"Millennials" mendocinos que se fueron al exterior cuentan por qué eligieron irse

Según la ONU, España, Estados Unidos y Chile son los destinos más elegidos por los argentinos para construir una nueva vida. Hablamos con mujeres y varones que optaron por probar suerte en otro país.

"Millennials" mendocinos que se fueron al exterior cuentan por qué eligieron irse

Sociedad

Unidiversidad

Elizabeth Montecinos Pincheira

Publicado el 31 DE JULIO DE 2020

Falta de oportunidades, necesidad de abrir la cabeza, mejores condiciones de trabajo o mayor seguridad son las razones por las cuales muchos mendocinos y mendocinas deciden irse al exterior a probar suerte. Unidiversidad habló con los protagonistas de una generación que optó por un camino lejos de sus afectos.

Hasta el año pasado, según datos publicados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Argentina tenía 1 013 414 emigrantes, lo que supone el 2,27 % de la población de Argentina. Se estima que cerca del 51,63 % del total de emigrantes son mujeres, número superior a la cifra de emigrantes masculinos, que ronda el 48,36 %.

En cuanto al destino, la emigración de Argentina se ha dirigido especialmente a España, adonde va el 25,65 %; Estados Unidos, el 21,24 %, seguido de lejos por Chile, el 7,18 %.

 

La emigración en primera persona

Helena Mantel es una cocinera de 30 años que vive en España desde hace dos años. Se estableció en Ibiza, donde trabajó en un restaurante ejerciendo la misma labor que realizaba cuando estaba en Argentina.

“El mismo trabajo de cocinera que hacía en Argentina lo hice en Ibiza, con la diferencia de que en España gano 5 o 6 veces más, no por la cantidad de dinero en sí, sino por el costo de vida. Acá me puedo dar una vida cómoda y llegar a fin de mes sin problemas. Si bien los alquileres en Ibiza no son baratos, pude comprarme una bici, salir a comer, disfrutar con amigos, comprarme ropa y, sobre todo, ahorrar”.

En la actualidad, Helena se encuentra en el norte de España, más precisamente en Bilbao, visitando a unos amigos. Su intención era regresar a Ibiza, pero cuando la cuarentena se decretó, tuvo que quedarse en el norte. Actualmente, ella y su pareja se encuentran trabajando allí.

“Volvería a la Argentina si no fuera por dos cosas: la inseguridad y la inestabilidad laboral. En Ibiza, salgo de trabajar a las 2 o 3 de la mañana y hago el recorrido hasta mi departamento en bicicleta, a esa hora y sin problemas. Nadie te acosa, nadie te dice nada. Esto en Argentina es insoportable, es un tema que todos sabemos. Viviendo en mi país, me asaltaron un par de veces en la calle y se metieron a mi casa a robar. Acá es todo muy seguro. Vivo sin miedo”, concluyó Helena.

Helena en Ibiza. Foto: cortesía Helena Mantel

Maximiliano Ferreyra es un joven estilista de 26 años que se fue en busca de su evolución profesional. Desde septiembre de 2016, vive en Santiago de Chile. Aunque asegura que le costó mucho desapegarse de los lazos amistosos y familiares, alienta a los jóvenes a animarse y arriesgarse para crecer personal y profesionalmente.

“Me fui porque en Argentina me estaba costando desenvolverme en mi rubro al no haber oportunidades de trabajo. Trabajaba en un supermercado y de vez en cuando hacía peluquerías a domicilio. En Santiago comencé trabajando en un salón y obtuve buena clientela. Tuve la posibilidad de establecerme mejor económicamente”, aseguró Maximiliano.

Cuando piensa en regresar al país, tiene sentimientos encontrados al poner sobre la balanza su vida profesional y sus relaciones afectivas. “Toda mi familia y mis amigos están en Mendoza, pero ya construí mi vida en Santiago. Además, siento que acá es mucho más seguro socialmente y sólido económicamente hablando”, finalizó el joven estilista.

Maximiliano en su lugar de trabajo en Santiago de Chile. Foto: cortesía Maximiliano Ferreyra

La historia se replica en Soledad, una mendocina oriunda de Godoy Cruz. Tiene 32 años y es profesora de inglés. En 2015 ejercía la docencia en el ámbito privado y decidió irse de vacaciones a Europa. Fue allí donde se dio cuenta de que sus oportunidades se encontraban del otro lado del charco. Volvió a Mendoza para continuar trabajando, juntar dinero e irse de manera definitiva a Europa.  

“La razón principal por la cual me fui de Argentina fue porque no encontraba trabajos satisfactorios. Conocía las complicaciones de encontrar trabajo y mantenerlo, sumado a la dificultad de ganar un sueldo que me permita vivir sin grandes lujos, solo vivir. Entre 2016 y 2017, creo que cambié de profesión muchas veces, entre hoteles, docencia, bodegas, y cada 6 meses estaba aprendiendo un trabajo nuevo. No por decisión propia, sino porque las circunstancias económicas me llevaban a eso. La verdad, no es algo que quiero para mi vida. Creo que me merezco estudiar y tener un trabajo estable y que me guste, donde perciba un sueldo que me permita vivir y ser independiente económicamente”, explicó Soledad.

La joven emprendió el viaje a Europa en 2018, trabajó en un restaurante en París y, a medida que aprendía francés, buscó otros trabajos. Dio clases particulares y luego trabajó en un hotel, lo que fue una experiencia muy beneficiosa, ya que le sirvió para ahorrar gracias a que en el lugar le brindaban alojamiento gratuito.

“Al tiempo, pude tramitarme una visa para venirme a Alemania, que es donde estoy viviendo en este momento. Ahora, mi proyecto es comenzar a estudiar. Estoy contenta con mi situación. Con mi trabajo puedo pagar el alquiler, puedo comer, puedo salir y puedo ahorrar. Incluso con la crisis del coronavirus, nunca dejé de trabajar y tengo una vida normal. La verdad es que la comodidad y, sobre todo, la posibilidad de crecer profesionalmente e incluso personalmente no la cambio por nada”.

Si bien la joven docente asegura que extraña a su familia y amistades, afirma que en el lugar donde está actualmente se siente con la comodidad de proyectar. Enfatizó que el cambio cultural es notable, desde la seguridad que brinda caminar solo en la calle, hasta ejercer cualquier tipo de empleo.

“En Europa, es muy común trabajar de cualquier cosa. No existe ese estigma de cuestionarle a la otra persona por qué limpia o por qué lleva una bandeja”, recalcó Soledad.

Foto: cortesía Soledad Mercado

Por otro lado, Marisa Rodriguez y Juan Manuel Ferrara son dos mendocinos de 35 años. Ella es analista y él es ingeniero en sistemas. Tienen un hijo de 3 años y desde hace más de un año viven en Athens, Estado de Georgia, Estados Unidos. Si bien se fueron por una propuesta de trabajo para Juan, la pareja afirma que siempre tuvieron la inquietud de ir a probar suerte a otro país.

“Aunque no era el destino que más nos convencía, nos pareció una buena oportunidad para irnos. Nos interesaba más un lugar como España, pero como primer paso fue interesante. Además, desde el punto de vista económico, lo necesitábamos porque en Mendoza teníamos muchos gastos y nuestros dos sueldos no estaban rindiendo lo suficiente para poder solventarlos”, explicó Marisa.

Ambos alegan que volverían al país con gusto. En primer lugar, porque extrañan a sus amistades y familiares, y en segundo lugar, porque aún no logran adaptarse a las costumbres y forma de vida estadounidenses.

 

Los que fueron y volvieron

Milagros Guardiola tiene 26 años y es licenciada en Comunicación Social. Junto con su pareja, Juan Franco Ferraris, un abogado de 29 años, viajó a España con la intención de estudiar. Ambos realizaron maestrías en la Universidad de Lleida, en Cataluña, durante un año, y luego viajaron a Italia para obtener la ciudadanía de Juan, lo que demoró tres meses.

“No nos quedamos allá porque antes de irnos estábamos trabajando bien. Nos dimos el gusto de estar un tiempo afuera, conocer y volver. Si se presentara la oportunidad, lo pensaría bien, pero sí me iría a los países más nórdicos. No iría a España a hacer una diferencia económica o profesional. Sentimos que hay una diferencia fundamental que radica en si sos profesional o no. Si sos profesional, al menos en España e Italia no hay mucha diferencia. Sí hay una diferencia enorme en trabajos que son un poco más precarizados; por ejemplo, si trabajás de mozo acá, no ganás mucho si lo comparás con estos países. La diferencia está en la brecha”, explicó Milagros.

Milagros y Juan en el Coliseo Romano, Italia. Foto: cortesía Milagros Guardiola

La joven comunicadora hizo hincapié en la romantización que se le da al hecho de vivir afuera. “Hay toda una carga por ser extranjero en Europa, aunque en algunos es más fuerte que en otros. Siempre vas a ser una persona de afuera, entonces las cosas te van a costar un poquito más. No estoy diciendo que te discriminan, pero no es tu lugar, no es tu idioma. Yo estaba en España, donde se hablan muchos idiomas, y eso puede dificultar un poco las cosas”, concluyó Milagros.

 

Un argentino en India

Fabrizio Papaianni es un joven publicista de 30 años. Nació en Buenos Aires, pero toda su vida fue nómade: de niño se mudó con sus padres a Puerto Madryn, de grande se fue a estudiar a Córdoba y hace dos años vive en España. En enero de este año, se fue a India a pasar las vacaciones con su esposa, pero la cuarentena les impidió regresar a su hogar.

“Mi esposa se encontraba en Rishikesh haciendo un curso de yoga y yo estaba en Dharamsala conociendo la cultura tibetana, ahí estuve cuatro días y me cancelaron los pasajes de bus, así que estuve viviendo tres meses en una aldea”, contó Fabrizio.

Actualmente, está con su pareja en la ciudad de Bangalore. Sus planes consisten en ir a Palma del Mallorca y evaluar las posibilidades de trabajo en Barcelona o en Ámsterdam.

“India es un mundo diferente, increíble en todo sentido. El cambio cultural es totalmente dramático. Sus costumbres, su forma de comunicarse, su forma de ser y vivir la vida es muy distinta. Las personas aquí creen en el karma, por lo que es muy bondadosa. Algo que me llamó la atención fue que es muy seguro. Al ser un país con mucha densidad poblacional, hay mucha pobreza; sin embargo, la gente prefiere pedirte una moneda o un plato de comida y no arrebatarte tus pertenencias. Me gusta su modo de pensar: vivir con poco y ser agradecido”, enfatizó el publicista.

Fabrizio en el Taj Mahal, India. Foto: cortesía Fabrizio Papaianni

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