Ayer se reanudó
el primer juicio de lesa humanidad de la ciudad de Mendoza. En
la jornada, el tribunal ordenó que cuatro represores juzgados pasen de prisión
domiciliaria a cárcel común. También prestó declaración el testigo Pablo
Seydell, detalló los tormentos sufridos por la picana durante su
secuestro, y aseguró que la Iglesia aledaña a la comisaría donde estuvo detenido
“no podría no haber escuchado lo que estaba pasando adentro”.
Los cuatro
acusados que desde ayer pasarán sus días en el penal de San Felipe hasta que concluya el juicio son: el ex
coronel Tames Yapur; los ex sargentos de la policía Celestiano Lucero y Luis
Rodríguez Váquez y el ex comisario Eduardo Smaha.
Mientras,
los otros imputados continuarán bajo arresto domiciliario. Sus delicados
estados de salud podrían empeorar si fuesen alojados en una cárcel, según
señalan los informes médicos presentados por sus defensores. Se trata del ex comisario
general, Juan Agustín Oyarzábal; el ex jefe de inteligencia del Ejército, Paulino
Furió; el general Mario Lépori y el ex teniente Dardo Migno
La jornada
estuvo signada también por la declaración de Pablo Seydell, otro de los
testigos sobrevivientes del ex-centro clandestino de detenciones D-2 (actual
Palacio Policial).
El hombre, quien
fue militante de la Juventud Guevarista, dio detalles sobre las torturas físicas y
psíquicas a otros presos y denunció que vio en el lugar a Rubén Bravo, un
desaparecido que integra la lista de víctimas por las que cumple el juicio.
También relató
su propia experiencia dentro del terror, y concentró su testimonio en el
sufrimiento provocado por la picana eléctrica durante el tiempo que estuvo
secuestrado.
Su
detención tuvo lugar en 1976, y pasó los primeros días del secuestro en la Comisaría Séptima de Godoy Cruz, ubicada al
lado de la Iglesia San Vicente Ferrer. Según contó, la tercera noche que debió
afrontar en el encierro fue brutalmente torturado con la picana, y desde ese momento
los tormentos se fueron haciendo más frecuentes.
Además de
recibir continuas torturas, Pablo era expuesto a las golpizas y picaneadas que
los genocidas propinaban a otros presos.
El dolor
de su relato conmovió a la audiencia y en ese marco el hombre denunció en
varias ocasiones que “nadie de la Séptima puede desconocer lo que ocurría ahí.
Es imposible que la gente de alrededor y de la iglesia no escuchara nada”.
El Tribunal Oral
Federal Nº1es el encargado de este proceso que se realiza por 29 causas de lesa
humanidad. Mañana tendría lugar la última jornada del año hasta el 10 de enero
del próximo año, fecha prevista para continuar el juicio.