Las apostasías se multiplicaron en Mendoza tras el debate por el aborto

Fueron 136 los trámites realizados en 2018 contra 15 realizadas en 2015 para irse formalmente de la Iglesia Católica. Dos experiencias personales y un especialista en Derecho Canónico explicaron el fenómeno.

Las apostasías se multiplicaron en Mendoza tras el debate por el aborto

Imagen del Arzobispado de Mendoza, ubicado en la calle Catamarca 98 de Ciudad.

Sociedad

Unidiversidad

Mariano Rivas

Publicado el 06 DE DICIEMBRE DE 2019

Nacemos y nos bautizan católicos. Esto pareciera estar naturalizado en nuestro país. Sin que nadie nos pregunte si queremos, pasamos a formar parte del Registro de Bautismo, que luego la Iglesia Católica utiliza para justificar su primacía sobre otros credos.

"Apostasía" es el término cobró relevancia en algunos círculos en los últimos años. Apostatar es abandonar formalmente la Iglesia Católica como institución. No es un trámite sencillo: implica que la persona interesada tenga que movilizarse hasta la parroquia en la que la bautizaron, y también se exige una audiencia en una diócesis, entre otros pasos (ver al final de esta nota).

Eso no fue un impedimento para que 136 personas apostataran en 2018 en Mendoza, cuando un año antes la cifra había sido de 11. Estas cifras las aportó a este medio el canciller y secretario general del Arzobispado de Mendoza, Mario Panetta.

El año pasado, con el tratamiento del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en el Congreso, la división entre algunos sectores de la sociedad y la institución religiosa se profundizó. El rechazo del Senado a un proyecto de ley que generó un debate inédito en los medios de comunicación hegemónicos y no hegemónicos provocó un cuestionamiento masivo del rol de la Iglesia Católica en los asuntos del Estado. Esto se vio reflejado en las apostasías, que en Mendoza se incrementaron más del 1200 %.

El abogado Carlos Lombardi es especialista en Derecho Canónico y colabora con la campaña Apostasía Colectiva. “El fenómeno de la apostasía tiene picos en los que se muestra esta necesidad de la gente de irse como reacción o respuesta al accionar ilegal de la Iglesia —explicó Lombardi—. El año pasado, con el rechazo del proyecto de ley de IVE, hubo un repudio social que se manifestó en los pedidos de apostasía. Eso después baja, y cuando los curas meten la pata de nuevo, vuelve la reacción de la gente. No es una cuestión constante”. De hecho, esta inestabilidad puede verse en las cifras de este año, que muestran solo 33 apostasías en Mendoza.

Pocas apostasías: ¿por qué?

“Yo no lo hacía porque me decían que no iba a salir, que te daban muchas vueltas. Y eso fue así durante muchísimos años, pero me parece que el año pasado, como la movida fue tan grande, y para no recibir tantas represalias, las sacaron rápido”, contó Julia López, comunicadora y militante feminista.

Para Lombardi, el trámite hace que la gente no tenga tiempo o pierda interés en hacerlo. También está el primer requisito: para obtener el acta de bautismo, hay que movilizarse hasta la parroquia donde uno fue bautizado, sin importar el lugar de residencia actual. “Socialmente no está instalado como una posibilidad —opinó Mariana Ortiz, comunicadora y docente—. Hemos naturalizado el estar bautizados y no pensamos a la Iglesia en clave política, o recién estamos en ese proceso de hacerlo”.

La apostasía: desafiliarse de la Iglesia sin renunciar a la fe

A principios de 2002, un grupo de periodistas de investigación llamado Spotlight, del Boston Globe, reveló los abusos sexuales eclesiásticos y la cadena de encubrimientos a curas pederastas desde el Vaticano. En marzo de 2013, Jorge Bergoglio se convirtió en Francisco I, el primer papa argentino.

El caso Próvolo, un primer impulso

Muchos mendocinos empezaron a familiarizarse con la apostasía cuando se conocieron los sistemáticos abusos sexuales cometidos en el Instituto Próvolo de Luján, como le pasó a Ortiz, una de las 17 personas que se “desafiliaron” de la Iglesia en 2016.

López también se apoderó de su acta de bautismo ese año, aunque terminó efectivizando la apostasía en 2018. Sus motivos son claros: “Nunca tuve una educación religiosa en ningún sentido. No conozco ritos, palabras ni costumbres, y me siento muy externa. Además, rechazo absolutamente la institución católica, y que aparezca mi nombre avalando a la institución Iglesia Católica no me agradaba”.

La separación del plano de las creencias personales y la institución es algo muy importante para el abogado: “En la Iglesia son tan tramposos que te hacen firmar un pedido formal que dice que el interesado manifiesta que quiere renunciar formalmente a la fe cristiana, y eso es falso. Muchas personas tienen sus convicciones cristianas; lo que quieren hacer es irse al diablo de la Iglesia”.

Por último, Lombardi aclaró que la creencia de que la Iglesia Católica percibe dinero del Estado de acuerdo a la cantidad de fieles bautizados es un mito. “La Iglesia tiene otros subsidios o subvenciones de parte del Estado, casi todas producto de leyes que vienen de la última dictadura genocida”, aclaró el letrado. Entre ellas, se cuentan el sueldo de los obispos y becas a seminaristas. Sin embargo, no hay relación directa entre el número de bautizados y los ingresos provenientes del Estado.

Hay menos católicos en Argentina y Cuyo suma Testigos de Jehová

Sociedad Unidiversidad por Unidiversidad / Ángeles Balderrama / Publicado el 19 DE NOVIEMBRE 2019 Una investigación realizada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) expresa que cada vez hay menos argentinos y argentinas que se identifican con la religión católica.

Muchos bautizados, pocos activos

Según datos de los censos, en 1947 el 93,6 % de los argentinos se definía como católicos. En 2019, los argentinos que se reconocen como tales son el 62,9 %, de acuerdo a la Segunda Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, elaborada por el Conicet. La caída en picada se profundizó especialmente en la última década. Dentro del 62,9 % de católicos, el 20,4 % no asiste nunca a la iglesia, mientras que el 53,9 % lo hace solo en ocasiones especiales, según el mismo estudio.

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