Solo el 14 % de los sindicatos de Mendoza tiene a una mujer al mando

Sindicalistas mendocinas hablaron con Unidiversidad sobre cómo la desigualdad de género dificulta la llegada de mujeres a cargos de gestión.

Solo el 14 % de los sindicatos de Mendoza tiene a una mujer al mando

Foto: Radio Kermes

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Unidiversidad / Florencia Martinez del Rio

Publicado el 16 DE JUNIO DE 2021

Del total de los sindicatos que existen en Mendoza, solo el 14 % tiene a una mujer al mando y cerca del 90 % no cuenta con un área institucional específica de género y/o diversidad, según un informe del Observatorio Laboral de la UNCUYO. Sindicalistas mendocinas hablaron con Unidiversidad sobre el rol de las mujeres en los gremios y cómo la desigualdad de género dificulta su llegada a cargos de poder.

Pese al aumento de la participación de la mujer en la política en los últimos años, las secretarías generales y adjuntas de los sindicatos siguen estando ocupadas, en su mayoría, por varones. La división sexual del trabajo que asigna a las mujeres las tareas de cuidado para que sean los hombres quienes se dediquen a ocupar el espacio público es una de las principales causas de la desigualdad dentro de los gremios, coincidieron Mariana Santander, secretaria de Género de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), y Francisca Staiti, secretaria general de Fadiunc, en diálogo con Unidiversidad.

El informe 2020 del Instituto de Trabajo y la Producción de la UNCUYO, que también indagó sobre el impacto de la pandemia de COVID-19 en el empleo, analizó la interrelación entre empleo, sindicato y mujeres, como también el impacto de las movilizaciones sociales que instalaron en las “agendas sindicales” las demandas de género ancladas no solo a cuestiones de trabajo, sino también a la violencia machista y a condiciones sociales desiguales.

El estudio indicó que los sindicatos en Mendoza que tienen a una mujer como secretaria general o adjunta son el 14 %, mientras que los que cuentan con un área institucional específica de género y/o diversidad –no incluida en sectores de acción social, turismo o familia– son el 11 %. Los gremios con áreas de género y también mujeres al mando son el 23 %.

En cuanto a la cantidad, el informe detalló que existen 79 sindicatos registrados y 36 aglutinan a trabajadores y trabajadoras estatales. Están distribuidos de la siguiente manera: 93 en el Gran Mendoza, 15 en el Sur, 14 en el Este y 6 en el Valle de Uco.

En el caso de los sindicatos estatales específicamente, la participación de las mujeres es apenas mayor: el 19 % cuenta con una mujer como secretaria general o adjunta. Sin embargo, solo en el 11 % de estas agrupaciones se crearon áreas de la mujer, género y/o diversidad.

El informe detalló que el 65 % de los y las empleadas estatales son mujeres, en su mayoría docentes. La edad promedio es de entre 35 y 41 años y el 63 % tiene estudios terciarios o universitarios. Los gremios con más afiliados son: el Sindicato Unido Trabajadores de la Educación (SUTE), la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), la Asociación Gremial de Empleados/as y Funcionarios/as del Poder Judicial de Mendoza (Judiciales), la Asociación Mendocina de Profesionales de la Salud (Ampros), la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) y el Sindicato de Trabajadores Estatales Autoconvocados (Sitea).

 

 

Desigualdad

Santander opinó que hay muchos factores por los que las mujeres tienen menos participación política, como indican las estadísticas. Sin embargo, remarcó que la desigualdad de género es una de las principales causas, ya que la división sexual del trabajo asigna roles y relega a las mujeres al trabajo doméstico no remunerado.

“¿A qué hora una mujer puede participar de la política? Tiene doble jornada laboral, dedica 8 horas a su empleo y otras tantas a las tareas de su casa y a los hijos e hijas. Estas son realidades que hay que tener en cuenta”, expresó la responsable del área de género de la CTA, que cuenta con dos secretarías adjuntas.

Al respecto, Staiti señaló que la mayoría de trabajadoras mujeres en ciertos gremios, como el docente, no se traduce en cargos de gestión, en las mesas ejecutivas ni en delegadas. La secretaria de la Asociación de Docentes e Investigadores de la UNCUYO ubicó a la división sexual del trabajo y a las tareas domésticas como factores primordiales para explicar las dificultades de las mujeres para ascender en el ámbito profesional y político.

"Existen distintos motivos: la sobrecarga de tareas que tiene la mujer y las pocas políticas para alivianarlas. Esto se evidenció con la pandemia. Se hace muy complejo. Las mujeres tardamos más en llegar que los varones. No digo que todos los hombres se desentienden de las tareas de cuidado, pero el desafío para la mujer es el doble de lo que significa para el varón", comentó Staiti.

Que los varones sean los que ocupen la mayoría de los cargos jerárquicos implica que las mujeres no estén representadas de la mejor manera a la hora de pelear por sus derechos y discutir mejores condiciones laborales. “Si no participamos de la política y estamos fuera de lo público, nuestros temas no llegan a la discusión. Cada una es una construcción de sus propias vivencias. Los hombres cisgénero (que se identifican con el género que se les asignó al nacer) no viven lo que nosotras vivimos, no van a discutir de la misma manera sobre temas de seguridad o lo que implican el aguinaldo o las largas jornadas de trabajo, no tendrán en cuenta las horas de cuidado que destinamos”, afirmó Santander.

Las mujeres que logran llegar a cargos de poder lo hacen con mucho sacrificio, opinó Staiti, que durante años debió alejarse del mundo sindical para cumplir con las tareas de cuidado, la casa y los hijos. "Tendemos redes entre nosotras para ayudarnos, con abuelas, tías, hermanas. Sigo notando en las más jóvenes que no ha variado tanto la situación", remarcó la secretaria de Fadiunc, asociación que tuvo como impulsora de los temas de género a María Antequera.

 

Agenda de género

Desde la creación de Ni Una Menos en 2015, ha habido un aumento de la participación de las mujeres debido a la visibilización de las problemáticas que este movimiento de mujeres consiguió. Esta movilización en las calles se trasladó al interior de los sindicatos, donde comenzaron a levantarse nuevas banderas de discusión y de lucha que los varones sindicalistas mendocinos no habían visto y que, incluso, los interpelaban. “Empezaron a cuestionarse los esquemas, en los ámbitos laborales se comenzaron a armar redes entre mujeres que dijeron: 'Yo también quiero participar'”, afirmó Santander. 

En la agenda sindical de género entre 2015 y 2020, el informe ubicó, además del reclamo de Ni Una Menos, a las marchas de cada 8 de marzo por el Paro Internacional de Mujeres, la organización y movilización por la legalización del aborto, las manifestaciones de trabajadoras en sus sindicatos ante reclamos salariales y por violencia de género, entre otros.

Así, las “agendas sindicales” visibilizaron desigualdades históricas en las tareas de cuidado, las condiciones laborales y la representación en la estructura organizacional. Con diferentes niveles de incidencia, se instalaron cuestiones de género como el reclamo contra los femicidios y travesticidios, el empobrecimiento y la precarización, o la lucha contra la violencia machista en espacios laborales y sindicales, indicó el informe. Las sindicalistas señalaron que comenzaron a realizarse talleres y capacitaciones en torno a esas temáticas y a plantearse la necesidad de contar con protocolos de acción contra la violencia de género.

Para Staiti, la fuerza para profundizar el camino de avance dentro de los gremios la dieron Ni Una Menos y la "ola verde", el conjunto de mujeres que reclamaron la legalización del aborto: "La participación es mayor, pero no todo lo que desearíamos. Es un proceso lento, pero creo que es necesario mirar a los sindicatos con lentes feministas".

 

Voluntad política y medidas concretas

El informe concluyó que el espacio sindical es un campo de lucha, no solo externo contra las patronales, sino también interno, en el que la mujer puede instalar temas de género en los espacios de discusión: "Las trabajadoras en los sindicatos están construyendo un sentido de politicidad sobre cómo hacer política".

"Es un proceso. La visibilización y el esfuerzo se están haciendo, pero hay que acompañarlos con voluntad política por parte de las y los legisladores, de las comisiones directivas de los sindicatos y de las y los secretarios gremiales", aseguró Santander.

Esto incluye, agregó la secretaria de Género de la CTA, desde acordar horarios de las reuniones según las tareas de cada una y fomentar la distribución equitativa de las actividades hasta formar espacios de género y acompañar políticamente a las compañeras mujeres.

En palabras de Staiti, revertir esta realidad desigual será muy difícil sin medidas concretas. "Hay que apuntar a políticas públicas serias que faciliten el desarrollo profesional y personal de las mujeres", aseguró.

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