El exagente del FBI acusó a Trump en el Senado de "mentir y difamar"

James Comey declaró ante el Comité de Inteligencia del Congreso y aseguró que el presidente estadounidense dio directrices para desviar información sobre el caso de las comunicaciones con Rusia.

El exagente del FBI acusó a Trump en el Senado de "mentir y difamar"

El exagente del FBI dio declaraciones que complicarían al presidente Trump. Foto: El País.

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Unidiversidad

Unidiversidad / Fuente: El País

Publicado el 08 DE JUNIO DE 2017

El exdirector del FBI James Comey se presentó este jueves 8 de junio ante el Comité de Inteligencia del Senado. Ahí acusó al presidente Donald Trump de "mentir, difamar y dar directrices” para desviar la investigación sobre el caso ruso. Se trató de una sesión en la que el hombre del cual dependió la investigación de la trama rusa aseguró que no duda de que hubo intervención de Rusia en las elecciones de EE. UU. de 2016.

Días previos a la exposición, el exagente del FBI presentó siete páginas en las que detalló sus tres encuentros y seis conversaciones con Donald Trump. Según consignó, la primera fue el 6 de enero en la Trump Tower y la última charla fue una llamada telefónica el 11 de abril.

De acuerdo a lo que publicó el diario El País, el relato reveló el choque entre el excesivo multimillonario de Nueva York devenido en presidente y un funcionario de larga carrera conocido por su "integridad y sus valores religiosos". Comey (56) describió en su texto los deseos del Presidente, expresados en la intimidad del Salón Verde o el Despacho Oval, para que se "sumara a su causa", dejara de lado la investigación sobre el dimitido teniente general Michael Flynn o que a él mismo lo exonerase de manera pública.

Ese escrito, que puede generar un posible impeachment, fue la pista de salida de Comey. El exdirector del FBI se lanzó directamente a la médula del conflicto: su despido el pasado 9 de mayo, seis años antes del plazo legal. Según el portal español, en un principio Comey se tomó la situación con naturalidad, que luego se transformó en preocupación, cuando el presidente empezó a denostarlo públicamente. Primero señaló que lo había fulminado por “esa cosa de Rusia” y luego lo acusó de ser un “cabeza hueca” y un “fanfarrón”.

“La Administración de Trump decidió difamarme a mí y al FBI diciendo que en la organización reinaba el desorden, que estaba mal dirigida y que no había confianza en su líder. Eso era mentira, pura y simplemente”, afirmó Comey con evidente dolor. Su reacción fue hacer público parte del contenido de sus notas. Se dirigió a un amigo, el profesor de leyes de la Universidad de Columbia Daniel Richman, y le pidió que se pusiera en contacto con un periódico (The New York Times) para que publicara su versión de lo ocurrido. 

Luego de explicar el proceso por el que se dieron las filtraciones de documentos en los periódicos, Comey contó que, en la primera reunión con el presidente Trump, le dio detalles de las investigaciones que se estaban llevando a cabo sobre la trama rusa: el expediente del FBI que intenta determinar si el equipo electoral del republicano coordinó con el Kremlin en la campaña de desprestigio que sufrió Hillary Clinton.

Ante la reacción del mandatario estadounidense, que se sintió objeto de las pesquisas, Comey le aseguró que no estaba siendo investigado, pero al mismo tiempo tomó nota del personaje y redactó su primer memorándum. “La investigación podía tocar al presidente y no sabía si mentiría sobre la naturaleza de la reunión y si algún día tendría que defenderme”, afirmó.

Desde entonces, el director del FBI vivió presionado. En la cena que tuvo el 27 de enero en la Casa Blanca advirtió cómo el presidente, con sus constantes recordatorios a que su puesto era deseado por otros, “trataba de establecer una relación”. “Mi sentido común me hizo pensar que quería obtener algo a cambio de la garantía de mantenerme en el puesto”.

Lo mismo ocurrió en el siguiente encuentro a solas, cuando Trump le preguntó por el teniente general Michael Flynn, el personaje central de la trama rusa, y le expresó su deseo de que lo dejase afuera de la investigación. Todo ello superó a Comey. No sólo colisionó con su “sentido de la independencia del FBI”, sino que percibió que Trump, con sus peticiones le estaba dando “directrices”. Finalmente, ya despedido, entendió que la causa era la trama rusa.

Hasta ahí llegó el director del FBI. Cuando los senadores republicanos le preguntaron si consideraba que el presidente había incurrido en obstrucción, señaló que eso le correspondía responder al fiscal especial del caso, Robert Mueller. “Para mí, todo fue muy turbador” se limitó a indicar.
 

Trump niega cualquier presión

El presidente Donald Trump se contuvo. No tuiteó ni habló. Fue su abogado privado, Mark Kasowitz, el encargado de responder al exdirector del FBI James Comey. La contestación fue dura y presagia la estrategia de la Casa Blanca.

Primero acusó a Comey de haber roto el secreto de las comunicaciones, el privilegio presidencial que impide a sus colaborares hacer públicas las conversaciones en la Casa Blanca. Luego, el letrado ahondó el cerco defensivo al negar que Trump hubiese pedido lealtad a Comey, que le hubiese presionado en algún momento o que le hubiese pedido dejar fuera de las pesquisas al destituido consejero nacional de Seguridad, Michael Flynn. “Nunca, nunca en forma o sustancia trató de bloquear las investigaciones”, remachó Kasowitz.

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