“La calle es como una selva, hay que sobrevivir todos los días”. Las palabras son de Carolina (23), una de las 360 personas que están en situación de calle y que se acercaron a la Iglesia Nuestra Señora de la Merced, donde el Gobierno montó un operativo para brindarles atención sanitaria integral.

La historia de Carolina se replica en otras 360 vidas, el número registrado que tiene el Ejecutivo de las personas que, por distintas circunstancias, están en situación de calle. Hay mujeres, varones, jóvenes, adultos, la mayoría sabe leer y escribir, la mayoría tiene un oficio. Unos son mendocinos y otros vinieron desde otras provincias. Un enorme porcentaje llegó a esta situación luego de un problema familiar que los obligó a abandonar su hogar.
 

Atención sanitaria

En el enorme predio de la iglesia, ubicada en calle Montecaseros de Ciudad, el Ejecutivo montó el tercer operativo que permitió brindar atención integral a estas personas: desde obtener su DNI, hasta que los vea un médico clínico, un oculista, un odontólogo o les hagan algún análisis o sus lentes, una de los reclamos repetidos.

La mayoría ya conoce la iglesia porque ahí cuentan con una vivienda donde pueden pasar el día y, sobre todo, duchas donde pueden higienizarse. Incluso funciona un aula satelital para los que deseen aprender a leer y escribir.

Las habitaciones del enorme edificio se transformaron en consultorio, donde las personas fueron atendidas por los especialistas y derivadas para realizar tratamientos específicos.

El subsecretario de Salud, Oscar Sagás, aseguró que las 360 personas en situación de calle que están registradas se concentran en el Gran Mendoza, algunas en plazas y en las inmediaciones del Hospital Central y de la terminal de ómnibus. Explicó que muchas de ellas utilizan algunos de los albergues que funcionan en la Provincia, que cuentan con unas 80 plazas donde pueden higienizarse, cenar y pasar la noche.
 

Vivir en situación de calle

Hace 12 años que Osvaldo Ledesma vive en el Parque General San Martín, frente al quincho del club Regatas. Cuenta que todos lo conocen, que en el día cuida coches y pasa la noche en el lugar, aunque en invierno se va a dormir a la casa de un hermano porque es difícil aguantar el frío.

Osvaldo llegó a la iglesia para consultar al oculista y en operativos anteriores completó su documentación, porque no tenía DNI y sin eso es difícil acceder a cualquier beneficio.

Jorge Herrera dijo que su vida cambió cuando le robaron todos los elementos que utilizaba en su trabajo de gasista y plomero; poco después inhabilitaron su matrícula. Aseguró que empezaron las discusiones con su esposa y que dejó la casa. Llegó a la iglesia para que lo atienda un médico clínico, porque hace meses que siente dolor en el pecho, y para pedir unos anteojos porque no ve bien y cree que así nunca podrá recuperar su trabajo.

Denis Joehctts es albañil, pero se quedó sin trabajo y desde hace tres meses duerme en uno de los refugios estatales. Para el hombre, la situación de los albergues mejoró, porque existen más controles y un buen trato por parte de los jóvenes de Remar, que los gestionan.

Carolina (23) dejó su casa poco después de que se fuera su mamá y ella quedara a cargo de sus hermanos. Para ella la calle es como la selva. Dijo que hay que defenderse como sea, que no puede dejar que le gane el miedo y que es difícil empezar de cero todos los días, ya que subsiste vendiendo estampitas.

Luego de asistir al odontólogo y de sacarse sangre para unos análisis, la joven contó que en la calle sufre discriminación por parte de algunos ciudadanos, pero especialmente por parte de la policía, que los persigue y los saca de todos lados.

Antonio Rizzo, el administrador de la iglesia, conoce a la mayoría de las personas que se acercaron porque la mayoría acude al lugar, donde puede pasar el día y especialmente higienizarse, ya que cuenta con ocho baños que están disponibles desde las 7.30 hasta las 10 de la mañana.

El hombre comentó que en el 90 % de los casos un problema familiar fue el disparador para que una persona terminara en situación de calle. Y dijo que luego cuesta salir de esa situación, aunque aclaró que hay realidades muy disímiles: desde los que alquilan por temporadas un sitio hasta los que permanecen en un lugar fijo a la intemperie.

Rizzo recalcó que trabajan con el objetivo de brindar dignidad a las personas, teniendo en cuenta que son seres humanos que tienen los mismos derechos que cualquier otro a la vivienda, a la educación o a la salud.