1.° de Mayo de 1919 y 1936: dos experiencias de lucha que marcaron la historia mendocina
Por medio de dos fotografías, un equipo de investigación del Incihusa-Conicet propone viajar en el tiempo para recorrer dos años marcados por reclamos de trabajadores y trabajadoras de Mendoza.

Movilización del 1.° de Mayo de 1936, Mendoza. Diario La Libertad, 1.º de mayo de 1936
Matías Latorre, Incihusa-Conicet / UNCUYO y Mariana Pereyra, Incihusa-Conicet / UNCUYO
Publicado el 01 DE MAYO DE 2025
A modo de juego, el equipo de investigación del Incihusa-Conicet de esta nota propone tomarse un tiempo para recorrer visualmente dos fotografías, una de 1919 y otra de 1936. Buscan que se comparen, se establezcan similitudes y diferencias entre ambas. Que se observe si algún lugar resulta familiar, transitado o conocido, que se calcule la cantidad de personas involucradas y se repare en las vestimentas, las edades, los rasgos fisonómicos, composición sexo-genérica, etcétera.
También invitan a quienes observan a que le sumen la dimensión sonora: el pregón de un canillita que ofrece alguna de las muchas prensas obreras y gremiales que circulaban en esa jornada especial. Los pasos desincronizados, los aplausos, el bullicio urbano junto a los cantos obreros elevándose por encima de los instrumentos ejecutados por las bandas musicales que se pliegan año tras año al evento internacionalista.
“Entre gritos de ‘Abajo el Estado burgués’ o ‘Proletarios del mundo, uníos’, podrás percibir el eco de himnos tales como la Marsellesa, Hijo del pueblo, Bandiera Rossa o La Internacional, coreados en castellano, francés, italiano o ruso. ¿Quiénes los entonan? Varones, mujeres, niños y niñas, y adultos mayores. Portadores de una tradición que los mancomuna, les otorga identidad y perfila hacia la consecución de horizontes futuros: una sociedad emancipada, despojada de opresiones y explotación”, señalan Matías Latorre y Mariana Pereyra, del Incihusa-Conicet-UNCUYO, autores de esta nota.
Manifestación callejera del 1.° de Mayo de 1919. Diario La Montaña, 3 de mayo de 1919
Movilización del 1.° de Mayo de 1936, Mendoza. Diario La Libertad, 1.º de mayo de 1936
A este escenario, la autora y el autor piden que quienes leen se tomen el trabajo de agregarles color a los monocromos: amarillas, naranjas y verdes hojas en empedrados y arboledas otoñales que expanden las tonalidades cromáticas del paisaje mendocino, trazadas por ondeantes banderas rojas y flores lanzadas a una multitud que viste sus mejores sacos, corbatas y faldas, suéter y sombreros marrones, beige o negro para ocupar respetablemente las calles en el evento público más significativo del movimiento obrero. Palabras de protesta y aliento escritas en pancartas que no se alcanzan a distinguir, pero están, se suman a la policromía del ámbito urbano.
Las fotografías nos dan una idea de la muchedumbre, pero lejos están de atrapar el número probable de sus asistentes, calculado, según las fuentes de la época, en más de 15.000. “A las cantidades, deberemos sumarle las intensidades”, proponen Latorre y Pereyra. Las movilizaciones de 1919 y 1936 no fueron las únicas, pero sí de las más icónicas acaecidas durante el temprano siglo XX. Por diversos motivos, aquellas huelgas generales internacionalistas convocadas para conmemorar a los mártires de Chicago —acontecimiento ocurrido alrededor de medio siglo antes— resonaron con fuerza y ahínco en diversos lugares de la provincia de Mendoza.
A las demandas por el control del tiempo —recordemos las tres ocho: 8 horas de trabajo, por 8 horas de descanso, por 8 horas de esparcimiento— se solaparon reclamos específicos que cuajaron simultáneamente en esos dos momentos álgidos en los que la clase trabajadora venía batallando por aumentos salariales, mejoras en las condiciones de trabajo, cese de la represión estatal, liberación de presos sociales y cumplimiento de sus propios proyectos políticos. “Todo aquello, atravesado por memorias luctuosas que traían a las otrora víctimas caídas por efecto de la violencia estatal”, expresan los autores.
1.° Mayo de 1919
Un convulso 1919, marcado por la reciente culminación de la Gran Guerra, las altas tasas de desempleo, la carestía de la vida, los bajos salarios y un largo etcétera disponía a la clase trabajadora a dar un salto hacia adelante. Las maestras mendocinas fueron las principales protagonistas. Para ese entonces, no solo se les adeudaba un promedio de 8 meses de salario, sino que habían comenzado el año escolar en establecimientos poco o nada adecuados para educar y con planes de estudios autoritarios, vetustos y perimidos. Un par de días antes de aquel 1.° de Mayo, se lanzaron por primera vez a la huelga, conformaron un sindicato inmediatamente incorporado a la Central obrera provincial y nacional. La solidaridad de la clase trabajadora para con el reclamo docente se vio plasmada en la primera foto. El niño retratado observa de frente a la lente, y en su mirada condensa la convicción de miles que, como él, paralizaron el sistema educativo ausentándose de los recintos escolares mientras durara la huelga emprendida por sus maestras. La presencia infantil se vio potenciada en cuanto mitin, movilización u otra acción callejera se dispusieran a organizar durante el largo conflicto docente que atravesaría la casi totalidad de aquel año lectivo. No lo hicieron solos, solas; las familias proletarias pujaron por cómo debía educarse a sus hijos e hijas y convalidaron las tres huelgas magisteriales, dos de las cuales devinieron en generales. La pujante productividad provincial yació paralizada en aquellas dos oportunidades, lo que evidenció la potencia solidaria cristalizada entre maestras-infancias-familias y las organizaciones obreras. El 1.º de mayo de 1919 daba inicio a una experiencia sin precedentes en la provincia, en la que las heterogeneidades de clase convergieron comunitariamente.
1.° de Mayo de 1936
Para 1936, tres importantes huelgas triunfantes habían precedido a la conmemoración del 1.° de Mayo: trabajadores de ómnibus, vitivinícolas y mujeres obreras conserveras. Estas últimas eran las protagonistas indiscutibles de las transformaciones que se venían produciendo en la industria provincial, orientada en ese entonces a la diversificación productiva que implicaba el crecimiento de fábricas de conservas, empacadoras y secaderos de frutas. Los vitivinícolas ganaron el reconocimiento de su sindicato y demostraron la importancia de la organización y la solidaridad con los desocupados. Por su parte, los trabajadores de ómnibus conquistaron mejores salarios y condiciones de trabajo, lo que logró también la solidaridad de todo el pueblo mendocino, que enfrentó la represión y salió a las calles a defender a los luchadores.
En este contexto, la foto de 1936 adquiere nuevos destellos. Las mujeres con delantales y puños en alto en el margen izquierdo (¿quizás obreras conserveras?), la multitud compuesta por infancias, mujeres y varones adultos copando las calles de la ciudad, muestran nuevamente la unidad alcanzada y el crecimiento experimentado por la clase obrera, que tan solo unos años atrás había padecido los azotes de la crisis mundial con desempleo, hambre y problemas habitacionales. La resistencia bajo los principios de la solidaridad de clase durante esos críticos años les permitió a las y los trabajadores mendocinos rearmarse y postularse como dirección del conjunto de la población provincial, que exhibió con orgullo sus fuerzas y estandartes aquel Día del Trabajador de 1936.
*Comité de Divulgación Científica del Incihusa
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