El Reino y su planteo: ¿se viene un Estado con más evangélicos en el poder?
La serie de Netflix trajo a la mesa el debate sobre el rol de la religión evangélica en la política. Unidiversidad habló con el senador Bonarrico y con dos especialistas sobre este fenómeno que pisa fuerte en Brasil y Estados Unidos.
La serie El Reino / Télam
Que Netflix haya distribuido en 2021 una serie como El Reino y que esta haya tenido tanto éxito no es casualidad. El fenómeno del momento del gigante del streaming visibiliza un colectivo que el grueso de la sociedad siempre vio como una rareza, pero que cada vez lo es menos. Se trata de las iglesias evangélicas, aquellas que vienen ganando terreno en cantidad de fieles y que tienen mucho lugar en el debate público en algunos países.
Entre 2008 y 2019, las y los argentinos que se autodenominan evangélicos pasaron de ser el 9 % a representar el 15,3 %, según la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina. Paralelamente, los católicos descendieron del 76,5 % al 62,9 %.
La serie trajo al centro de la discusión el tema del rol de estas organizaciones en la vida social y política. Una ficción es, por definición, una representación de la realidad que tiende a engrandecer algunos aspectos de esta para contar una historia (o varias), es decir que no se puede asumir que esta realidad está reflejada de forma fiel: el objetivo de un relato es otro. Sin embargo, sectores del evangelicalismo se sintieron ofendidos por la representación de los pastores evangélicos, al punto de que salió un comunicado de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) que apuntaba contra Claudia Piñeiro, una de las guionistas de la serie. Esta declaración, repudiada por la escritora y por otros sectores ajenos a la religión evangélica, terminó siendo eliminada de la web de Aciera.
Sin embargo, se puede intentar indagar sobre el verdadero tema que plantea la serie: la posibilidad y las implicaciones de un acercamiento de las iglesias evangélicas al aparato institucional del Estado.
Unidiversidad se contactó con el senador y pastor Héctor Bonarrico para indagar sobre la experiencia que ha tenido en el cargo legislativo. Bonarrico es el primer pastor evangélico que llega a una banca en Mendoza por fuera de los partidos políticos tradicionales, y asegura serlo también a nivel nacional.
“Pastor, lo que pasa es que ustedes son muchos, el 20 %, pero están callados, no hacen lío, no salen a la calle. No hacen nada, por eso nadie los escucha": eso fue lo que le dijo un intendente a Bonarrico hace algunos años, según cuenta el legislador, y eso mismo fue lo que lo motivó a ingresar en la política partidaria.
“Lo que vamos a hacer los cristianos evangélicos verdaderos que entremos a la política es sanarla, sanar a la democracia que ha sido enfermada, y crear un espíritu patriótico, que amemos nuestra provincia”, proclama el pastor.
Ahora censurar una ficción ya parece medieval. https://t.co/DhurUadPU7
— Claudia Piñeiro (@claudiapineiro)
El potencial de las iglesias evangélicas
La participación del pueblo evangélico en la discusión de los temas de agenda política es cada vez más frecuente. Un ejemplo muy conocido es el de su militancia en contra de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).
Marcos Olalla, filósofo e investigador en la UNCUYO, observó “un potencial político enorme de estas iglesias en lo que podríamos llamar su ‘función ideologizante’, es decir, en su capacidad para modificar el imaginario político de los sectores populares mediante el desarrollo de una narrativa conservadora. El conservadurismo, que en la Argentina fue un fenómeno predominantemente elitista, ha hallado en las iglesias evangélicas su vector plebeyo”. Sin embargo, el también docente remarcó que no es tan factible que se multipliquen los “eventos políticos” de la iglesia evangélica en la política nacional, y llamó a matizar el imaginario de que Argentina podría llegar a ser como Brasil y Estados Unidos, donde este culto tiene lugares mucho más privilegiados en los tres poderes del Estado.
Olalla asoció el crecimiento de los movimientos de derecha con la crisis que el capitalismo financiero comenzó a sufrir en 2009, cuyos efectos vemos hasta hoy.
“Por izquierda, este ciclo intensificó viejas demandas de sectores que han pugnado históricamente por el reconocimiento de sus derechos –como mujeres, sectores LGBTIQ+, grupos sociales y étnicos que han padecido el racismo sistémico, etc.–, muchas de las cuales vienen siendo atendidas”, destacó el especialista.
Por otro lado, Olalla señaló que las derechas, ante este avance de las narrativas progresistas, se rearticularon y de ese proceso surgieron nuevos grupos conservadores y protoconservadores. En ese marco global, “las iglesias evangélicas argentinas están en un proceso de descubrimiento de su potencial político, en el marco de esta agenda de construcción de hegemonía de matriz conservadora”.
“Es una fe que siempre ha estado en estas tierras”
Si bien el crecimiento de estas iglesias tan heterogéneas –el evangelicalismo o protestantismo incluye una variedad casi inabarcable de denominaciones–, es algo relativamente nuevo, los evangélicos y las evangélicas no son algo nuevo en sí. Así lo remarcó Sergio Luza, comunicador, docente de la UNCUYO y experto en marketing político. Él marcó una diferencia: una cosa sería la presencia de personas que profesan la fe evangélica en el ámbito público, algo que sucede desde siempre, y otra es la estrategia directa que despliegan las iglesias para obtener cargos en otros países.
“El fenómeno es nuevo en términos de crecimiento en los países de América, pero es una fe antiquísima, que lleva muchísimos siglos, a partir de ser los herederos de la Reforma Protestante de Martín Lutero y posteriormente Calvino en los países del norte. Muchos de esos sujetos poblaron nuestras tierras, por lo que es una fe que siempre ha estado en estas tierras”, sostuvo Luza.
Para el docente, el problema se manifiesta cuando desde las iglesias se quiere avanzar “tratando de influir en cuestiones que son de Estado, y en estos casos se generan más problemas cuando se trata de afectar algunas cuestiones con respecto a los emergentes de una sociedad, como las minorías sexuales y todo lo que se ha vividoo en este tiempo con respecto a la ampliación de sus derechos”.
Cómo es practicar la política siendo evangélico
“Realmente, nosotros no tenemos una religión; nosotros tenemos una relación con Dios a través de la obediencia de la Biblia”, sostiene Bonarrico al hablar de los evangélicos. La rama del evangelicalismo que más prospera en Argentina pone el acento en la relación individual directa entre los “hijos de Dios” y el Dios judeocristiano, sin ningún intercesor (como el Papa, los santos o la Virgen). Cualquier persona, a través de sus obras personales y de la oración, está en condiciones de alcanzar la salvación y de ser un cristiano.
Para Olalla, este tipo de religiosidad deja entrever una contradicción entre el ser evangélico y el emprendimiento de un proyecto político: “Los evangélicos no son un tipo de feligrés demasiado empeñado en cambiar el mundo”.
Además, consideró que esta fe es una plataforma compatible con el desarrollo de una mentalidad liberal en lo político y lo económico, pero conservadora en lo moral. De ahí que, en el contexto actual, el enemigo principal de este movimiento sea el feminismo con sus reivindicaciones.
Foto de archivo: Victoria Gaitán / Unidiversidad
“Yo obedezco a Jesús"
Consultado sobre cómo es pasar de ser un pastor que sigue firmemente los dogmas bíblicos a ser un senador que debe consensuar con legisladores con cosmovisiones muy distintas, Bonarrico sostuvo que no encontró una contradicción en esa transición. Es más: hizo énfasis en que, durante su mandato, presentó 67 proyectos de ley y de resolución y que le aprobaron 36.
“Yo soy uno solo, y para lograr la aprobación, en algunos de los casos necesito dos de las tres partes (de los votos) y lo logré, y en otros he necesitado la mitad más uno, y también lo logré. Y eso se ha logrado hablando. Acá lo que no sirve es el fanatismo”.
“Yo obedezco a Jesús y entonces no hago nada que no me gustaría que hicieran conmigo, no hago nada que dañe al prójimo, no hago nada que sea egoísta. Entonces la política se transforma en una verdadera política, donde uno hace todo en pos del ser humano, de los patriotas, de los ciudadanos, mas allá de la ideología política, color de la piel y prácticas sexuales”, concluyó el pastor. ¿Y la serie? Bonarrico opina: “El que la hizo no sabe tres pepinos de cómo es un evangélico. Vi solo un capítulo y medio porque es muy barata”.
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