Los desafíos de México para poner a Trump contra las cuerdas

El analista político Eduardo Porter publicó este lunes en el diario "The New York Times" un artículo que esboza el mapa político y económico actual de ambos países y arriesga posibles acciones del país azteca para que EE. UU. revea su posición.

Los desafíos de México para poner a Trump contra las cuerdas

Trump y Peña Nieto: una relación difícil.

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Publicado el 30 DE ENERO DE 2017

"¿Cuánto daño le puede hacer México a Estados Unidos?" es la pregunta que se hace Eduardo Porter, analista político del diario The New York Times, en su columna de este lunes. El autor asegura que en épocas de amenaza estadounidense contra el país azteca, cuando el flamante presidente Donald Trump construye muros, derriva acuerdos y pone en jaque a las relaciones diplomáticas entre ambos países, si México sube la apuesta lo suficiente, quizá pueda hacer que Trump reconsidere su política comercial.

Los primeros esbozos de la estrategia mexicana se notaron el lunes, cuando el presidente Enrique Peña Nieto declaró que las negociaciones para una futura relación con Estados Unidos no se limitarían al comercio. “Traeremos a la mesa todos los temas”, dijo en un discurso. “Sí, el comercio, pero también la migración y los temas de seguridad, incluyendo la seguridad fronteriza, las amenazas terroristas y el tráfico de drogas ilegales, armas y efectivo”.

Quiso sugerir que la totalidad de la relación bilateral está en juego: ¿el gobierno mexicano seguirá cooperando en la lucha contra el tráfico de drogas? ¿Seguirá evitando que los terroristas extranjeros usen México como una vía para entrar a Estados Unidos? 

“México tiene muchas cartas bajo la manga”, dijo Jorge Castañeda, un exsecretario de Relaciones Exteriores que ha propuesto un acercamiento combativo. Dejen que Trump saque a Estados Unidos del TLCAN, argumenta. En vez de detener a los migrantes centroamericanos en su frontera sur, México debería dejar que pasen y recorran el camino hasta Estados Unidos. “Veamos si su muro mantiene afuera a los terroristas, porque nosotros no lo haremos”, agregó Castañeda.

Según el analista Porter, mientras el presidente Donald Trump se apresta a renegociar o abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el objetivo estratégico más importante de México se puede resumir en una sola palabra: disuasión. Para ello, debe convencer a Trump de que si acaba con el acuerdo comercial en el que México ha puesto sus esperanzas de desarrollo, entrelazando su economía de una manera cada vez más cercana a la estadounidense, Estados Unidos también sufrirá.

"El desafío crucial para México es que la amenaza debe ser convincente", asegura el columnista de The New York Times. Claro que la enorme asimetría entre ambos países a la hora de rebelarse en contra de Trump es el desafío mexicano. Es que se sabe que terminar con el TLCAN afectaría a Estados Unidos, ya que son 6 millones de empleos estadounidenses los que dependen de las exportaciones a México, según cifras oficiales. Pero para los mexicanos el resultado podría ser devastador, comenta Porter.

Sucede que México ha dependido del Tratado para atraer capital extranjero al país, no solo asegurando para las empresas multinacionales el acceso estable al mercado de consumo más grande del mundo, sino también garantizando que sus inversiones estén seguras, señaló Luis Rubio, quien dirige el Centro de Investigación para el Desarrollo (Cidac) en Ciudad de México.

Según Porter, algunos analistas creen que hay potencial para una situación en la que un nuevo TLCAN beneficie a todos. “Siempre he creído que no se debe desperdiciar una buena crisis”, dijo Arturo Sarukhán, exembajador de México en Estados Unidos. “Podríamos terminar modernizando y mejorando el TLCAN”.

Hay observadores en Washington que comparten la opinión de que la hostilidad de Trump hacia el TLCAN podría tener consecuencias positivas. El acuerdo, que data de hace un cuarto de siglo, debería modificarse de cualquier forma, aunque solo sea para lidiar con aspectos como la protección de la información, los crímenes cibernéticos y el comercio electrónico, que no existían a principios de los noventa. Los acuerdos paralelos sobre el medioambiente y los derechos laborales también podrían mejorarse.

Muchos aspectos podrían actualizarse, dicen los expertos en comercio. Por ejemplo, sería útil asegurar que proyectos gubernamentales se abrieran a empresas de los tres países socios del TLCAN. Con algunos cambios al tratado, empresas mexicanas y estadounidenses de transporte podrían operar libremente en ambos países. Por otro lado, la frontera entre México y Estados Unidos se beneficiaría de más inversiones en infraestructura para integrar redes energéticas, reducir las filas congestionadas en los cruces fronterizos y medidas similares.

Ahora que Trump abandonó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), que habría enlazado a América del Norte con otros nueve países del Pacífico en un gran bloque comercial, algunas de sus disposiciones podrían integrarse en un nuevo tratado de América del Norte.

Gary Hufbauer, del Peterson Institute for International Economics a favor del comercio en Washington, sugiere que el nombre “TLCAN” debe eliminarse, pues tiene una mala reputación. Pero gran parte de su esencia podría quedarse, quizá en forma de acuerdos bilaterales separados con Canadá y México. “Trump quiere obtener algunas victorias fáciles”, señaló Hufbauer. Si puede anotar puntos políticos utilizando su cuenta de Twitter para convencer a algunas empresas de mantener los empleos en Estados Unidos, ¿por qué arriesgarse a afectar la economía estadounidense abandonando el acuerdo comercial de América del Norte? “Quizá esa sea la reconciliación”, dijo Hufbauer.

Sin embargo, es difícil reconciliar la propuesta de un pacto comercial más efectivo y mejorado en América del Norte con la forma en que Trump frecuentemente describe el comercio como un juego de suma cero, en el que Estados Unidos inevitablemente pierde. Según Trump, mejorar el TLCAN significa eliminar el excedente comercial de México con Estados Unidos y limitar las inversiones por parte de multinacionales estadounidenses en México. Pero no se puede eliminar rápidamente un excedente comercial de 60 mil millones de dólares con un nuevo TLCAN… a no ser que fije límites increíblemente draconianos para las importaciones o establezca requisitos de contenido local que podrían ser tan dañinos para México como abandonar el pacto por completo.

Para el analista del diario neoyorquino, puede que México no tenga otra alternativa que aumentar la apuesta y tener la esperanza de llegar a la mesa de negociaciones con una amenaza que por lo menos sea tan creíble como la promesa de Trump de acabar con el acuerdo.

La postura de negociación de Trump sí tiene algunos puntos débiles. Por un lado, dijo Mickey Kantor, el embajador comercial estadounidense que llevó a cabo las negociaciones del TLCAN durante el gobierno de Clinton, “tiene la presión de lograr un acuerdo”.

Si México se defiende e incluso permite que se disuelva el TLCAN, enviaría su propio mensaje a China: la resistencia no es inútil. Además, la amenaza de Trump de elevar el 35 % los aranceles a México podría ser cuestionada fácilmente bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio.

Desde luego, esa es una estrategia muy riesgosa para México, ya que podría suponer una fuga de capitales, según el columnista. Es que cuando Trump entró a la contienda presidencial en junio de 2015, un dólar valía cerca de 15 pesos. Ahora vale casi 21. Una confrontación con Estados Unidos podría hacer que subiera a 40. Sin embargo, esa podría ser la carta más fuerte de México.

Una ironía del acercamiento de Trump a México es que, debilitando tanto el peso, incrementa el déficit comercial bilateral, lo que aumentará la competitividad de México y lo hará más atractivo para las inversiones estadounidenses, asegura Porter.

Hay escenarios peores para el analista político. Lo más inquietante sería que Estados Unidos presionara tan fuerte que México –su economía, su gobierno poco popular, su orden público y su estabilidad política– se acabara derrumbando.

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