Sueños de Revolución, el proyecto que rescata viñedos antiguos para resistir el avance urbano
Lo impulsan los ingenieros agrónomos Pablo Caparrós y Mariana Rodríguez Rolfi. “Es muy difícil decirle a un productor que no venda cuando hace 20 años que pierde plata. La presión del ladrillo es inmensa”, explicó Caparrós. La iniciativa recupera viñedos bajo principios de la agricultura regenerativa.

El proyecto de Pablo Caparrós (primero de izquierda a derecha) y Mariana Rodríguez busca salvar a los viñedos del avance inmobiliario. Foto: Pablo Caparrós
En el corazón de Luján de Cuyo, donde las fincas antiguas conviven cada vez más con rotondas flamantes y carteles de “Últimos lotes disponibles”, un proyecto vitivinícola se abre paso como una forma de resistencia. Se llama "Sueños de Revolución", pero, más que una bodega, es un manifiesto. Fundada en 2019 por los ingenieros agrónomos Pablo Caparrós y Mariana Rodríguez Rolfi, la iniciativa busca rescatar viñedos abandonados de la primera zona vitivinícola que aún sobreviven entre el cemento y el asedio del mercado inmobiliario. “Si queremos seguir siendo 'Tierra Malbec', no podemos dejar que todo se transforme en barrios cerrados”, sentenció Pablo.
Aunque el proyecto se formalizó hace seis años, su historia comenzó mucho antes. Fue en 2011 cuando Pablo y Mariana, entonces estudiantes de Agronomía en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO, comenzaron a experimentar con una huerta orgánica en el patio de una casa abandonada. “Empezamos como una forma de aprender y conectar con la tierra. Mariana venía de Uruguay, sin tradición agrícola, pero se enamoró del agro tanto como de mí”, recordó Pablo con una sonrisa.
Años después, ya graduados, apareció la chispa que encendió la revolución. Un amigo le comentó a Pablo que su abuela tenía un viñedo centenario abandonado en Chacras de Coria. Dos hectáreas, sembradas en 1905, cubiertas de maleza pero aún con riego. “Era una selva, pero una selva viva”, contó Pablo. Sin capital, pero con determinación, comenzaron la recuperación de ese lugar. En abril de 2019, un enólogo que conocía su trabajo les propuso cosechar la uva. Así nació el primer vino de Sueños de Revolución, elaborado bajo principios de la agricultura regenerativa, una práctica que va más allá de lo orgánico, respeta la biodiversidad y la estructura viva del suelo.
En medio del avance de los barrios privados sobre el cordón agrícola de Luján de Cuyo, el proyecto Sueños de Revolución apuesta por la vitivinicultura regenerativa como forma de resistencia. Foto: Pablo Caparrós
A partir de allí, el proyecto fue creciendo. Sumaron parcelas en Vistalba, Carrodilla, Perdriel y Drummond. Todos viñedos antiguos, muchos de ellos plantados entre finales del siglo XIX y principios del XX. “Hoy tenemos alquilada una finca que fue plantada en 1890. Debería ser patrimonio de la industria nacional, pero la realidad es otra, cada vez desaparecen más viñedos”, reclamó Caparrós. Es que, desde hace tiempo, lo urbano avanza sobre las mejores tierras productivas del Gran Mendoza, claves para producir las frutas y hortalizas frescas que se consumen en todo el país.
El último informe de superficie de viñedo publicado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en 2025 muestra que Mendoza, aunque sigue concentrando el 71,4 % de la superficie de vid del país, perdió casi 5000 hectáreas y 988 viñedos en el último año. “Es muy difícil decirle a un productor que no venda cuando hace 20 años que pierde plata. La presión del ladrillo es inmensa”, afirmó Caparrós.
Frente a esa amenaza, Pablo y Mariana tejieron alianzas con pequeños productores que también se resisten a vender. Así surgió la Asociación Civil Viñedos Centenarios de Primera Zona, una red que reúne fincas de Lunlunta, Cruz de Piedra, Las Compuertas, Carrodilla y otras zonas históricas de Luján y Maipú. “Defendemos y le devolvemos el honor a la primera zona de cultivo de Mendoza, las costas del río donde todo comenzó y que hoy el marketing dejó de lado”, explicó el ingeniero agrónomo.
Agricultura regenerativa, una práctica que busca reactivar el viñedo por medio de cuidados exigentes. Fotos Pablo Caparrós
Uno de los espacios más simbólicos que recuperaron está en Chacras, en la calle Castro Barros, a metros del Acceso Sur. Allí, en una finca sin registros oficiales de plantación, creen que podrían estar las cepas originales del Malbec que introdujo el ingeniero agrónomo francés Michel Aimé Pouget en tiempos de Domingo Faustino Sarmiento. El INTA comenzó a relevar esos viñedos para preservar su material genético. “Es lo único que hoy existe como herramienta institucional. Lo demás lo hacemos desde lo privado, con lo que podemos”, expresó Pablo.
En plena pandemia, en 2020, Pablo cosechó solo 500 kilos de uva con la ayuda del nieto de la dueña de una finca. La elaboración fue en Dolium, una bodega que les prestó sus instalaciones. Esa añada fue embotellada con el nombre que ya los identificaba: “Sueños de Revolución”, inspirado en una canción de la banda El Bordo. “Fue un año durísimo, pero también el que terminó de confirmar que este era el camino”, recordó.
El reconocimiento no tardó. En 2021 y 2022, su Malbec de Chacras fue galardonado como “Vino Revelación de Argentina”, con 95 puntos. Un logro impensado para un proyecto sin finca propia ni grandes inversiones. “Queremos mostrar que de estas fincas viejísimas, olvidadas, puede salir algo valioso”, dijo Pablo.
Uno de los casos más simbólicos que recuperaron podría ser las cepas originales del Malbec que introdujo Michel Aimé Pouget en tiempos de Sarmiento. Foto: Pablo Caparrós
Hoy, los vinos de Sueños de Revolución llevan nombres como “La Aldea” (Chacras de Coria), “El Albor” (Vistalba), y pronto se sumarán versiones de Carrodilla y Perdriel. Cada etiqueta es más que un producto: es una historia, un gesto de resistencia, un símbolo embotellado. “A veces llegamos a acuerdos con propietarios que solo quieren conservar el recuerdo de su finca. Nosotros hacemos el vino y les pagamos con botellas. Es su pedazo de historia en una copa”, detalló.
Las prácticas regenerativas que emplean no solo evitan agroquímicos, sino que capturan carbono, respetan la vegetación nativa y requieren mano de obra local. Según estudios realizados junto a la investigadora Melanie Roy, del Conicet, los suelos muestran mejoras significativas en materia orgánica y biodiversidad microbiana tras cinco cosechas.
Desde su trinchera agrícola en medio del crecimiento urbano, Sueños de Revolución no deja de crecer. Ni de cuestionar. “El eslogan de Luján de Cuyo es ‘Tierra Malbec’, pero yo lo cambiaría por tierra de barrios privados”, lanzó Pablo. Y aunque no hayan recibido acompañamiento estatal para un proyecto que busca proteger el cinturón verde de parte de Mendoza, no bajan los brazos. “Resistimos con vino, con historia, con pasión. Porque todavía hay algo que vale la pena conservar”.
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