A propósito del #8M y del uso del tiempo de las mujeres

Una periodista rescata a la economía feminista, una arista que denota aún más la desigualdad de género.

A propósito del #8M y del uso del tiempo de las mujeres

Un imagen alégorica que implica la disponibilidad del tiempo también es desigual para las mujeres y su desarrollo.

Sociedad

Día Internacional de la Mujer

Unidiversidad

Laura Fiochetta, periodista

Publicado el 08 DE MARZO DE 2017

Más de 50 países harán este año que este 8 de marzo no pase sin ser considerado como un indiscutible día de lucha. El paro internacional de mujeres planteado, con distintas modalidades, desde las asambleas( en diferentes idiomas de acuerdo al lugar geográfico) pone al descubierto que las desigualdades de género se sostienen con algunos contrastes en el mundo capitalista donde estamos insertas. Este movimiento mundial- que ya aventura a las académicas a analizar que estamos frente a una nueva etapa del feminismo- levanta las banderas del fin de la violencia machista y la discriminación por cuestiones de género en todos los ámbitos. Además, reclama políticas estatales que modifiquen nuestras cotidianidades- a través de lo que se conoce como políticas de cuidado-  y en ese sentido , pone de manifiesto el uso diferencial del tiempo que hacemos las personas de acuerdo hayamos nacido  en un cuerpo de mujer u hombre.

Es que, como surge de diferentes estudios y como aporta esta nueva rama de la economía que desde los últimos años del siglo pasado se denomina economía feminista, las mujeres hemos recalado en el mundo laboral de manera exponencial pero los hombres no han ingresado del mismo modo en el mundo doméstico. Es por eso que aunque las mujeres trabajemos doble jornada y/o estudiemos , seguimos siendo protagonistas del mundo del hogar. Somos las encargadas directas ( o quienes contratamos a otras mujeres para que nos reemplacen, reproduciendo la desigualdad) de cuidar de nuestros hijos e hijas, personas adultas mayores, limpiar la casa y hacer la comida. O comprarla.

Como afirma Mercedes D'Alessandro en su brillante y reciente libro Economía Feminista, “supongamos que por un momento los salarios se alinean ( mujeres y hombres ganamos igual por mismo trabajo )  el eclipse es total, abrimos la puerta de la casa y ahí nos espera radiante la segunda jornada laboral , ese trabajo que nadie paga y que todos esperan que haga la Mujer Maravilla”, nos dice la autora.

En Argentina, según la Encuesta sobre Trabajo no remunerado y Uso del Tiempo realizada en 2013 por el Indec una mujer que trabaja fuera de su hogar dedica más tiempo al trabajo doméstico que un hombre. Las primeras usan 6, 4 horas mientras que los segundos 3,4 horas por día. Se trata de un promedio para todo el país, que difiere entre las provincias. Además casi 9 de 10 mujeres participan del trabajo no remunerado en la Argentina. Una buena noticia: los muchachos más jóvenes son quiénes están ingresando a estas tareas mientras que sus pares adultos mayores ni siquiera cambiaron un pañal o se hicieron unos fideos con queso y aceite. Ese proceso no implica que no siga habiendo clara discriminación por género en las familias. En la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU), del tercer trimestre de 2012, se constató que el 13 por ciento de las chicas de 14 a 17 años le dedica 15 horas o más a la crianza de sus hijos/as o sus hermanos/as. En la misma franja de, el edades, 5, 5 % de los varones tiene esa carga dentro de sus casas.

Todos estos números están reflejados en una pregunta que se repite en especial en las clases medias, al menos en nuestro país. ¿Tu marido te ayuda con los chicos?  Ese interrogatorio que corre entre amigas incluye sin conciencia de ello, un prejuicio enorme que afecta nuestra libertad, nuestros derechos, nuestras perspectivas de vida. Nosotras nos ocupamos de nuestros hijos e hijas porque ejercemos la maternidad , ellos porque colaboran con nosotras.

Por otro lado, el asunto de la incompatibilidad de la maternidad con las exigencias del sistema laboral capitalista también atraviesa, de distintas maneras,  las clases sociales en todos los países. En Argentina la ley de Contrato de Trabajo sancionada en 1974, obliga a que los establecimientos donde preste servicios un número mínimo de trabajadoras, el empleador deberá habilitar “salas maternales y guarderías hasta la edad y en las condiciones que se establezca oportunamente”. Esa norma, que solucionaría la vida laboral y personal de millones de mujeres y familias argentinas no se cumple. En febrero último, ante el reclamo judicial de dos familias , la Cámara en lo Contencioso y Administrativo le exigió al Estado argentino que reglamente el artículo pertinente. Tiene 90 días para hacerlo, aunque podría seguir la pelea en la Justicia .

Mientras tanto, las mujeres no bajamos los brazos. Los tenemos elevados y en flor, para abrazarnos en este día en el cual  estaremos de pie y en las calles. Porque el mecanismo de la asamblea, que se ha venido dando en nuestra provincia desde las marchas Ni Una Menos (en las que se le pide al Estado medidas concretas para frenar los femicidios) no cree de jerarquías ni prácticas patriarcales. No hay jefas, sino que cada una es jefa de sí misma, para lograr juntas, a pesar de nuestras diferencias, la tan ansiada igualdad de género.

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