En Mendoza disminuyen las fincas pequeñas y crecen las grandes
Así lo expresó Claudio Galmarini, director de la Regional Mendoza-San Juan de INTA. Entre las razones está la falta de rentabilidad y el envejecimiento de quienes lideran las unidades. Describió la realidad en los oasis y en el secano, atravesada por problemas de ordenamiento territorial y escasez de agua.

Galmarini explicó que Mendoza sigue la tendencia mundial de ir hacia explotaciones más grandes. Foto: gentileza Apot
El sector productivo de Mendoza cambia y la tendencia es hacia la disminución de las pequeñas unidades productivas, al mismo tiempo que se incrementa el número de medianas y grandes explotaciones. Así lo explicó el director de la Regional Mendoza-San Juan del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Claudio Galmarini.
El profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCUYO e investigador principal de Conicet describió la realidad y los desafíos que enfrenta el sector productivo local, tanto en los oasis como en el secano, que en ambos casos están atravesados por problemas de rentabilidad, de ordenamiento territorial y por la necesidad de eficientizar el uso del agua.
Galmarini, de INTA Mendoza-San Juan, planteó algunos de los desafíos a los que se enfrenta el sector productivo. Foto: Unidiversidad
La realidad de los oasis
El profesional describió primero la realidad de los oasis irrigados. Consideró que la matriz productiva, es decir, qué se produce, cómo y quiénes, está un poco estancada y aseguró que la tendencia es hacia la disminución de pequeñas explotaciones y al incremento de unidades medianas y grandes.
El profesor dijo que las razones de ese cambio son diversas: la tenencia de la tierra, la unidad mínima para lograr rentabilidad; el envejecimiento de quienes lideran las fincas familiares y la decisión de sus hijos e hijas de no seguir en la actividad; la migración del campo hacia la ciudad, y el corrimiento de la frontera agrícola debido al avance urbano y la escasez del recurso hídrico.
“Estamos en Luján de Cuyo y hace 20 años esto estaba rodeado de viñas, esta era la primera zona para el Malbec; hoy, con suerte, encontramos alguna, estamos rodeados de barrios privados. Se ha ido corriendo esa frontera por problemas de ordenamiento territorial que son graves. Entonces, el sector está cambiando hacia unidades más grandes, hacia procesos que se pueden mecanizar mucho más, que utilizan menos mano de obra, y también se están buscando los nichos de mercado”, comentó.
Otro aspecto que marcó Galmarini y que muestra la necesidad de diversificación está relacionado con los productos que Mendoza exporta, ya que un gran volumen va a un único mercado. Por ejemplo —dijo—, el 80 % del ajo se vende en Brasil y algo similar ocurre con el aceite de oliva.
Galmarini dijo que el sector vitivinícola se enfrenta a un enorme desafío. Foto: Axel Lloret
En su descripción de la situación, el profesor le dedicó un capítulo aparte al sector vitivinícola. Consideró que se encuentra en una situación complicada, porque el consumo de vino está cayendo en el mundo y lo mismo ocurre en el país, con lo cual está comprometida la rentabilidad para toda la cadena, en especial en la producción primaria, pero también para quien elabora y para la bodega, por lo que cree necesario replantear hacia dónde va el sector.
Galmarini dijo que, frente a esta realidad, cobra especial importancia contar con un plan estratégico, como el que dio origen a la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), cuyo proyecto nació en el INTA y luego se convirtió en ley. El mismo marcó líneas directrices.
“Ese pensamiento prospectivo es muy importante en un país difícil de planificar. Plantearse escenarios, ver hacia dónde vamos y analizar qué acciones hay que tomar es esencial. Justamente a pedido de Coviar, estamos terminando un análisis del contexto actual para determinar entre todo el sector hacia dónde vamos en los próximos años y qué debería hacer cada uno”, comentó.
No todas son malas. Galmarini dijo que hay sectores más dinámicos, que crecen o se mantienen, como el de los frutos secos, en especial pistacho, nueces y almendras; el de tomate para industria; el de papa industrializada, sobre todo la prefrita congelada, y el semillero, sobre todo hortícola, que no solo abastece al mercado nacional, sino que exporta a contra estación.
El investigador explicó que tanto los sectores que enfrentan problemas como los que se dinamizan están atravesados por la necesidad de ser más eficientes en el uso del agua, porque el recurso es cada vez más escaso. “Todo está cruzado por un uso eficiente del agua, un recurso que es cada vez más escaso, donde la competencia entre lo urbano y lo rural está. La ley privilegia, obviamente, el uso humano, entonces vamos a tener cada vez menos agua para la agricultura y la vamos a tener que usar mejor. Eso condiciona muchas veces las inversiones y los proyectos agrícolas”, expresó.
El investigador dijo que el sector ganadero muestra signos de reactivación en el secano. Foto: INTA Informa
La realidad del secano
Galmarini también planteó la realidad del sector en el secano. Dijo que se está produciendo una transformación interesante, con una complementación entre la cría de ganado y el engorde utilizando sistemas de feedlot muy intensivos, que funcionan en la zona Este y Sur, en especial en San Rafael.
“Esto ha permitido una reconfiguración de algunos productores chicos que antes producían frutales y hoy producen maíz, o algún otro cereal o cultivos de servicios para alimentar al ganado, la producción de forraje y pastura está aumentando. O sea, el sector ganadero muestra cierto dinamismo y ciertos cambios en la manera en la que se está abordando”, explicó.
Galmarini dijo que, tanto en el oasis como en el secano, la mayoría de las cadenas productivas están cruzadas por problemas de rentabilidad. Explicó que esto implica muchas variables, algunas que no se manejan a nivel local, como la macroeconomía, y otras en las que sí pueden intervenir distintos organismos y también el INTA, como impulsar la organización entre unidades productivas chicas y medianas, con la intención de lograr una escala competitiva y aportar tecnología que permita disminuir los costos y aumentar el rendimiento.
Los problemas del sector
Usted me planteó la situación en los oasis y el estancamiento de la matriz productiva del sector. ¿La solución es diversificar?
No siempre es diversificar con otros productos. Por ejemplo, en San Juan hay un sector vitícola al que no le ha ido tan mal, le ha ido mejor para decirlo bien, que es el sector de pasas de uva. Entonces, hay que buscarle la vuelta dentro de la viticultura, no es que todos se van a transformar y a producir en pasas, porque es un sector muy chico, pero sí uno puede alentar a productores a que se nucleen en pasas. Un ejemplo extremo, muy chiquitito: hay productores de azafrán en el Valle de Uco, tenemos bastante desarrollo en el cultivo azafrán al que en pequeña escala le está yendo bastante bien, aunque a veces no es replicable a mucha gente. O lo que ocurre con frutos secos, que es uno de los sectores que más crecimiento ha tenido en los últimos años, en especial en pistacho, nogal, almendra. O lo que está ocurriendo con la producción orgánica: el uso de agricultura regenerativa también es muy importante porque uno puede aprovechar ciertos nichos de mercado que hay en el mundo, pero hay que trabajar para eso. Más allá de esos ejemplos, primero tiene que haber rentabilidad para que el productor pueda tomar una decisión adecuada y que le vaya bien en el tiempo, pero también tiene que ver el ordenamiento territorial, el trabajo conjunto con el gobierno, con Irrigación para ver la disponibilidad de agua. Te doy un ejemplo; en el Este, los turnos de riego están organizados para cultivos perennes, les llega el agua cada 15 o 20 días; entonces, si uno quiere transformar parte de esos cultivos perennes, sean vides o frutales, en cultivos hortícolas, que a veces tienen buena rentabilidad, no lo puede hacer a menos que tengan una inversión importante en un reservorio, o tengan un pozo y utilicen agua subterránea. Con todos estos ejemplos, quiero mostrar que influyen un montón de factores en la diversificación de esa matriz productiva.
El profesor de la UNCUYO dijo que existe un corrimiento de la frontera agrícola debido al avance urbano. Foto: Unidiversidad
Usted nombró la problemática del ordenamiento territorial. ¿Tiene un impacto importante en los oasis en cuanto al manejo de los sistemas productivos de riego?
Sí, claro, todo el cinturón verde del Gran Mendoza, Guaymallén, Luján, Maipú, todo ese sistema de riego estaba previsto para cultivos y, ahora, en el mejor de los casos, se riegan jardines. Ese es un trabajo que se viene haciendo desde hace tiempo, no es gobernanza del INTA, pero nosotros colaboramos en algunos aspectos con los municipios, con Irrigación. Ese es un problema central que hay que abordar, es decir, ¿qué vamos a hacer?, porque eso hace que muchos productores dejen de producir y loteen. Siempre digo que eso no significa que, si un productor de lechuga loteó, va a desaparecer el abastecimiento de lechuga de Mendoza; no, se van transformando, van pasando a un segundo, a un tercer cordón productivo, pero ya con el uso de agua subterránea, porque no tienen derecho de riego. Eso implica una inversión más costosa, cambia la escala del productor, cambian los actores que producen. No va a cambiar el abastecimiento, que creo que va estar garantizado, pero cambian los actores y la manera de producir.
En este sentido, pueden desaparecer las pequeñas unidades, las explotaciones familiares.
No es que desaparezcan, el 80 % de nuestros productores son familiares, tienen una, cinco, diez hectáreas, y otros tienen más, porque depende de a lo que llames agricultura familiar. Lo que está ocurriendo acá y está ocurriendo en el mundo es un pasaje de las unidades muy pequeñas a unidades medianas por una cuestión de escala y de rentabilidad. O sea, es muy difícil que vos puedas amortizar la adquisición de un tractor, de una sembradora, con una superficie muy pequeña, a menos que se logren —y es lo que en INTA tratamos de hacer— procesos asociativos para que compartan esa inversión. En general, en la medida en la que se va mecanizando más el sector, eso hace que las superficies necesarias para producir sean más grandes para tener rentabilidad, y ese proceso se da en el mundo. Yo creo que eso va a ocurrir y hay que acompañar los procesos para que ese productor muy pequeño, que no puede vivir solamente de la agricultura con una superficie pequeña, que ya tiene un trabajo complementario, además de eso, pueda tener cierta escala con procesos organizativos para poder competir y mantener la actividad. Nosotros acompañamos eso, pero esto se está dando claramente en casi cualquier actividad que vos veas, el paso a unidades más grandes.
Galmarini explicó que parte del sistema de riego productivo hoy se utiliza para regar jardines en los barrios. Foto: Prensa Gobierno de Mendoza
Además del impacto social, que las unidades sean más grandes ¿tiene algún impacto en los precios de la producción?
No le sé, pero este proceso tiene que ver más con los costos, porque los precios están determinados por otras variables, pero, en cuanto a los costos de producción, claramente son más elevados para los productores pequeños.
Usted marcó que el agua es un tema central en la toma de decisiones. ¿Se utiliza en forma eficiente en el sistema productivo?
No, la eficiencia de uso del agua en Mendoza es baja. En la parte agrícola, estamos alrededor del 40 %, el 45 %, quiere decir que hay un 60 % del agua que se pierde, ya sea en la conducción, por los sistemas de canales, se infiltra, se evapora o se pierde por un mal uso en la finca. Claramente, hay que pasar a sistemas de riego presurizado, es decir, riego por goteo o por aspersión, donde la eficiencia aumenta muchísimo. Y aún esos sistemas de riego presurizado hay que utilizarlos bien, porque tenerlos no es condición única para un manejo eficiente. Lo mismo pasa con el agua domiciliaria: la mayoría de nosotros paga el agua de acuerdo a la superficie cubierta de la casa y no de acuerdo a lo que consume, lo que para un recurso escaso no tiene mucho sentido. Además, por lo que sé, los sistemas de conducción urbanos de muchas de nuestras ciudades son viejos y se pierde mucha agua, hay muchísimo que hacer. Ojalá que los pronósticos que hace la gente que estudia el cambio climático se equivoquen, porque los escenarios que uno conoce y que ha compartido con gente experta en el tema dicen que, en los próximos diez años, la situación, lejos de mejorar, se va a mantener igual o va a empeorar. Entonces, el conflicto por el uso del agua yo creo que se va a acrecentar entre lo urbano, lo rural, el uso minero, los distintos usos industriales que tiene el agua; ese va a ser el gran tema que nos va a poner en debate y a trabajar. Ya estamos trabajando, pero hay que trabajar más todavía para hacer un buen uso del recurso.
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