Hay iniciativas y denuncias, pero un vacío legal impide sancionar la violencia digital
Desde enero del 2020 circula en la Legislatura de Mendoza un proyecto para incorporar al Código Contravencional algunos tipos de violencia digital y el año pasado presentaron dos proyectos de ley en el Congreso que contemplan la violencia de género online. Experiencias demuestran la urgencia de una regulación.
El tema de ONU para el 8 de marzo de 2023 es “Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género”. Imagen: www.reporteindigo.com
Acoso, hostigamiento, extorsión, suplantación de identidad. Todas formas de violencia de género del mundo offline que se reproducen en el mundo online. Lo mismo sucede con mecanismos patriarcales históricos de disciplinamiento y control que buscan la forma de reproducirse en la virtualidad. Es una realidad cotidiana y una problemática que aún escapa del control estatal. En muchos casos no se consigue denunciar y, en muchos otros, no hay marco legal que proteja a las víctimas. ¿En qué situación están Mendoza y Argentina?
A principios del 2020, la diputada Daniela García, de la UCR, presentó un proyecto para incorporar el hostigamiento digital como una nueva forma de violencia de género en el Código Contravencional de Mendoza. El fundamento de la iniciativa es la idea de que el mundo digital no es paralelo sino complementario a la vida cotidiana y, por eso, se torna necesario empezar a pensar en una nueva generación de derechos en el entorno virtual.
A este proyecto se le sumaron otros: uno de Adrián Reche y otro de Ana María Andía. Luego de un extenso tratamiento en comisiones, donde se complementaron los aportes y se hicieron algunos cambios, el proyecto de ley fue aprobado en diciembre de 2022 en la Cámara de Diputados de la Legislatura mendocina y pasó a manos del Senado. Ahora está en manos de la comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales (LAC) de la cámara alta. Desde Unidiversidad procuramos contactar a su presidente, Marcelo Rubio, para conocer el estado del proyecto, pero no obtuvimos respuesta.
Lo que propone el texto aprobado es que se agregue un séptimo título al libro 2 de la ley 9099: “Contravenciones contra la identidad, dignidad y libertad digital”. Con penas que son multas, trabajo comunitario y arresto, buscan sancionar la difusión no autorizada de imágenes de contenidos de carácter sexual; el acoso digital; el ciberacoso sexual; la suplantación, usurpación y supresión digital de la identidad en espacios digitales, y la publicación y difusión de imágenes de contenidos íntimo.
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Si bien la contravención no se acota a sancionar exclusivamente casos de violencia de género, Daniela García explicó a Unidiversidad que su redacción ya contempla la problemática, porque entre un 85% y un 90% de este tipo de acciones son cometidas por hombres hacia mujeres. Además, la pena se agrava cuando realizan la acción dos o más hombres respecto “de una mujer o grupo de mujeres o de personas o grupos de personas integrantes de grupos vulnerables”.
El proyecto también prevé agravantes para otras situaciones. Cuando la víctima sea niña, niño, adolescente, mayor de 60 años o persona con discapacidad; cuando la contravención sea cometida por cónyuge o excónyuge, hayan o no convivido, y por un familiar, sea o no consanguíneo; cuando mediante el uso indebido de datos personales adquieran productos, servicios o mercancías; cuando la información divulgada hubiese sido obtenida mediando engaño; cuando fuese cometida mediante la utilización de identidades falsas, anónimas o mediante la suplantación de la identidad de otra persona; cuando se usen imágenes y datos filiatorios para conformar un banco digital de datos de acceso público o privado.
Dos proyectos nacionales en espera
En 2022 se presentaron dos proyectos de ley en el Congreso Nacional que buscan sancionar la violencia digital. Uno, conocido como “ley Belén”, apunta a incorporar al Código Penal los delitos de obtención y difusión no consentida de material íntimo y/o de desnudez, del porn deep fake y de la "sextorsión". Lleva su nombre en homenaje a Belén San Román, que fue inducida al suicidio luego de ser víctima de la difusión no consentida de material íntimo.
El otro, conocido como “ley Olimpia”, propone incorporar la violencia digital como un tipo de violencia de género en la ley 26485. Se sumaría, así, a los otros tipos de violencia: física, psicológica, sexual, económica, simbólica y política. El nombre de la normativa reconoce a la activista mexicana Olimpia Coral Melo, que fue víctima de la misma situación y embanderó las luchas para visibilizar, prevenir y crear las reformas legislativas necesarias, cuando vio que no existían herramientas para acceder a la justicia.
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Algunas experiencias de violencia en el mundo digital
Los testimonios de mujeres que han atravesado alguna situación de violencia machista online son múltiples, variados y, sobre todo, recurrentes. Acá traemos a colación tres casos, que pueden ser miles, de situaciones diversas. Los nombres aparecen cambiados y sin apellido para proteger la identidad de las víctimas.
Patricia se separó de su pareja luego de 14 años, con quien tuvo dos hijos. Al principio, “como en todas las relaciones todo era color de rosa”, pero los años pasaron y él dejó de tratarla bien. El cansancio por las agresiones verbales y las humillaciones la llevaron a pedirle el divorcio y ahí fue cuando se desató realmente la violencia de su marido. Primero le quiso hacer creer que ella no podía “sola” —o sea, sin él—, después le hizo saber que nunca le iba a “pasar un mango para que saliera de joda” y, al final, la empezó a perseguir. Patricia logró tramitar con rapidez una restricción de acercamiento.
Su celular le fallaba y cuando lo llevó a reparar le diagnosticaron el problema y le dieron una noticia terrible. Además del error técnico, tenía instalada una aplicación oculta que duplicaba todos sus datos en otro aparato: aplicaciones de mensajería, redes sociales, billeteras virtuales, bancos. Sabía todo sobre ella, podía ver todo lo que hacía. Esta vez no fue tan fácil que le tomaran la denuncia y hoy, un año después, no tiene novedades de la apertura de una causa.
Lo que le pasó a Micaela tampoco es una excepción. Recibió, de un número desconocido pero visible, la foto de un hombre desnudo. Quiso denunciarlo en la aplicación de mensajería, pero solo encontró la opción de bloquear. Entonces intentó hacer la denuncia ante una fiscalía para que se investigara a quién pertenece el número, pero le dijeron que allí no había ningún delito.
No es la primera vez: “Me pasó muchas veces. Por ejemplo, conocés a un tipo por una app de citas y puede que te mande fotos así, agarrándose ahí o cosas del estilo. Y no es que estábamos en algo íntimo, las mandan de la nada, un horror. A veces charlamos con amigas y les pasó algo parecido. Si no se puede hacer algo legal, los hombres igual tienen que saber que no pueden hacer esto con nosotras”.
Cuando Virginia dejó atrás los complejos con su cuerpo empezó a mostrarse más —por ejemplo, en bikini— en su cuenta personal de Instagram, configurada con perfil público, como artista. Un día, familiares y amistades le hicieron saber que existía un perfil falso que subía esas fotos e invitaba mediante un enlace a suscribirse a una cuenta de OnlyFans. Como ella estaba bloqueada desde ese perfil, no podía denunciarlo en la plataforma.
Al principio no entendía bien qué pasaba, pero las capturas de pantalla que le compartieron fueron un golpe de realidad. “Por un momento sentí desesperación, porque estaban con mi imagen y no sabía qué podía llegar a pasar”, aseguró. Después sintió calma porque confió en las personas que la conocían y sabían que no era ella. Hay personas que hacen uso de esa plataforma “y está bien, pero es por su decisión propia y con su identidad, no con la de otra”.
Avisó en su cuenta de este suceso y denunció por varios días pero supo que, en realidad, no podía hacer mucho más. Hoy asume la situación más segura pero también de manera más cuidada: “Ya no le doy tanta importancia, pero cuando me aparecen cuentas extrañas a veces las bloqueo o las elimino”.
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