todos los servicios que ofrecen son gratuitos, cualquier mujer o persona LGBTIQ+ puede solicitar atención en un consultorio psicológico y, si quieren, asesoramiento legal y patrocinio jurídico. También tienen a disposición actividades de formación, cursos tanto abiertos para la comunidad en general como para profesionales que acompañan en violencia de género. Por su trabajo en la defensa de los derechos de las mujeres en línea y su lucha contra la violencia digital, Gentic recibió el Premio Simone Veil de la República Francesa por la igualdad de género, en su edición 2025.
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