Avances en la prevención del Síndrome Urémico Hemolítico

El uso adecuado de alimentos disminuye los riegos de contraer la enfermedad causada por la Escherichia coli. Explica el fenómeno la doctora Marcela Pizarro, directora del proyecto “Prevención del Síndrome Urémico Hemolítico. Estudio de percepción de riesgo y detección de factores de patogenicidad de E. coli productor de toxina Shiga”, subsidiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la Universidad Nacional de Cuyo.

Avances en la prevención del Síndrome Urémico Hemolítico

Sociedad

Unidiversidad

Enrique Roig

Publicado el 13 DE JUNIO DE 2014


El Síndrome Urémico Hemolítico (SUH) es una enfermedad que afecta severamente a niños desde su nacimiento hasta los 12 de años de edad. En Argentina el problema es endémico, con 400 casos nuevos por año y una incidencia de 15 casos cada 100.000 niños menores de 5 años.

El SUH puede presentarse como una diarrea común o evolucionar al Síndrome Urémico Hemolítico, caracterizado por presentar falla renal crónica y trastornos generales en el organismo del niño. Incluso, en algunos casos puede  lesionar su sistema nervioso central y afectar el funcionamiento de los riñones.

Guiados por estas inquietudes, visitamos la Facultad de Ciencias Médicas para dialogar con la doctora Marcela Pizarro, especialista en la temática. La científica nos cuenta la investigación que vienen realizando en el Hospital Universitario y la Facultad de Ciencias Médicas.


¿Nos podría explicar de qué modo estudian la prevención del Síndrome Urémico Hemolítico?

En la Facultad de Ciencias Médicas investigamos los genes que codifican los factores de virulencia de la bacteria E. coli en las heces de los niños que concurren al Hospital para su atención y que presentan un cuadro compatible con diarrea. También detectamos cuáles son las conductas de riesgo en que han incurrido los pacientes y determinamos la percepción que los individuos involucrados tienen en relación con los motivos por los cuales  están enfermos.

Esto último lo realizamos por medio de entrevistas con los padres, cuando llevan a su niño al nosocomio. De ese modo, el equipo de investigación logra reunir toda la información epidemiológica posible.

Por otra parte, analizamos las estrategias que hay que tomar para prevenir la enfermedad y los antecedentes de los estudios sobre el SUH realizados en nuestro país.


¿Cómo se produce la infección con la Escherichia coli?

Las personas contraen la enfermedad por consumo de alimentos lácteos y cárnicos contaminados, deficientemente cocidos o sin pasteurizar, por contacto directo con los animales o sus heces y por el consumo de agua, frutas o verduras contaminadas. La carne molida, tan requerida en hamburguesas y muchas veces mal cocida, es el vehículo más frecuente de los brotes. También hay transmisión de la enfermedad por la ruta fecal-oral.

Hay que tener en cuenta que la clave para afrontar el SUH es la prevención del contagio de las bacterias E. coli. Para ello, es imprescindible evitar la presencia de la misma en la cadena alimentaria.



¿Cómo es posible evitar los contagios?

Una vez ubicado el lugar de transmisión, es decir, donde pueda hacerse el contagio entre el alimento y el microorganismo, hay que recurrir a campañas educativas dirigidas a la población. De ese modo, las personas pueden aprender conductas adecuadas de manipulación de alimentos.


Por estos motivos, en los trabajos previos del equipo estudiamos la percepción del riesgo de la enfermedad a través de encuestas realizadas a los padres. A partir de ellas detectamos las conductas de riesgo y elaboramos charlas para informar en qué conductas riesgosas incurre un manipulador de alimentos, es decir, cómo manejan los integrantes de la familia los alimentos que consumen.


¿Qué tipo de percepción del riesgo tienen los padres?

Durante la consulta los médicos recabaron información muy valiosa. Así, detectaron que la mayoría de los adultos percibe que las causas de la enfermedad de su hijo son producidas por una transgresión alimentaria, generalmente las hamburguesas. Esto es posible porque la E. coli puede pasar del intestino del animal bovino faenado, su hábitat, a la superficie de la carne, pero cuando esta está picada, la bacteria se mezcla en toda esa masa. Por ende, por más que la superficie de la hamburguesa alcance los 60° C, el microorganismo puede quedar vivo en el centro del producto que no llegó a esa temperatura.

Consideremos también que otro consumo de riesgo son los lácteos no pasteurizados. Hay lugares donde se consume la leche que no está pasteurizada, generalmente en zonas alejadas de la ciudad. De hecho, hay muchos pediatras que prohíben a los niños el consumo de yogurt. En general, los productos caseros son los más peligrosos. Por eso nosotros focalizamos la educación en el ámbito familiar.


¿Cómo se trabajan las campañas de prevención en relación con el público destinatario?

El material desarrollado para las campañas de concientización sobre la manipulación correcta de los alimentos está dirigido a distintos grupos de manipuladores de alimentos, como pueden ser los padres, docentes y niños.

Es importante resaltar que esta investigación contó con la colaboración especial de los pediatras doctora Cristina Gatica, doctora Elizabeth Dametto y doctor Ignacio Femenía.


Finalmente, ¿nos podría dar consejos útiles para prevenir el contagio con la Escherichia coli?

Uno de los factores más importantes de la prevención es el aseo de las manos. Hay que detenerse en el lavado de manos con abundante jabón durante 40 segundos, sacarse los anillos y las pulseras, prestando atención a las zonas interdigitales y uñas. Previamente debemos verificar que el agua sea potable.

Hay que prestar atención en el momento de la compra del alimento, eligiendo un comercio que cumpla con mantener una buena cadena de frío.

Los productos deben tener certificado de procedencia.

Durante la compra, tenemos que asegurarnos de mantener la cadena de frío, es decir, los alimentos que van refrigerados los colocamos al final, antes de ir a pagar.

Una vez que llegamos a nuestra casa tenemos que ordenar la compra, teniendo especial cuidado con el manejo de la heladera, porque su frío no es homogéneo.

Hay que leer el manual de la heladera. Los lugares más fríos del artefacto van destinados a los alimentos crudos, separados de los lácteos y de aquellos que se consumen sin cocción previa, como pueden ser los quesos.

En el freezer también hay que separar los productos crudos de los cocidos. El descongelado debe hacerse dentro de la heladera o en el microondas.

Durante la cocción de la comida hay que manipular los alimentos de modo que estén separados los cocidos de los crudos. Así, no hay que mezclar entre ellos el manejo de tablas y cuchillos para cortarlos. Cuando no se puede tener una tabla para cada producto  (verduras, carne vacuna, pescados, quesos), lo que debe hacerse es lavar minuciosamente la tabla antes de cambiar de alimento.

En los alimentos que ya estaban cocidos pero fríos y se los va a recalentar, no hay que entibiarlos sino hacerlos hervir nuevamente, por ejemplo, en el caso de las sopas.

Las bacterias también pueden estar en las verduras con hojas (lechuga, espinaca, rúcula). Lo ideal es sumergirlas, una vez limpias, en agua con dos gotas de lavandina por cada litro.

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Proyecto de investigación subsidiado por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la UNCUYO: “Prevención del Síndrome Urémico Hemolítico. Estudio de percepción de riesgo y detección de factores de patogenicidad de Escherichia coli productor de toxina Shiga”.

Integrantes del equipo: Directora: Pizarro, Marcela Amalia. Codirectora: Silva, Roxana Lina. Integrantes: Alonso, Valeria; Cáseres, Rodolfo; Nardello, Andrea Liv; García, Miriam Concepción; Rüttler, María Elena.

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