Malvinas: contar en primera persona una guerra que dejó huellas imborrables

En el Día del Veterano y Veterana, Excombatientes y Caídos de las Islas Malvinas, dialogamos con dos excombatientes que contaron cómo fue vivir el conflicto desde adentro.

Malvinas: contar en primera persona una guerra que dejó huellas imborrables

Foto: Archivo

Sociedad

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Unidiversidad

Elizabeth Montecinos Pincheira

Publicado el 01 DE ABRIL DE 2022

Este 2 de abril se cumplen 40 años de la guerra de Malvinas, por lo que se conmemora el Día del Veterano y Veterana, Excombatientes y Caídos de las Islas Malvinas. Sin dudas, este conflicto bélico dejó huellas imborrables en la historia del país. Cerca de 10.000 personas viajaron a las islas para luchar contra el ejército inglés. Unidiversidad dialogó con dos de los combatientes de esta gesta que duró 74 días: Julio Cáceres y Hugo Tapia.

 

“Mis padres no sabían que yo estaba en Malvinas. Yo soy de San Juan, pero pertenecí al Batallón 5 de Infantería de Marina con asiento en Río Grande. Si bien les escribí una carta para avisarles que me iba a las islas, en aquel momento, el correo tardaba más de 10 días”, contó Julio, actualmente de 61 años.

Foto: Archivo

El 2 de abril de 1982, cerca de 10.000 soldados argentinos pertenecientes al Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea comenzaron a dar batalla en las islas. Por aquellos años, el servicio militar era obligatorio en la Argentina y la mayoría de los efectivos tenían entre 18 y 22 años de edad.

Hugo, por su parte, recuerda aquel tiempo: “Sentí miedo, pero jamás me sentí desprotegido”. A sus 63 años, aún resuenan en su cabeza los sonidos de los aviones que oía mientras se encontraba en el portaaviones ARA 25 de Mayo.

"Mi tarea era mantener el buque a flote, es decir, saber estabilizarlo. Siempre digo que hubiese preferido estar en tierra, porque ahí uno sabe de dónde viene un proyectil y hacia dónde va", dijo Tapia. Contó además que, en el momento en el que le tocó ir a las islas, llevaba solo 15 días de casado.

 

Los "regalos" de la guerra

La sociedad argentina honraba a aquellos jóvenes combatientes: madres y abuelas se organizaron para tejer abrigos para que los soldados le hicieran frente al gélido frío de las islas, y en las escuelas, niños y niñas acudían con chocolates y cartas para los defensores de la Patria. "A nosotros nos llegaron gorros, chocolates, pero eran muy pocos. En el Rompehielos ARA Almirante Irízar, nos dieron esos obsequios, y ahí nos enteramos de todo lo que el pueblo había hecho", recordó Cáceres.

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