Crisis climática: árboles y plantas más débiles y migración masiva de insectos
Especialistas coincidieron en que la variación de la temperatura altera el desarrollo normal de los tallos y las hojas de los arbustos en las ciudades y pone en riesgo el proceso de crecimiento de la vida vegetal en los bosques, al que catalogaron como más "violento".
Un escarabajo de corteza (Ips typographus) excava en un abeto bajo estrés hídrico. Foto: Ina Fassbender/AFP
Los efectos del cambio climático, con sequías y variaciones de temperaturas excepcionales, como el caso del "veranito" que se vivió la semana pasada en gran parte del país en pleno invierno, modifican el crecimiento de plantas y árboles, junto con una alta migración de plagas, lo que las debilita y genera mortandad de especies vegetales en ciudades y, de forma masiva, en bosques, según coincidieron especialistas agrónomos.
"La temperatura afecta el crecimiento de las plantas. Con climas más cálidos en pleno invierno, como estos que pasaron, van a estar todavía dentro del crecimiento normal, pero van a crecer un poco más rápido, la forma de la planta va a cambiar y las funciones de sus órganos también", señaló Jorge Casal, ingeniero agrónomo y docente de la cátedra de Fisiología Vegetal de la Facultad de Agronomía de la UBA. Casal, que también es investigador del Conicet en el Instituto Leloir y en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (Ifeva), explicó que la variación abrupta de temperaturas por arriba de un rango óptimo, por efecto del cambio climático, genera que las plantas crezcan más en términos generales, pero algunas de sus partes, como las hojas, pueden tener un menor crecimiento.
A la vez, el especialista señaló que el incremento de temperatura provoca que las plantas transpiren más y necesiten más agua, lo que, frente a la sequía, "puede traer problemas a futuro con los cultivos también, porque las plantaciones de verano dependen de la humedad que permanece en la tierra desde el invierno y este ya fue el tercer año seguido de La Niña, además de que tienen menos tiempo para acumular recursos y nutrientes con hojas de menor tamaño".
"También puede ocurrir que una planta con tallo y hojas florezca de golpe con las altas temperaturas, y eso es una función que no estaba dentro de lo esperado en su desarrollo, eso está documentado", señaló el agrónomo.
El proceso de germinación de semillas también se puede ver afectado por estas modificaciones climáticas, en las que algunas lo hacen más rápido y mueren con los cambios repentinos de temperatura, según detalló el especialista.
En este mismo sentido se manifestó el Carlos Ballaré, doctor en Ciencias del Cultivo y docente de la cátedra de Fisiología Vegetal de la Facultad de Agronomía de la UBA, que dialogó con Télam mientras participaba de un congreso sobre los efectos del cambio climático y el accionar humano en el Amazonas, en Brasil. "El principal efecto de los cambios de temperatura es la disrupción entre las plantas y los organismos que las consumen, que son insectos herbívoros o patógenos, que históricamente estuvieron en equilibrio, pero, con esta variabilidad térmica, las plantas se debilitan y están en desventaja, y en algunos casos, se mueren", señaló el ingeniero agrónomo e investigador superior del Conicet en el Ifeva.
En un bosque de Alemania, se ven abetos talados que sufren estrés por la sequía. Foto: Ina Fassbender/AFP
La última investigación de su autoría y de la científica Amy Austin, publicada en la revista Current Biology, revela datos preocupantes sobre los efectos del cambio climático sobre los bosques. "Es preocupante lo que sucede en los bosques de coníferas, sobre todo en el hemisferio norte, porque se está produciendo una masiva mortalidad de árboles, causada por insectos herbívoros, que se incrementa con las altas temperaturas, ya que se dispersan a zonas donde no incursionaban porque eran más frías", advirtió Ballaré tras mencionar que esos datos fueron parte de la investigación citada.
El especialista explicó que las plantas se debilitaron con las altas temperaturas y la baja capacidad de absorción de agua, lo que les provoca un alto nivel de estrés y "no tienen defensas para hacer frente al ataque de los insectos", situación que se acentúa en ecosistemas forestales y boscosos. "Se están perdiendo muchos árboles en bosques, de a 10 hectáreas; el mejor caso documentado es el de pinos y coníferas: con los ataques masivos de escarabajos de cortezas, mueren especies vegetales en un nivel extremo que antes no había sucedido", detalló el investigador, y advirtió que "lo que sucede en el hemisferio norte debería ser un llamado de atención".
En un bosque de Alemania, se ven abetos talados que sufren estrés por la sequía. Foto: Ina Fassbender/AFP
En tanto, la ingeniera agrónoma Graciela Barreiro, que está a cargo de la dirección del Jardín Botánico Carlos Thays desde hace 14 años, amplió esta visión en la Ciudad de Buenos Aires y las urbes en general. "Los eventos extremos de temperatura van a suceder cada vez más a menudo, la temperatura en la Ciudad subió lo mismo que en el mundo y en las ciudades se notan más las consecuencias, porque la contaminación ambiental es más grande y el calor también. Por eso las plantas que viven en las ciudades son sobrevivientes, viven menos que en los bosques", explicó a Télam Barreiro, magíster en Gestión del Ambiente.
La modificación que sufren las plantas
Con el incremento de la temperatura, cambia la fenología de las plantas, es decir, sus ciclos de vida, "donde la defoliación (caída de hojas) es cada vez más corta, la brotación se adelanta y es un proceso más violento", indicó. Aclaró que dos días de altas temperaturas no "las despiertan", pero si fuesen 15, afectarían su ciclo. "Con varios años sin lluvia, la planta adelanta la floración y pierde fuerza. La segunda consecuencia es la migración de plagas, pero esto está sucediendo desde hace 10 años", señaló la especialista.
Infografía: Télam
Barreiro ejemplificó con algunos de los insectos que migraron desde la región mesopotámica y bajaron al sur de las provincias de Santa Fe, Córdoba y el conurbano bonaerense. "Por ejemplo, la chinche del jacarandá es una plaga que apareció en la provincia de Corrientes, luego en Entre Ríos, hasta que apareció en la provincia de Buenos Aires. Su aparición, a la larga, produce mortalidad de árboles y plantas", advirtió.
Según comentó, no existe en la Ciudad de Buenos Aires ningún registro de la mortandad de especies por efecto del cambio climático, pero desde el Jardín Botánico crearon una aplicación que permite comparar índices de térmicas extremas, tomados del Servicio Meteorológico Nacional, y se analiza cómo van variando. "Tenemos observaciones fenológicas de 5 años, pero, para tener alguna respuesta concluyente con datos, deberíamos tener 20 años de investigación, y la información respecto de lo que sucede en otras regiones la obtenemos a través del contacto con otros colegas, como biólogos o entomólogos de la Universidad del Nordeste, para la identificación de plagas, áreas degradas o restauradas", indicó Barreiro tras asegurar que "haría falta más investigación y ciencia aplicada sobre el tema".
Fuente: Eurídice Ferrara para Télam
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