Contra la estigmatización

La directora del Plan Provincial de Adicciones, Carina Stehlik, asegura que es necesario cambiar la mirada incriminatoria sobre quienes tienen una problemática de consumo. También afirma que los adolescentes consumen porque hay un mundo adulto que naturaliza esas conductas.

Contra la estigmatización

Sociedad

Consumo Problemático

Unidiversidad

Verónica Gordillo y Griselda Fornés

Publicado el 05 DE JULIO DE 2015

"No es lo mismo acudir a un centro de salud porque tengo un problema de diabetes, que decir en el trabajo que tengo un turno en un Centro de Adicciones. En el primer caso soy responsable, me cuido; en el segundo, la mirada es incriminatoria”. Con esta frase, la directora del Plan Provincial de Adicciones, Carina Stehlik, ejemplificó la estigmatización social que existe sobre las personas que tienen problemáticas de consumo y aseguró que si esa mirada no cambia, se repetirán repuestas que no funcionaron y sólo se logrará que los sujetos mantengan las mismas conductas a escondidas, ahí donde nadie ve, ahí donde nadie puede ayudar.

Stehlik, especialista en la temática, aseguró que la primera medida para enfrentar estas problemáticas es blanquear el escenario actual: pretendemos —dijo— que los adolescentes no consuman sustancias legales, ilegales, objetos, cuando el mundo adulto lo permite.

 La funcionaria remarcó que, frente a esta situación, pretender que los adolescentes no consuman es negar el problema. Y recalcó que hoy el objetivo es enseñarles patrones de cuidado y acompañarlos, pero no desde el castigo y la criminalización, sino desde la escucha.

Claro que el cambio no es fácil. Stehlik aseguró que a lo largo de la historia los paradigmas fueron cambiando, pero que en muchos casos conviven en franca contradicción las viejas respuestas con las nuevas. Así pasamos de un modelo de control jurídico —que en las leyes sigue vigente— a uno médico sanitario y, finalmente, al socio cultural. Los dos primeros toman a la droga como el problema, el último pone el acento sobre el sujeto y en las conductas compulsivas.

 

Una sociedad de consumo

¿En qué momento el consumo se vuelve problemático?

Todos participamos del sistema capitalista, por lo tanto participamos del sistema de consumo. El punto es hasta dónde podemos entender el consumo como una herramienta de satisfacción, de comodidad y de mayor calidad de vida en algunos aspectos, y cuándo esto sale de la lógica y empieza a transformarse en un sinsentido, el consumir por consumir. Ahí vemos cómo el consumo empieza a generar problemas, a ocupar mucho tiempo de la vida cotidiana. El sujeto invierte mucho dinero, más de lo que tiene, o más tiempo del que puede disponer, su vida cotidiana empieza a rondar alrededor de un determinado consumo y esto empieza a tener impacto en su salud física y psíquica. Es un problema social que empieza a transformarse, después, en un problema sanitario.

¿Quién pide ayuda? Porque es difícil darse cuenta que uno tiene un problema...

Existen muchas variables. En otra época, cuando el modelo jurídico estaba en boga, la mayor cantidad de demanda venía de los juzgados para medidas de seguridad curativa de aquellas personas que eran encontradas con algún objeto de consumo ilegal, porque los legales no se mandaban a tratamiento. Hoy eso sigue existiendo, pero a través de distintos fallos de la Corte fue variando. La ley 23.737 perdió fuerza en relación a la persecución de quienes consumen. Hoy las familias son las que más consultan, un amigo, un compañero de trabajo, los padres por sus hijos, los hijos por sus padres y muchas personas llaman por motivación propia, se dan cuenta de que algo se está complicando en sus vidas. Nosotros trabajamos con la familia, logramos que se responsabilice de esas situaciones adversas que les han venido sucediendo, porque lo que le pasa a un miembro de la familia es una punta del iceberg de una situación que seguramente es compleja.

¿Es real que muchas mujeres afrontan solas el tratamiento?

La mujer tiene una dimensión de género. Ser mujer y tener algún tipo de consumo compulsivo a cualquier cosa —mucho más si atraviesa la maternidad— produce una mirada acusatoria mayor que en el varón. Por eso, muchas mujeres hacen el tratamiento solas y muchas lo hacen con la familia, pero desde un acompañamiento incriminatorio y de control. En la mayor parte de los casos se carga con el estigma culturalmente asignado: el adolescente por ser adolescente, el pobre por ser pobre, el rico porque es rico, y cómo van a decir que la familia tal tiene un problema de consumo, la mujer por ser mujer y tiene que ser madre, el hombre que trabaja porque va a perder el trabajo. Cada cual conlleva, junto con el problema de consumo, alguna situación que estigmatiza según su género, su edad, su clase social. Entonces esto dificulta que las personas consulten con mayor libertad. No es lo mismo acudir a un centro de salud porque tengo un problema de diabetes, que decir en el trabajo que tengo un turno en un centro de adicciones. En el primer caso soy responsable, me cuido; en el segundo, la mirada es incriminatoria. No existe prevención si no trabajamos desde la desestigmatización del problema, desde la no criminalización, porque la prevención es transformación y si no transformamos la mirada, lo único que vamos a hacer es que gente que consume acá, consuma en otro lugar donde no se vea.

¿Cuál es el mayor problema de consumo en Mendoza?

Nos manejamos con la estadística nacional. La última que se hizo con alumnos secundarios muestra que consumen sobre todo sustancias legales, especialmente alcohol y tabaco, y que bajó la edad de inicio de consumo. Esto qué nos da a entender: claro que debemos preocuparnos por la edad de inicio y del tipo de consumo que tengan, pero creo que lo que no existe es un conocimiento de los patrones de cuidado frente al consumo. Lo que no podemos negar es que consumen, porque si pensamos en este momento que no van a consumir, en la situación compulsiva en la que vivimos, lo único que estamos intentando es no ver el problema. Los chicos lo hacen, el tema es ver cómo hacer para que lo hagan menos, que si lo hacen se cuiden, que frente a una situación adversa concurran al sistema sanitario, que el sistema sanitario actúe, que exista una prevención en relación a cómo deben intervenir los adultos y que, sobre todo, no se los castigue. Volvemos a lo mismo. La repetición la hacemos los adultos, que no entendemos que la cosa está instalada y que para que se desinstale hay que blanquear el escenario: que en un adolescente es problemático el consumo de lo que sea, que los chicos se inicien en el consumo de alcohol y sus padres naturalicen este proceso, que los adolescentes naturalicen el consumo de marihuana, porque viene naturalizado desde la sociedad adulta. Entonces, es un problema pero no de los chicos. Somos un problema como sistema y a su vez queremos responsabilizar a los chicos sin responsabilizarnos nosotros y sin clarificar que los chicos tienen acceso a esto porque hay un sistema adulto que lo permite.

Centro de internación en Rivadavia

A partir de agosto, Mendoza contará con un centro donde se podrán realizar internaciones breves de personas con problemáticas de consumo, ubicado en la zona de Los Campamentos, en Rivadavia. El proyecto se concretó gracias a un acuerdo entre la Provincia, la comuna y la organización “Levántate y Anda” de San Luis. Para asistir a las personas, el Gobierno aportará 15 becas y el municipio 7, para pagar el tratamiento completo de quienes lo requieran. Este dispositivo, que recibirá a adolescentes, adultos, mujeres y varones, se sumará al sistema de atención que cuenta con nueve centros preventivos asistenciales, en los que en promedio se dan unos 200 turnos mensuales, además de un lugar especial para adolescentes ubicado en Luján en Cuyo, donde los chicos y chicas pasan gran parte del día. En estos lugares se realiza un tratamiento enfocado en el grupo familiar y comunitario y se privilegia a las personas que no cuentan con cobertura social. Los que sí la tienen, pueden ser tratados en los centros que manejan organizaciones o privados.

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