La Justicia mendocina ya usa la canasta de crianza como referencia en cuotas alimentarias

Desde 2023, el Indec publica este índice que en el fuero de Familia en Mendoza consideran sumamente útil para fijar la cuota alimentaria, sobre todo cuando no hay pruebas para determinar un monto. La canasta de crianza tiene en cuenta el costo de bienes y servicios para niñas y niños, y también valoriza el tiempo de su cuidado.

La Justicia mendocina ya usa la canasta de crianza como referencia en cuotas alimentarias

El índice de la canasta de crianza ya se usa en fallos por cuota alimentaria. Foto: Pexels

Sociedad

Unidiversidad

Julia López

Publicado el 22 DE NOVIEMBRE DE 2023

En 2023, el Indec comenzó a publicar la canasta de crianza, que determina el costo de mantener a niños y niñas de hasta doce años. Lo novedoso es que no solo tiene en cuenta el precio de los bienes y los servicios de manutención, sino que también le pone un valor al cuidado. Este índice se utilizó en demandas a nivel nacional a deudores alimentarios y ya hay fallos que lo usaron. Especialistas del fuero de Familia en la Justicia mendocina aseguraron que lo han tomado como valor de referencia y es particularmente útil cuando no hay suficientes elementos de prueba para fijar una cuota alimentaria.

El informe de Condiciones de vida se empezó a publicar periódicamente en 2023, con datos desde 2020. Allí figura la canasta de crianza, que incluye dos componentes: el costo mensual de alimentos, bienes y servicios no alimentarios, como vestimenta, transporte, educación, salud, vivienda para niñas y niños; y el costo del cuidado, que surge de la valorización del tiempo que requiere esa actividad. Es decir, respalda la idea de que cuidar es un trabajo y le pone un precio.

Para octubre de 2023, esa suma dio como resultado un total de $141.320 para niñas y niños menores de un año; $166.877, entre uno y tres años; $134.600, entre cuatro y cinco años, y $169.570 para quienes tienen entre seis y doce años. Tanto para el juez de Familia Carlos Neirotti como para la abogada especialista en la materia y docente de la UNCUYO Mariel Molina, este índice es una referencia valiosa y útil a la hora de pensar una cuota alimentaria: distingue las necesidades de chicos y chicas, tiene en cuenta las tareas de cuidado y se actualiza periódicamente. 

Sin embargo, aseguró el juez Neirotti, los seres humanos no estamos tarifados, los chicos y las chicas no tienen un precio. El índice de crianza no se establece de manera automática como cuota alimentaria, sino que se usa como valor de referencia y es un elemento más a considerar en una sentencia. Cada situación es particular y, para fijar el monto, hay que ponderar, por un lado, las necesidades del niño o la niña en un caso concreto y, por otro, las posibilidades económicas de la persona que se demanda como obligado u obligada alimentante, que son padres en el 90 % de los casos.

Por ejemplo, será distinto el monto de la cuota alimentaria para una niña o un niño que va a una escuela pública y no tiene actividades extraescolares que para quienes van a una escuela privada, estudian un idioma y practican un deporte. También será diferente si la persona a la que se demanda como obligada alimentante trabaja como empleada de un comercio que si es gerente de una empresa. Son muchos los factores que se evalúan para fijar la cuota alimentaria, sea en forma de dinero o de especie, como el pago de la obra social o de un tratamiento médico.

El juez de Familia Carlos Neirotti contó qué factores se evalúan en una sentencia por cuota alimentaria. Foto: Unidiversidad

Si la cuota alimentaria es un monto fijo o un porcentaje del sueldo, si esa suma es mayor o menor, si se paga con dinero o en especie, si la actualización depende de uno u otro factor, va acorde con el contexto y la realidad de cada familia. La determinación del monto se puede hacer por convenio, por homologación judicial o por sentencia, en donde las dos partes, con sus representantes legales, ponen a consideración los factores y sus elementos de prueba, y el juez o la jueza resuelven un juicio contencioso.

La canasta de crianza es particularmente útil, explicó Neirotti, cuando las partes –generalmente, el papá y la mamá, y sus abogadas o abogados– aportan pocos elementos de prueba sobre las necesidades de hijas e hijos y las posibilidades de padres y madres. Este índice es un dato objetivo y público.

La abogada Mariel Molina explicó que este nuevo indicador permite la movilidad de la cuota. Con los niveles de inflación actuales, el ajuste se vuelve necesario y, por eso, en Mendoza se venía usando como referencia el Salario Mínimo, Vital y Móvil, pero la canasta de crianza también cumple esa función. Además, tiene la ventaja de estar pensada sobre la base de las necesidades de las niñas y los niños. 

Tanto el juez como la docente destacaron que la cuota es una obligación compartida entre progenitores. Aquí entra en juego la perspectiva de género a la hora de ponderar factores, particularmente en la valorización de las tareas de cuidado, prevista en el artículo 660 del Código Civil. Como generalmente es la mamá la que está más tiempo con sus hijas e hijos, el papá tiene que aportar su parte de la cuota en dinero o en especie. No es que él aporte más: es que el tiempo dedicado al cuidado cotidiano también es parte de las necesidades a cubrir y eso lo hacen generalmente las mujeres, explicó el magistrado. 

La abogada de Familia y profesora de la UNCUYO Mariel Molina considera muy útil la canasta de crianza. Foto: Unidiversidad

¿Qué pasa cuando las niñas y los niños están tiempos equivalentes con sus padres y madres? Generalmente, sigue siendo el varón el que tiene que aportar más dinero porque, más allá de la absoluta igualdad jurídica entre padres y madres, puntualizó Carlos Neirotti, no hay igualdad de hecho: no hay igualdad de oportunidades ni hay igualdad económica. Por distintas razones, la mujer casi siempre gana menos porque accede a trabajos peor pagos o porque recibe menor remuneración por el mismo trabajo. 

El juez se explayó. En la misma historia familiar, la mujer es quien, generalmente, ha relegado –por mandatos familiares, por cuestiones voluntarias o por imposiciones sociales– la formación profesional o la carrera dentro de algún trabajo. Y el varón es quien, generalmente, ha tenido mayores o mejores posibilidades de capacitarse y progresar profesionalmente. Por eso, casi siempre tiene mayores ingresos y, en caso de una separación, le corresponde aportar más dinero como parte de la cuota alimentaria.

“Eso se llama igualación en el proceso —concluyó el juez Neirotti—. ¿Qué significa? Aplicar perspectiva de género y ver cómo esta persona, por ser mujer, ha tenido que reclamar cuota alimentaria al varón”. 

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